Lágrimas rotas

Adryan Rex
El rincon de pensar

--

Poco después del crepúsculo del atardecer, el grupo de Lu’Cies se encontraban en una casa resguardados por los vientos albos del desierto que azotaba Oerba. Era de agradecer que aquellas estructuras hubieran perdurado tanto en el tiempo.

— En cuanto se calmen un poco los vientos, investigaremos la zona. Vanille, Fang, como es vuestro pueblo natal, vosotras seréis nuestras principales guías. — dijo claramente Lightning, sin mostrar el menor atisbo de duda.

— Me parece bien, aunque no recuerdo demasiado, pero ayudaré en lo que pueda-; respondió Fang con una suave sonrisa en la cara.

— ¡Yo también!, no pienso quedarme aquí sentada siendo una carga. — siguió Vanille con su habitual sonrisa exagerada y sus pequeños brincos emocionales.

Desde el fondo de la habitación, Sazh tenía la mirada clavada en alguien.

Por la noche, todos estuvieron ocupados preparando la cena para los seis, sobre todo para los jóvenes, aunque uno de esos jóvenes tuviera más de cinco siglos de vida.

Había algo en el aire. Una sensación de incomodidad, una extraña calma que hacía que el grupo se sintiera intranquilo.

— No me gusta nada éste silencio. Me hace pensar que hay alguien observándonos. — dijo Hope en un tono bajo pero lo suficiente como para que se enterara todo el grupo.

— Tranquilo, Hope. Nos tenemos los unos a los otros. — respondió Lightning esbozando una finísima sonrisa casi imperceptible, excepto para el chico.

Aquella noche pudieron comer y dormir tranquilos, y desconectar al menos durante unas horas sobre lo que les deparaba aquel futuro incierto.

A la mañana siguiente, el grupo se dividió en tres equipos de dos personas, Lightning y Snow por un lado, Hope y Fang por otro, y por último Vanille y Sazh. Cada pareja salió en una dirección para investigar la zona, poder encontrar cosas útiles, o incluso algo de información que les ayudara con su Misión.

— No me gusta dejar a Vanille sola, vale que es mayorcita, pero para mí sigue siendo como una hermanita pequeña a la que no le puedo quitar el ojo de encima. — decía Fang suspirando de manera larga y angustiosa.

— No te preocupes Fang, estoy seguro de que si algo llega a pasar, Sazh no se quedará de brazos cruzados, te lo garantizo. — respondió Hope mirando sonriente a Fang a los ojos.

— Más le vale, chico… — terminó diciendo mirando en la dirección en la que salió Vanille.

En otra parte de Oerba, Lightning y Snow investigaban una biblioteca a la que pudieron acceder por un muro agrietado.

Encontraron muchísimos libros bien conservados, en perfecto estado.

Snow comenzó rápidamente a revisar cada uno, inmerso en un profundo trance de concentración.

— Me sorprendes, Snow. No sabía que también eras un hombre de letras. Creía que en esa cabeza hueca y chulesca solo había cabida para el heroísmo. — dijo Lightning en un tono un poco burlón y serio a la vez.

— A veces la acción más heroica es pararse y observar con atención, sargento Farron. — respondió Snow al pequeño comentario de Light.

Ésta se quedó de piedra por la profundidad de aquellas palabras que salieron de la boca de su futuro cuñado; y siguieron inmersos en la lectura, tan rápido como les permitía el tiempo.

En la parte más alejada de Oerba se encontraban Sazh y Vanille. Estaban por una parte de talleres y vías, una zona industrial, por el aspecto que presentaba.

La pelirroja iba mirando todo con una gran sonrisa en la cara mezclado con nostalgia, y en lo profundo, sin que Sazh se enterara, con amargura.

Él por su parte, iba a un paso un poco más rezagado, inmerso en otro pensamiento que le abordaba la mente con más insistencia.

— Vamos a mirar por aquella zona bajo las vías, no la hemos revisado. — gritó Vanille con energía.

— ¿Eh?, ¡ah, sí!, claro, vamos. — respondió torpemente Sazh.

Ambos se encaminaron a una zona bastante abrupta, de difícil acceso, pero accesible al fin y al cabo.

Una vez que atravesaron el tramo difícil, se encontraron con una gran explanada, bastante espaciosa, llena de aparatos rotos y trozos de basura. Vanille se giró inmediatamente y miró a Sazh a los ojos.

— ¿Me vas a decir ya lo que te pasa o no? — preguntó la chica seriamente.

