La Educación es Exponencial

Sebi Palatnik
El Riesgo Es No Cambiar
5 min readJan 21, 2016
A Exponencial. B comienza a serlo. C asoma su cabeza. Lo que el alumno entiende, trasciende.

Imaginemos 1 alumno. Luego como profesor, trasciende su conocimiento a un 1 nuevo alumno. Van acumulando 2,3,5,8,13,21,34… Así infinitamente. Todo comenzó con un profesor para que exponencialmente se transfiera un mensaje. La educación tiene un poder más grande del que creemos.

2 al cuadrado 4 y 4 al cuadrado 16. La diferencia de la primer operación es 2 y aplicando el mismo operador a la segunda cuenta la diferencia es 12. Si seguimos aplicando este operador matemático a los siguientes números vemos que a medida que avanzamos la diferencia es mayor, generando de esta manera lo que conocemos como una curva exponencial.

No solo aplica este concepto a la matemática, sino a otros tantos rubros. Hoy día lo exponencial es moda en el marco de la tecnología, donde las tecnologías exponenciales están en auge logrando grandes curvas en pocos años. Considerando la tecnología como la capacidad de lograr resultados con menos esfuerzos utilizando diferentes recursos, podríamos decir que las tecnologías exponenciales tienen sus comienzos en la prehistoria, pasando por la rueda, la revolución industrial, la internet o la medicina moderna. Todos los días nuevos emprendimientos buscan alcanzar nuevas curvas.

En el modelo económico capitalista las curvas exponenciales representan el anhelo de los negocios en lo que respecta a ingresos. Menor tiempo, mayor ingresos hasta que un nuevo impulso apalanque otra nueva curva previo a suavizar el crecimiento en el eje x o, peor aún, matarlo.

¿Qué es un impulso? Un impulso es una innovación que permite, cualquiera sea el rubro, disparar nuevamente la curva exponencial cuando la curva anterior ya estaba llegando a su punto marginal más bajo. Los impulsos no suelen ser accidantales pero sí suelen promover un cambio que, si el resultado es positivo, una nueva potencia tendrá lugar. Caso contrario, la declive de un modelo vendrá para dar lugar a otro paradigma.

¿Qué tiene que ver esto con la educación?

Todo comenzó con la charla TED de Benjamin Zander, director de la filarmónica de Bostón, llamada Ojos Brillantes donde él considera que “el objetivo de nuestras vidas debería ser lograr la mayor cantidad de ojos brillantes a nuestro alrededor”, siendo los ojos brillantes el resultado de una emoción intensa en una persona en función de una acción propia. El caso más básico ocurre en el amor, siendo los ojos brillantes de una pareja al recibir un regalo inesperado de la otra. Sanders menciona que cuando su orquesta finaliza, mejor que el aplauso final es ver las caras de la audiencia y contar la cantidad de ojos brillantes, emocionados por la calidez del show.

Zander dice: “el objetivo de nuestras vidas debería ser lograr la mayor cantidad de ojos brillantes a nuestro alrededor”, siendo los ojos brillantes el resultado de una emoción intensa en una persona en función de una acción propia. El caso más básico ocurre en el amor, siendo los ojos brillantes de una pareja al recibir un regalo inesperado de la otra. Sanders menciona que cuando su orquesta finaliza, mejor que el aplauso final es ver las caras de la audiencia y contar la cantidad de ojos brillantes, emocionados por la calidez del show.

Yo creía haber vivido esa sensación. Buscando en el baúl de los recuerdos, visualicé un momento donde había visto ojos brillantes frente a mi: una clase. Un grupo de alumnos adolescentes, luego de una actividad, una historia y un mensaje de tema “El Principito”. Eran esos ojos, brillantes, intensos, mirada perdida y sonrisa. ¿Qué estaba yo haciendo? Simplemente educando. El punto interesante llega hace no mucho tiempo cuando uno de esos niños, hoy no tan niños, me cuentan con mucho entusiasmo que una actividad similar provocó tantos ojos brillantes en sus dirigidos que le pidieron replicarla para otros. Y así fue. Más ojos brillantes hechos brillantes por uno de mis ojos brillantes, siendo yo uno de los ojos brillantes de Zander. Si esto no es exponencial, ¿Qué es?

La educación es exponencial.

Nuestras enseñanzas no solamente son tan importantes para moldear a nuestros alumnos sino que lo serán también para los suyos. De generación en generación se trasmitirán los ojos brillantes.

Entonces, ¿Cuál es nuestra tarea? ¿Ojos brillantes o clases terminadas? ¿Qué sentido tiene el enseñar si el alumno no valora lo aprendido? He aquí un aprendizaje: los ojos brillantes son el resultado de un conocimiento valorado, no necesariamente de un conocimiento aprendido. Sin embargo, un conocimiento aprendido pero no valorado se pierde en el incosciente, mientras que un conocimiento aprendido y valorado perdura y trasciende, logrando transformar al mismo en exponencial.

Diversidad

A su vez, a cada niño le brillan los ojos por razones diferentes. La diversidad es parte de un bienestar social que debemos respetar y promover, más desde la educación. Por lo que el que educa, debe saber que no podrá en una sola clase lograr todos ojos brillantes. No puede ser una frustración ya que eso influirá en que el profesor no pueda transmitir la pasión necesaria para quienes sí sus ojos brillan.

La pasión entra en juego como variable dependiente para lograr ojos brillantes, por ende para educar especialmente. En una vaga división de quienes educan podríamos decir que están quienes enseñan por profesión y quienes enseñan por vocación: los primeros, especialistas o maestros recibidos, listos para transmitir los temas seleccionados; los segundos, aquellos maestros que quieren compartir su conocimiento por voluntad propia y desinteresadamente. Lo interesante es que seguramente quien lee concluirá en que los segundos son los apasioandos. Incorrecto. La pasión no habla del tipo de profesor que uno sea, sino del valor que el profesor le da al conocimiento que está transmitiendo. Si no tiene valor, no hay pasión. Más fácil, si no tiene valor, ¿por qué lo enseñan? Se hace exponencial un conocimiento sin valor, sin ojos brillantes y sin futuro.

En los ojos brillantes, las curvas comienzan a hacerse horizontales y requieren de lo mismo que la tecnología: un impulso. En el ámbito educativo no estamos preparados para lanzar impulsos constantemente para que haya más ojos brillantes, más curvas y más generaciones perciban el valor de los conocimientos.

Futuro

La responsabilidad está en nosotros hoy. En un mundo hiperconectado donde la posibilidad de asignarlo valor a pequeñas satisfacciones cotidianas es un peligro, debemos ser los encargados de mantener las curvas exponenciales a través de nuevos impulsos en el marco educativo que generen más ojos brillantes en nuestros niños y adolescentes. Solo así podremos garantizar conocimientos al menos apasionado.

Lo que enseñamos se enseña y quedará como guía de las próximas generaciones. Por lo que el futuro lo comenzamos hoy en las aulas, en las casas y en cada espacio donde dejamos un mensaje a otro.

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