Que ven tus ojos

Bruno Losal
El hendir de la ventana
3 min readMay 1, 2018
Photo by Hannah Tasker on Unsplash

Dicen que hay tantos mundos como personas, tantas realidades como mentes y que para gustos, los colores. Quizás es por esto que tenemos normas, convenciones, cultura, historia y una historia que vamos transmitiendo de generación en generación para crear unas normas en las cuales todos podamos manejarnos.

Es posible que en algunas épocas estas normas sean demasiado laxas y sucede a veces que constriñe la realidad de modo tal que lo que intentamos contener desborda todos diques de contención e invade otras áreas de nuestra vida. El ejemplo más claro que tengo a este respecto es la época victoriana, que tanto taparse, tanto pudor, que al final la gente se excitaba con tan solo ver un tobillo o una muñeca.

Los roces culturales lo vemos cada día en nuestra sociedad, en cualquier sociedad abierta y en cualquier época. Sí hace años era la diferencia entre ser de pueblo o de ciudad, ahora tenemos una facilidad para circular por el mundo que convierte en zonas más o menos funcionales. Uno puede asumir que las normas escritas y no escritas en una zona occidental serán más o menos similares a las de cualquier país occidental y podremos funcionar sin demasiados problemas, pero si damos el salto a países orientales, con una cultura que no sea de origen judeocristiano, el impacto puede ser notable.

No es algo que yo me invente, es algo que crea fricciones notables entre la población y es el caldo perfecto para fenómenos como el racismo, que lamentablemente y debido a muchos factores — no es mi intención empezar a señalar con el dedo — está creciendo a marchas forzadas y lo que antes eran países hermanos, regiones hermanas, ahora son antagonistas.

Pero estas diferencias no son necesariamente malas y en mi caso concreto, me gusta poder mirar con los ojos de otra persona y otra cultura, ver que procesos mentales ocurren en su cabeza para ver normal algo que para mí sería inaceptable. Estudiar qué variables son las importantes, qué valores son los que sustentan sus reglas, y entender el porqué llegan a conclusiones que harían que los pelos se me suicidaran.

Dando una vuelta de tuerca más, y dejando de lado los extranjeros, los inmigrantes y personas que no han mamado tu cultura desde la más tierna infancia. ¿Qué ocurre con las personas que a pesar de tener ocho apellidos locales se comporta de la forma más extraña que puedas imaginar? Con esto no me refiero a que vista con un calcetín de cada color sino que invade tu espacio personal sin inmutarse, se come tu comida, se bebe tu bebida, se fuma tu tabaco y si te descuidas se acuesta con tu pareja. Y lo más fascinante es que lo hace con una naturalidad que da miedo, como si fuera lo más normal del mundo y el raro fueras tú.

De verdad que me gustaría marcarme un Hanibal Lecter y hacerle una autopsia en vivo de su cerebro, para ver cómo funciona. No creo que sea falta de respeto y de educación, ha de ser otro tipo de valores, o un golpe al caerse de un columpio cuando era ya mayor. Me niego a aceptar que exista gente así y tienen que existir causas externas.

Quizás pensáis que exagero, pero imaginaros que estás con tu novio, en casa, solos pensando en una noche de esas que hacen que salgan las estellas para ver cómo te ama. Llama esta persona y antes de que te des cuenta ya ha pasado por la cocina, ha cogido un plato, se ha puesto la comida, se ha sentado en medio de los dos y le dice a tu pareja, que guapo eres redios y le planta un beso semáforo, de esos que te hacen pasar del rojo ira al verde envidia. No sé, quizás es que yo soy muy anticuado, por eso me encantaría ver que ven tus ojos para entenderte, y ya que me sincero, desactivarte.

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Bruno Losal
El hendir de la ventana

Mi vida esta basada en hechos reales, como lo cuento quizás no tanto.