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Los Cachorros de Chicago… ¿Neta?

Emmanuel Campa Garcia
EL PITCH
Published in
3 min readAug 3, 2016

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A menos de 60 juegos para que termine el rol regular, y una vez concluida la arrebatinga de los últimos día de cambios directos, ningún equipo en Grandes Ligas luce mejor que los Cachorros de Chicago, pero… ¿Neta? ¿Será que esta vez si van a romper la maldición de la cabra, que los tiene con más de 100 años sin ganar una serie mundial?

Parecería que ahora sí tienen todo para ahuyentar el mito del aficionado, al que no dejaron pasar al estadio, con su cabra (a la que le compró boleto), en plena Serie Mundial de 1945, y que dijo, en su ira, que nunca volverían a ganar una… Pero… creo que cuando tienes una loza de ese tamaño encima, para lograrlo necesitas algo más que el trabuco que han armado hasta el momento.

Billy Sianis no pudo ingresar a Wrigley Field con su cabra, Murphy.

Es cierto: los Cachorros han tenido una gran temporada, ganaron 60 de sus primeros 100 juegos, situación que no lograban desde 1977 (el mismo año en que se estrenó la primera película de la saga de Star Wars).

También es real que con las incorporaciones de Ben Zobrist y Jayson Heyward son la tercer mejor ofensiva, en cuanto a carreras anotadas, de Grandes Ligas, y nadie se acuerda ni siquiera de como se pronuncia Kyle Schwarber, una de sus grandes revelaciones del año pasado, y quien se perdió toda la temporada por una lesión.

Lo más veraz es que su pitcheo es el mejor de Las Mayores y, con la incorporación del cerrador cubano Aroldis Chapman, lograron tapar lo que pudo ser considerado su punto débil.

Aroldis Chapman llegó proveniente de los Yanquis de Nueva York, cerca del final de la fecha límite de cambios

Pero creo que aún así no es suficiente, y es que algo siempre les pasa a los equipos que tienen un yugo como éste: bajas de juego, lesiones, o simplemente el destino, destino que en 2003 se disfrazó de Steve Bartman, el fanático que le impidió a Moisés Aloú capturar la pelota para el último out de la octava entrada, del sexto juego de la serie de campeonato, y permitió que, inmediatamente después, llegará un rally de Marlines, que ganaron ese juego y luego el séptimo, para dejar a los Cachorros, como en los últimos 61 años, fuera de la Serie Mundial.

Steve Bartman impidió la atrapada de Aloú en la Serie de Campeonato de a Liga Nacional en 2003.

Creo que el principal problema de los equipos en estas situaciones son las grandes cargas de estrés que los jugadores llevan en sus hombros, por esos mismos motivos.

El mismo presidente de operaciones de los Cachorros, Theo Epstein, quien fungió como gerente general de Medias Rojas de Boston, en 2004, año en el que se rompió la famosa maldición del Bambino (84 años sin ganar la serie mundial de Boston), debe de saber que nada afecta más a un pelotero en etapas trascedentes que eso. Que aunque tenga sólo uno mes jugando para el equipo, siente la responsabilidad de no ganar nada en más de 100 años.

Es cierto que Epstein armó un buen equipo en 2004, pero esos Medias Rojas no dominaron la liga como lo están haciendo estos Cachorros, y aunque calificaron a playoffs, como en tres de las últimas seis temporadas anteriores, todos daban por descontado que la maldición seguiría, más aún cuando se pusieron 0–3 abajo en la Serie de Campeonato contra su acérrimos rivales, los Yanquis de Nueva York, y así, lejos del favoritismo, de manera increíble, ganaron ocho juegos seguidos para terminar su sequía de títulos.

La jugada que cambió el destino de los Medias Rojas de Boston en 2004: el robo de base de Dave Roberts.

Creo que algo así necesitarían los Cachorros, cruzar por un bache, sacarse la presión e intentar salir. No imagino un escenario de un equipo rompiendo una maldición tan grande sin nada de dramatismo y heroísmo incluido.

¿No me creen?. Ok. Entonces pregúnteles a los Cavaliers de Cleveland.

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