Reseña: Pistol (Hulu | FX)

Tango Feroz con alfileres de gancho

sebaxxxtian
el secadero
3 min readJun 20, 2022

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…as I write, Johnny Rotten’s first moments in “Anarchy in the U. K.”–a rolling earthquake of a laugh, a buried shout, then hoary words somehow stripped of all claptrap and set down in the city streets–I AM AN ANTICHRIST–Remain as powerful as anything I know. Listening to the record today–listening to the way Johnny Rotten tears at his lines, and then hurls the pieces at the world; recalling the all-consuming smile he produced as he sang–my back stiffens; I pull away even as my scalp begins to sweat. Greil Marcus

Hay una necesidad de parte de la industria del entretenimiento de ficcionalizar la historia del rock desde diferentes figuras. Algunos experimentos al respecto cumplieron su objetivo (la biopic de Elton John me pareció extrañamente simpática, siendo un tipo que detesta las películas musicales) y otras más bien terminaron siendo más aburridas que un Platense-Chicago de lunes por la noche (La biopic sobre Hank Williams logró que Tom Hiddleston quede desdibujadísimo). Al fin y al cabo, las vidas retratadas poseen un aura legendario e incluso hasta sobrehumanos, como si fueran superheroes de Marvel, y no es de extrañar que terminen siendo material para plataformas audiovisuales o productoras de contenido.

El último ejercicio en la materia es Pistol, una miniserie de 6 episodios basada en la autobiografía de Steve Jones y que narra el ascenso y la caída de los Sex Pistols desde la lente de Danny Boyle (Director de Trainspotting). La premisa era prometedora, pero el resultado dista mucho de ser bueno.

Los 4 atorrantes

¿Qué falla en Pistol? Un cast bastante intrascendente especialmente Toby Wallace y Anson Boom, como Steve Jones y Johnny Rotten (La excepción es Thomas Brodie-Sangster como Malcolm McLaren, contradiciendo la premisa de “Tu película es tan buena como lo es tu villano”), una narrativa que abarca varios ángulos pero que no termina de desarrollar ninguno del todo, una subtrama romántica (la relación entre Jones y Chrissie Hynde, antes de formar The Pretenders) que no aporta mucho y una chatura en el tratamiento de los personajes que uno termina pensando en el desperdicio de haber tirado a la basyra una historia bastante más interesante de la mostrada.

Lo mejor de la serie es que no mitifica el nacimiento del punk como algo “anti sistémico”: El punk fue un armado de marketing cultural, que leyó muy bien la coyuntura de la Inglaterrra de fines de los 70s y modificó el transcurso de la cultura occidental para siempre. Hay una escena de la serie donde los Pistols están en un bus con la crew que lo seguía y todos cantan a los gritos “Shang-A-Lang” de los Bay City Rollers (1): Lejos de ser una banda altamente ideologizada (dejemos ese lugar de conciencia política a otros exponentes del género), los Pistols solamente querían pegarla, pasarla bien, drogarse mucho y fornicar groupies; pero con el vestuario de Viv Westwood y los gimmicks publicitarios de McLaren.

Sid, Rotten y Jordan

El legado de los Pistols fue haber encendido esa chispa en una Londres desdibujada e inspirar los sucesivos pasos que hasta el día de hoy siguen siendo la primera sensación de inconformidad que uno puede experimentar.

(1) Los Bay City Rollers fueron una banda teen pop escocesa que, durante los 70s, lograron una popularidad ridículamente tan alta, que causaron un fenómeno similar a la Beatlemanía. Esta nota en Daily Records habla sobre el link entre los Rollers y Rotten.

Algunos Bonus Tracks

  • Una lista de Spotify con la música que se escucha en la serie.
  • Otra reseña, del blog amigo DIScarga Directa.
  • la s.3r13 para v3r.

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