Libros: pasado, presente y futuro

Ernesto Martinez
El murmullo del librero
6 min readFeb 16, 2015

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Si bien algunos puristas hablan de que el libro tiene muchos años más, es recién hace 300 años que adopta la forma y el tamaño que conocemos: un conjunto de hojas sueltas encuadernadas y empastadas, en tamaños que facilitan la lectura individual (en contraste con los libros tamaño tabloide, ideales para la lectura en voz alta por parte de los pocos que sabían leer hacia una audiencia sedienta de conocimientos).

El conocimiento, hasta ese entonces relegado a monasterios y algunos nobles y aristócratas, empieza a distribuirse ampliamente. Pero no por ello el libro deja de ser el vehículo por el cual se legitimiza el conocimiento. Pensadores, filósofos, poetas, novelistas, todos buscaban la forma de publicar su libro porque sabían que con ello sus conocimientos, sus posturas, sus ideas, quedarían reinvindicadas.

Y esto ha sido asi hasta más o menos 10 años atrás.

En cuanto a la forma de comercio del libro, el modelo no tiene más de 100 años. Es decir, la distribución de tareas entre el creador (autor) el financiador (editor) y los puntos de venta (librería) es relativamente nueva. Antes, estas funciones eran cumplidas normalmente por la misma persona: el autor quien buscaba patrocinadores para publicar su libro y que normalmente lo vendía en su propio domicilio.

El modelo de intermediación (autor →editor →librería→lector) cuando ha estado bien especializado como en Estados Unidos, Francia, Alemania ha permitido el crecimiento del sector editorial a las dimensiones que conocemos: bestsellers, autores como estrellas, librerías gigantescas.

Pero el modelo empieza a enfrentar cambios radicales desde muchos flancos: excesiva producción, nuevas tecnologías, cambios de hábitos.

La producción

Al iniciar su ínfame y ambicioso proyecto de digitalización de todos los libros del mundo, Google estimó que, para 2008, exisitían en el mundo entero unos 130 millones de libros. Un número grande de por si, pero se estima que cada año se producen alrededor de un millón de nuevos titulos.

En el caso de los libros en español, se editan alrededore de 200 mil títulos por año entre España y Latinoamérica. En Bolivia, el ISBN registra alrededor de 900 libros por año y el Depósito Legal registra cerca a 3.000 títulos nuevos.

Y ante este verdadero mar de libros, se empiezan a perfilar tres tendencias negativas muy poderosas:

  1. El best sellerismo. Las editoriales eligen uno (o varios) titulos a los que apuestan con todos los recursos de promoción posible y “toman” las librerias.
  2. Los libros ya no duran mucho. La vida de estante de los libros es ahora menor en algunos casos incluso que la vida de estante de la leche. Es cada vez más dificil entrar en una librería y encontrar libros editados 10, 5 y a veces 2 años antes.
  3. El libro está empezando a dejar de ser la principal forma de legimación del conocimiento. La sobreabundancia de libros ha provocado ha devaluado su importancia cultural.

Cambio de paradigma

Y en este panorama que de por si es negativo, la industria editorial es sacudida por un cambio de paradigma similar —o tal vez más fuerte— que el ocurrido en 1450.

Otra vez, son fuerzas ajenas al mundo editorial las que provocan el cambio. En 1450 fue un fabricante de espejos de metal quien provocaría el primer cambio de paradigma.

El año 2007 es Amazon, una empresa de tecnología que vende libros, presenta su lector digital (el Kindle). Con esto el libro digital se vuelve más visible, pero es con la salida del iPad el año 2010 (hace SOLO 5 años atrás) que el libro digital cobra fuerza y obliga a edtores, autores y lbreros de todo el mundo a replantear sus percepciones y pronósticos sobre el libro y sobre su propio negocio

¿Y cual es el impacto?

