Shanghái no se aburre
Shanghái, a diferencia de Beijing, es una ciudad ocupada. Es la capital financiera de China y en ella están las principales empresas multinacionales. Si en Beijing, las personas se visten de manera casual y el ambiente de negocios es relajado, en Shanghái, las personas suelen estar más elegantes y las reuniones se sienten más occidentales. Además, es sin duda la ciudad más cosmopolita de China.
Viajé Shanghái en tren. Llegué a la estación con una hora y media de anticipo y pude ver cómo un mar de personas tomaban sus respectivos trenes a todas partes de China. Tras obtener mi boleto (solo tenía una reserva, por ser extranjero) almorcé algo al paso y caminé por la estación. Es bastante grande, mucho más grande que cualquier estación en Europa y también más moderna.
Tras cinco horas y media, llegué a Shanghái, y junto con un colega nos dirigimos al hotel usando el metro de la ciudad. Si bien llegamos en hora punta, no había tanta gente usándolo. Recuerdo también que esa noche comimos una parrillada, principalmente de carne de oveja y mariscos.
Viajé a Shanghái para visitar una feria de juegos independientes. En ella decenas de creadores chinos mostraron sus juegos y otras novedades. También había un pabellón de juegos de mesa, con varias mesas para que las personas jugaran los juegos que estaban a disposición. Me sorprendió lo que me contaron algunos dueños de empresas de publicación de juegos de mesa: al año logran vender mil copias de uno de los juegos más vendidos. Para un país de mil trescientos millones de personas es bastante poco.
Una de las noches fui a comer comida coreana. O para ser más exactos, parrilla coreana. No se suele encontrar esto en Lima, por alguna razón. O al menos no he encontrado muchos de estos restaurantes. En este tipo de parrilla uno debe trabajar: asar la carne, voltearla, echar vegetales, etc. Pero el resultado siempre es bueno. Quizás la culpa la tenga la carne.
El fin de semana que estuve en Shanghái coincidió con Halloween. Como un amigo con quien trabajé el año pasado está ahora viviendo en Shanghái, fui con él a tomar algo al área donde suele ir la gente occidental. Según mi amigo, es el “zoológico de los occidentales” (Western Zoo): es un espacio abierto lleno de bares donde la gente habla inglés que puede ser observado desde una terraza a unos seis metros desde arriba, principalmente por chinos.
La gente estaba disfrazada y bebía sin cesar. Tomé una cerveza y regresé a mi hotel en Didi. Debía volver a la feria en unas seis horas, y unas doce horas más tarde, volver a Beijing.
