Introducción a “el pago y la rosca”
Así, como quien arranca un proyecto que seguramente dejará abandonado por ahí, nos proponemos en este nuevo espacio compartir datos, ideas e impresiones sobre la política del terruño de uno. En un punto, se trata de juntar en un mismo lugar dos de las cosas de las que más hablamos: el pago y la rosca.
¿Por qué? Hace unos días, en el contexto del centenario de la muerte de Julio Argentino Roca, dos tuitero-intelectuales escribireron un artículo con el objetivo de rescatar del olvido y proveernos de una imagen más fiel de la trayectoria del Zorro tucumano. Esas líneas nos dieron el impulso de revisar lo que sabemos de la política, las políticas, lo político y los políticos de Tucumán.
La política de Tucumán nos genera siempre muchas preguntas. Hace poco hablábamos con un reconocido politólogo de esto mismo y sosteníamos que quizás este excesivo parroquialismo en la mirada es perjudicial. Nos preguntábamos por qué nos empeñamos en creer en una suerte de exepcionalidad. ¿Será que es más parecido al promedio? Es probable que la respuesta no vaya por ese lado, sino que (como apuntaba este maestro) el conocimiento específico sobre “el pago” nos permite ver cosas y hacernos ciertas preguntas sobre fenómenos que sería más dificultoso desde una perspectiva más lejana.
¿Por qué hoy? El timming es bastante arbitrario. El hecho de que mientras escribimos estas líneas el candidato a Presidente, diputado electo y Principe de Tigre, esté articulando con el principal challenger del kirchenrismo-peronismo tucumano -como lo hiciera días atras con el Senador Morales en Jujuy-, nos brinda la excusa perfecta para destacar la influencia de la política del pago sobre la nacional y viceversa.
Esto, claro está, no es ni muy original, ni cargado de primicias a lo “charlas de quincho”; pero cierto es que tampoco lo pretendemos. Sobre esta cuestión puede leerse, por ejemplo, el aporte de un blogger coterraneo: quién fuera en parte inspiración para este nuevo emprendimiento.
¿El ave Fénix?
Intentaremos acá hacer un breve repaso de la trayectoria de los boinas blancas en el Jardín de la República hasta llegar al disparador de esta publicación.
Como señaláramos en nuestro primer intento de publicación académica — la tesis de licenciatura, en constante revisión desde entonces-, desde que se inició el proceso de transición democrática, en 1983, “la política” en la Argentina ha experimentado un doble movimiento: a la vez que se lograba la consolidación de una democracia competitiva, el sistema de partidos iba variando, en su forma y en sus protagonistas.
“La imagen de un sistema bipartidista representando a dos electorados claramente definidos, peronistas y radicales, ha ido resquebrajándose en los últimos veinte años” —
Calvo, Ernesto y Marcelo Escolar. La Nueva Política de Partidos en la Argentina: Crisis Política, Realineamientos Partidarios y Reforma Electoral.
Mientras la imagen descripta en la cita precedente le cabe al sistema de partidos nacional, algo similar pasaba a nivel subnacional, y en particular en el caso de Tucumán.
Marcos Novaro señala en su “Piloto de Tormentas” (1994), que la polarización bipartidista, con la UCR en el gobierno y el PJ comandando la oposición, que caracterizó el período 1983–1987 fue, de a poco, diluyéndose: básicamente, en las provincias comenzaron a surgir movimientos o agrupaciones locales que capitalizaron las demandas surgidas en el contexto de las crisis político-económica del cambio de década. En términos de Gerardo Adrogué, “terceros partidos emergieron, tanto en la órbita nacional como en los distritos subnacionales (“El nuevo sistema de partidos argentino” , 1995).
En Tucumán fue clara la dinámica descripta: en los inicios de la transición democrática, el bipartidismo PJ-UCR protagonizaba la escena local, aunque con los roles invertidos: el primero gobernaba y el segundo cumplía el rol de oposición. Pero, paulatinamente, la emergencia de una nueva fuerza fue imprimiéndole una nueva dinámica a la política del distrito. Pero toda esta <<novedad>> será tratada en nuestra próxima entrega: “La fuerza de la república”.