Dos de las tendencias mencionadas arriba se han exacerbado:

  1. Vida de estante. Con la excepción de los bestsellers los libros duran en los anaqueles aún menos que antes. Esto ocurre en los anaqueles físicos, pero también en los virtuales. El sistema de ranking de las tiendas de internet está definido de forma que un libro que no se vende muy seguido cae rapidamente en el ranking y al final es invisible.
  2. Devaluación del valor cultural. Amazon tiene más de dos millones de libros electrónicos a la venta. Una gran parte de ellos son autopublicados y, a pesar de las historias de éxito que circular por ahi, la mayoría son libros sin valor cultural. Esto, lastimosamente, se “contagia” al resto de la producción bibliográfica.

Las editoriales, especialmente las más pequeñas, se han visto presionadas desde todos los ámbitos para defender su relevancia principalmente ante sus autores. Estos, deben participar más en el proceso de promoción de su propio libro lo que hace que en algunas ocasiones, se planteen la necesidad de obviar a la editorial en el proceso.

La producción de libros digitales en España y en América Latina ha empezado a ganar terreno, pero las ventas siguen siendo paupérrimas lo que desmotiva a los editores e impide un mayor crecimiento. Desde el año 2010, en el que Amazon estableció una “sección” virtual para los libros en español, la cantidad de libros disponibles en nuestro idioma se ha mantenido estable entre los 55 mil y los 60 mil títulos.

Esta oferta, pequeña de por si, es aún menor en los países latinoamericanos ya que las editoriales españoles —principales proveedores de libros digitales en español— han decidio bloquear la descarga de sus títulos desde paises con cuentas en Latinoamérica.

Ante esta parálisis de producción los lectores han encontrado alternativas para descargarse los libros digitales, lo que ha incrementado la piratería y, en consecuencia, desmotiva a las editoriales de poner su contenido en línea.

El otro lado de la medalla

Piratería

La piratería de libros impresos ha afectado a las editoriales desde la diseminación de lso fotocopiadoras y la reducción de los costos de impresión. El principal efecto ha sido económico, pero en los últimos años se ha visto que también ha sido psicológico.

Las editoriales españolas y latinoamericanas evitan el uso de la producción digital — la evidencia está en la poca oferta—. En los pocos casos que producen versiones digitales de sus libros, les incluyen barreras geográficas para su distribución o les incorporan tecnologías anticopia que tienden, en la mayoria de los casos, a molestar a los lectores, empujándoles asi a alternativas no legales.

Y las editoriales se mantienen en esta postura apelando a un argumento que desconoce lo avanzado en el sector hasta el momento: los libros digitales no se venden, entonces no necesitamos ofrecerlos.

Derechos del lector

Si bien el libro digital ha sido de gran beneficio —especialmente en términos de precio y de disponibilidad— para los lectores, estos han visto sus derechos vulnerados ya que en la difusión y venta de libros digitales se han aplicado normas de la industria del software.

En consecuencia, al momento de comprar un libro electrónico, en realidad lo que se adquiere es una licencia (un permiso) para leer un libro digital. En ningún momento el comprador es propietario del libro. Para ser justos, la licencia es ad eternum, pero aún asi no deja de ser solo un permiso.

Y entre los derechos del lector que de alguna manera se vulneran, también debemos hablar de la privacidad. Las empresas que venden los libros digitales (no las editoriales, si no las tiendas como Amazon, Apple y Barnes & Noble) incorporan en los archivos mecanismos de seguimiento que ofrcen a estas librerias la capacidad de conocer los hábitos de lectura de sus clientes.

Si bien es muy útil, a la hora de leer un libro digital, que el dispositivo sepa en qué página nos quedamos, esa misma capacidad le permite a la libreria saber cuánto tardamos en leer, en qué página nos quedamos generalmente, qué géneros nos gustan e incluso qué segmentos del libro hemos resaltado o anotado.

Estancamiento

Para finalizar, un dato importante.

Desde hace casi un año que las ventas de los libros digitales en los mercados más desarrollados (Estados Unidos y Gran Bretaña) se han estancado alrededor del 20% de las ventas anuales.

Este estancamiento —normalización, para algunos— pareciera demostrar que el libro digital compartirá palestra, como un soporte más, con los libros impresos tanto de tapa dura como de bolsillo.

Aún así, estamos en la primera parte del futuro del libro.

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Ernesto Martinez
El murmullo del librero

esposo, padre de familia, librero, entusiasta de la tecnología 3.0 y su intersección con los libros y el conocimiento.