Un paseo no previsto

En la fería de la vida

Es como volver a subirse a una montaña rusa después de haber sufrido un accidente en otra que te dejó completamente malherida; llena de lesiones que han sido difíciles de cicatrizar, algunas tan profundas que sabes te cambiaron para siempre.

Toda la ansiedad te invade y dudas a cada momento, cuestionando si en verdad quieres volver a intentarlo, si lo mejor no sería salir de la fila, regresar a la comodidad de tu asiento reservado en el carrusel de la cordura; amplio, cómodo, conocido, pero sobre todo seguro.

Sigues meditando esa como tu mejor opción cuando la fila comienza a avanzar y sin darte cuenta es tu turno. El acomodador llama tu atención chasqueando los dedos de su mano derecha frente a ti mientras que con la otra abre la puerta del carrito dándote el paso, presionando un poco para que tomes asiento. Te ayuda a acomodarte en el pequeño e incomodo asiento, se cersiora de bajar la barra que se supone debe mantenerte sana y salva, pero como no queriendo te hace el pequeño comentario “Agarrate fuerte, este vehículo en particular es un poco inestable, puede que se salga el seguro en alguna de las vueltas”. Lo dice con toda la tranquilidad del mundo y brindándote una sonrisa que se supone debe ser confortante, pero delata que se esta divirtiendo un poco con la situación.

Como es natural el pánico empieza a apoderarse de ti, intentas decirle que ya lo pensaste mejor y no quieres arriesgarte, pero tu voz se a perdido en alguna parte de tu garganta negándose a emitir sonido alguno. Le lanzas una mirada llena de ansiedad para que pueda entenderte pero él a dejado de prestarte atención para poder cerrar la puerta, dirigirse a la cabina de controles y ajustar los comandos para que el juego inicie.

Sientes la sacudida del cochecito cuando empieza a andar, sabes con seguridad ya no hay vuelta atrás. Cierras los ojos por mero instinto de supervivencia, suspiras tratando de inhalar todo el valor que vas a necesitar para poder enfrentar todas las subidas, bajadas y giros que vienen.

Lo ultimo que escuchas de su parte es el consejo más simple y sencillo, pero que todos tus sentidos no saben como aplicar: “Sólo disfruta el paseo”.