El Camí de Cavalls

De playa en playa por Menorca

David Fuentes
El viejo continente

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Acabo de regresar de estar una semanita en Menorca, en gran parte gracias a la hospitalidad de mi amigo Fernando, que por varios de los días ha sido nuestro anfitrión, y de la isla me traigo muchas cosas: Una grata sorpresa, por la calidad de las playas, de las calas, y de la costa menorquina, algo que sin duda no me esperaba; otra sorpresa, mayúscula, por ver de primera mano lo diferente que es la celebración de Sant Joan en Ciutadella, totalmente digna de reseña; me traigo tranquilidad, porque me hacía falta y porque es gran parte de lo que ofrece Menorca; pero sobre todo, me traigo unas increíbles ganas de volver a hacer algo que me quedó pendiente, y realmente creo que no tardaré mucho en hacerlo.

El Camí de Cavalls es un antiguo camino usado como defensa de la isla contra piratas que, desde el siglo XIV une fortificaciones y torres de vigía a lo largo de 186 kilómetros y que circunvala totalmente y por la costa, pasando por todas las playas, la isla balear. Duramente mi estancia, sólo caté unos 3 kilómetros de esta senda, pero me fueron suficientes para saber que hacerlo entero sea, quizás, la mejor manera de conocer, a fondo, la isla.

El camino comienza en el puerto de Maó, el segundo puerto natural más grande del mundo, por cierto, sólo por detrás de Pearl Harbor, y de ahí, en sentido antihorario, pegadito al mar, se divide en veinte etapas oficiales bastante cortas, de entre 5 y 13 kilómetros, como para hacer entre 3 y 4 por día y así terminar el recorrido en 6 días, algo que, con esfuerzo, me parece bastante viable.

El camino sale de la capital y, tras cruzar un tramo por el interior, llega a la costa en unos 5 kilómetros, lo que le cuesta llegar hasta el Cap Roig, donde empieza el baile de playas: Sa Rinconada, Cala Mesquida, Caleta de Binillautí vienen casi seguidas, antes de entrar al Parque natural de s’Albufera des Grau, con la playa en el pueblecito de pescadores que le da nombre al parque, y con el faro del Cap de Favàritx, que marca el extremo nordeste de la isla.

Faro de Favàritx, by DavidMolone

El camino toma otro pequeño tramo de interior hasta salir del Parque, y llegar a Port d’Addaia, cruzando Puerto Luz y llegando a la cala, en forma de herradura del Arenal d’en Castell, adonde se habría llegado, aproximadamente tras una exigente primera jornada de pateo desde el comienzo de la ruta.

El día siguiente podría comenzar atravesando Son Saura nord para rápidamente llegar a Fornells, un centenario pueblecito de pescadores cerca del Cap de Cavallería (por donde también pasa el camino), que marca el punto más septentrional de la isla y que da comienzo a otro continuo baile de calas (Cala de Cavallería, Ses Pesqueres, Cala Mica, Binimel·là y Cales Morts) hasta llegar a una de las grandes y famosas de Menorca, Cala Pregonda. De hecho, este pequeño tramo entre Binimel·là y Pregonda es el que tuve el gusto de hacer en mi reciente visita.

Cala Pregonda, Menorca, by MontanNito

El camino sigue camino de Cala Barril y cruza un tramo de acantilados hasta Cala Calderer y Cala Moragues, una a continuación de la otra. Otro sector de interior da pie a Cala del Pilar y a Sa Bombarda para llegar a la Cala d’Algaiarens y Biniatram para terminar otra posible jornada en Cala Morell.

Cala Morell, by DavidMolone

A la mañana siguiente empezaría el tramo más largo del camino sin ninguna playa, aunque bien pegadito a la línea de costa hasta llegar a Ciutadella; y tras ella Cala en Blanes, Cala Santandria y Cala Blanca, donde podría acabar una tercera etapa, más corta que las anteriores, pero que a cambio, habría ofrecido una visita a la segunda ciudad de la isla y antigua capital, aún sede de la catedral.

A partir de aquí, las etapas deberían tornarse deliberadamente más cortas, aunque fuera para disfrutar brevemente de las calas de la costa sur, las más impresionantes de la isla. Un comienzo por Son Xoriger nos llevaría a cruzar Parejals y Son Vell para llegar a Son Saura, una de las más famosas, atravesar Cala des Talaier y darnos un baño en Cala en Turqueta antes de llegar a las que, probablemente, son las dos calas gemelas, vírgenes, más famosas de las islas Baleares: Macarella y Macarelleta (en la foto, de Morfheos).

Poco más quedaría de una etapa en la que para dormir, habría que llegar, al menos, hasta Cala Galdana, otra de las famosas, más accesible y con más oferta de alojamientos que las anteriores.

Cala Mitjana, por Jaume Escofet

El camino sigue, y rápidamente uno se encuentra cala Mitjana, que precede el tramo más largo del camino por el interior, el que lleva a la Platja de Sant Tomàs, probablemente la más larga de la toda la isla para llegar poco después a Cala en Porter que da entrada a Cales Coves y a Es Canutells, estas dos últimas, seguramente las calas más cerradas, como si de un fiordo se tratase, de toda la isla. Otra noche más, tras la quinta etapa, en Es Canutells, que daría paso a la última etapa.

Una última etapa de pocas playas, apenas Caló Blanc, Binissafúller y Binibèquer (en la foto, de Iñaki Mateos), al principio del camino, pues el resto del recorrido trascurre por acantilados y costa escarpada antes de llegar a la zona de puerto, para finalmente, morir tras casi 25 kilómetros desde el comienzo, y más de 180 en la mochila.

Y esto es todo lo que me traigo, en deseos, de mi última escapada. Acepto acompañantes para estos 6 días de camino, camino y playa.

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David Fuentes
El viejo continente

Pachorro, viajero, despistado, Molone, pensador, ingeniero, coherente, baterista, madrileño, cervecero, rayista, seriéfilo, comidista, chanante y submarinista.