Aquello pilló por sorpresa al hombre, que inmediatamente se recompuso para hablar.

— He estado…dándole vueltas a muchas cosas…eso es todo. — respondió mirando hacia el Nido.

Volvió a mirar a Vanille a los ojos.

— ¿Te acuerdas de lo que pasó en Nautilandia? — preguntó esta vez él.

— Claro que me acuerdo, todavía lo siento en mi cuerpo… — respondió con la voz un poco temblorosa.

— Bueno, pues le he estado dando muchas vueltas, intentando darme una razón, una razón para poder comprenderlo y aceptarlo…pero no puedo… — dijo Sazh sacando su pistola y apuntando a la cara a Vanille.

La chica dio un paso hacia atrás por el temor y tropezó, quedando a desnivel con el hombre.

— Sazh, ¡¿por qué?! , ¿por qué otra vez? — respondió Vanille muy asustada.

Los ojos de Sazh estaban vacíos mientras miraba a la chica, solo veía en ella la desgracia.

— Mi hijo lo es todo para mí, es mi razón de ser, de vivir, de levantarme cada mañana, de seguir aun aquí…pero me lo has arrebatado. — dijo con la voz rota.

La chica comenzó a tartamudear intentando hablar para hacer entrar en razón a su compañero.

— Ya te lo dije, Sazh, no fue nuestra culpa, el Fal’Cie nos…

— ¡Silencio! — respondió el hombre con los ojos tornados en ira.

— Me es indiferente lo que os hizo el Fal’Cie, lo único que sé, es que debido a que estabas ese día allí, mi hijo se convirtió en un Lu’Cie del Nido, y ahora es un cristal, que es lo mismo que estar muerto.

— ¿Por qué?, ¿por qué a Dajh?, ¿por qué me tuvisteis que robar lo único que más apreciaba en éste mundo?, la única luz de mi vida… — decía cabizbajo.

Pasaron varios minutos sin moverse ni decir una palabra, la tensión era tan palpable en el aire que cualquier sonido o movimiento podría hacer la catástrofe allí mismo.

Vanille aún miraba con temor a Sazh, quién seguía apuntando con su pistola a su cabeza.

La chica no mostraba esta vez la determinación que demostró en Nautilandia, ésta vez estaba temiendo por su vida, como la chiquilla que era.

— No lo hagas, Sazh, por favor, te lo suplico, encontraremos una forma de salvar a tu hijo, pero no me mates. — decía entre sollozos la chica.

El hombre comenzó a acercarse a Vanille lentamente, paso a paso, cogiendo una gran bocanada de aire a cada paso, agarrando fuertemente su arma.

La chica sudaba mucho, sintiendo la muerte acercarse a cada paso que Sazh daba. En Nautilandia ya había reunido la determinación para que Sazh la matara por lo que hizo, pero esta vez no podía, no la tenía.

— Seguramente cuando todo esto acabe, me suicidaré para no convertirme en un Cie’th, ya que eso será peor que la muerte. Así por lo menos podré dar paz a mi alma por la de mi hijo…

— Sazh, ¡por favor!, no lo hagas, todavía hay esperanza.

El hombre le colocó la pistola a Vanille en la frente.

— No lo entiendes Vanille, para mí ya no hay salvación, mi razón de vivir ya no está, así que este es el final del camino. — dijo Sazh soltando una larga lágrima por el ojo izquierdo.

— ¡SAZH, NOO!

Se oyó un fuerte disparo en todo Oerba, que hizo que bandadas de pájaros se elevaran al cielo agitadamente.

Los otros grupos se dirigieron corriendo hacia el lugar del disparo, para, al poco tiempo ver a a Sazh de rodillas, llorando, y a Vanille con la respiración entrecortada y muy agitada.

Lightning fue la primera en acercarse a la escena. Había un agujero de bala en el suelo, a escasos centímetros de Vanille.

— ¡No puedo hacerlo! — dijo Sazh rompiendo a llorar. — ¿Por qué, por qué?, mi hijo…yo…simplemente no puedo hacerle eso a alguien.

Lightning apartó rápidamente a Vanille de allí, para dirigirse luego a Sazh.

— Tú y yo vamos a hablar seriamente, y espero que tengas una buena excusa que no me obligue a hacer algo que no quiero…

--

--

Adryan Rex
El rincon de pensar

Opinador disidente, escritor de fantasía épica, desarrollador web titulado y amante de los videojuegos clásicos. Fan absoluto de AC⚡DC.