Yendo ahora sí al punto: ¿Cual fue el desempeño radical en la provincia de 1983 a la fecha? ¿Que podemos esperar de los boinas blancas en un futuro cercano? ¿Es la estrategia de alianza pragmática que promueve Cano la llave que pueda abrir la puerta de la Casa de Gobierno a los seguidores de don Hipólito?
Una primera aproximación nos la pueden brindar los datos electorales — gracias al aporte de Andy Tow con su Atlas Electoral. Si analizamos la serie de votos para Diputados Nacionales (con elecciones cada dos años desde 1983), por ser la más larga que podemos reconstruir, podemos presentar gráficamente lo antes descripto: el pasaje de la UCR de ser uno de los polos del bipartidismo local a una representación minoritaria, observándose luego una paulatina recuperación a partir de las elecciones de 2007.
(El color rojo muestra los votos absolutos y el azul como porcentaje del total)
En segundo lugar, se destaca que el radicalismo NUNCA alcanzó la gobernatura de la Provincia.
Las elecciones de 1987 fueron quizás la última vez que el partido radical estuvo cerca de conseguirlo. La ya incipiente fragmentación, con la aparición de fuerzas políticas locales disputando la escena (Defensa Provincial Bandera Blanca — desde donde Bussi (re)lanzaría, ahora bajo la regla democrática, su carrera política-, y el Frente de Acción Provincial — liderado por Renzo Ciniglaro, quien daría el apoyo determinante a la lista de Domato -PJ ), hizo que la mayoría popular alcanzada en las elecciones no fuera suficiente para ganar la elección en el Colegio Electoral.
El primer punto a destacar: el radicalismo NUNCA gobernó la provincia. En ninguna ocasión alcanzó la mayoría necesaria para lograr la gobernatura local.
Ni siquiera el proceso electoral del año 1999, que llevara a la Alianza (UCR — Frepaso) a conquistar el sillón de Rivadavia, logró conducir a una victoria del radicalismo local: mientras que las elecciones para el ejecutivo provincial (unos meses antes de las elecciones nacionales) dejaron a la Alianza en un tercer lugar -por debajo del partido de Bussi-, la lista para Diputados Nacionales obtendría casi 10% más de votos, consiguiendo el segundo lugar y ganando dos bancas.
La tendencia de recuperación del centenario partido, a partir de 2007, marca la gran oportunidad que los radicales tienen para conquistar el ejecutivo provincial.
Por eso, aunque por el momento el encuentro entre Massa y Cano se anuncie como “MesasDeTrabajoDeAgendaComúnSobreProblemasPublicozzzzzzzzzzzz”, la estrategia del massismo (que es también en buena medida la del PRO) de alinearse con parte de los radicalismos locales, para ganar en capacidad de inserción a lo largo del territorio nacional, podría ayudar a los objetivos de ambos.
Nota de color: la década ganada
Adelante, radicales.
El candidato a la gobernación es protagonista de una meteórica carrera: más allá de su militancia universitaria en la facultad de odontología, en tiempos de hegemonía de Franja Morada, su ingreso a la política sería a través de la Legislatura provincial a partir del año 2003. De ahí en más, Cano ocupó la vicepresidencia del Comité Nacional del partido, la senaduría desde el año 2009 (a la cual renunciaría estratégicamente dos años antes de finalizar su mandato), y la banca de Diputados en 2013.
En estas últimas elecciones, con Cano encabezando la lista, el radicalismo logró llegar a un porcentaje similar al de las elecciones de la Alianza y apenas dos puntos menos que en las mencionadas elecciones de 1987.
¿Podrá el colega del Tío Campora romper ese techo? Veremos.
Sin embargo, este es un juego muy dinámico, con muchos actores, y escenarios nunca antes explorados: los fines de mandato de CFK y Alperovich; el uso de las P.A.S.O, con el aprendizaje que los actores puedan haber hecho de esta institución y las muy recientes imágenes de “unidad” de la estructura peronista que gobierna en la mayoría de las provincias y acompañó al gobierno nacional — como es el caso de Tucumán-, son todas variables a tener en cuenta.
