Eslovenia está de moda

Con razón. Lo tiene todo. Pero yo me quedo con las impronunciables Postojna y Škocjanske Jame

David Fuentes
El viejo continente

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Eslovenia, que no Eslovaquia, ni Eslavonia (pero esto lo conoce menos gente). Vale que tienen un nombre parecido, vale; pero no es muy de recibo que ayer mismo, durante el sorteo de los grupos de la fase de clasificación para la próxima Eurocopa de Francia, en 2018, en la televisión (y en los periódicos) confundieran varias veces la selección de Eslovenia con la de Eslovaquia (que es, en realidad, la que nos ha tocado).

Bobadas aparte, está de moda, mucho. Están llevando una campaña de promoción buenísima. Está en las televisiones, en los anuncios de las agencias de viaje, en todos los blogs (incluso en este), los ha elegido Lonely Planet como uno de sus 10 destinos molonguis para este año y hasta han salido en CallejerosViajeros/Madrileños/EspañolesPorElMundo… están que se salen… y con razón.

Bueno, Bonito y Barato (y cerca, y accesible, y para cualquier época del año, y cómodo, y muy diferente, y, y, y…), tiene playas, montañas, lagos, ríos, aventura, se respira Mediterráneo en cada esquina, se come bien, se bebe mejor… ¿Qué más se puede pedir?

Lo visité en un puente de Diciembre, desde Munich, cuando estaba ya demasiado harto del frío (me hallaba a mi mismo viviendo allí) y decidí que era un buen momento de mirar hacia el Sur. Y debo decir que fue un acierto absoluto, aún nadie lo conocía, la gente me miraba raro por proponerlo… y a la vuelta, todos encantados.

Se llega rápido en coche desde varios aeropuertos de Europa Central, porque el de Ljubljana tiene unas conexiones reguleras. Y una vez allí, pues iba con la boca abierta por todos lados. El Lago de Bled (el de la foto de la portada) y la garganta del Vintgar los dejo para otro día, cuando cuente también la visita al castillo-cueva de Predjama, la costa (prácticamente italiana) de Piran y algo sobre Ljubljana, aunque no lo conocí lo suficiento como para valorarlo, o los ríos el norte, de la zona de los Alpes Julianos, que también volveré…

Pero hoy me quedo con las cuevas. Quizás porque soy un geólogo frustrado, o porque tengo una agorafobia no diagnosticada, pero en Eslovenia descubrí dos de los lugares más increíbles que he visitado en toda mi vida.

La primera fue la cueva de Postojna, y he de decir que en cuanto llegamos a la entrada, me dió un bajón de campeonato:

Main entrance of Postojna Cave, by Simon Law

Esto es absolutamente lo contrario a lo que me esperaba de una de las cuevas más grandes de Europa. Entiendo que tenga que estar preparadita para el turismo, y que no haya que ser un experto espeleólogo para disfrutarla (y menos mal), pero es que aquello me dio una impresión horrible de estar en un parque temático de la geología subterránea. Y te acercas a la puerta y la entrada cuesta como 20€… en un país en el que ya había dormido por menos de la mitad, y leo que hay que la visita a la cueva se hace montándose en un trenecito eléctrico…

Postojna Cave, by Doc Searls

Vamos, que estaba yo al borde del colapso, y a punto de decidir que no entraba. Y menos mal que entré.

Una vez montado en el tren, he de decir que empezó al diversión. Parece un tren cutrísimo de juguete (y lo es), pero para empezar, va rápido, y eso es divertido, y tras un trayecto que habría llevado varias horas completar andando, llegas al final del trayecto, comprobando que la visita no era en tren, sino que era un medio de transporte para llegar a la visita. Puntazo.

Y entonces el tren te deja aquí:

Postojna Cave Park, by Michael R. Perry

Y desde ese momento todo cambia. Te sumerges en una visita de unas dos horas en las que pasas por infinitas salas enormes, cada cual más alucinante que la anterior, como si no estuviéramos en el mismo planeta… con palabras es complicado contarlo.

Postojna Cave, by Janos Korom
Postojna Cave, by Donald Jugde
Spaghetti, by Aris Gionis
Postojna Cave, by David Pérez

Y salí eufórico, como no era para menos.

Y nada, ni cortos ni perezosos, como no habíamos tenido suficiente, al día siguiente decidimos que era momento de visitar la otra gran cueva Eslovena… Škocjanske Jame.

La entrada a estas es más de verdad: después de pagar la entrada en un centro de visitantes, te unes a un guía que te lleva una media hora andando por mitad del campo y notas que el terreno se empieza a cerrar, y te metes en un valle, y del valle a un desfiladero, y del desfiladero a una cueva.

Skocjanse Jame, por W&T

Se trata de una cueva muy muy diferente, aquí lo impresionante no son las miles de formaciones inverosímiles creadas a través de millones de billones de trillones de años (a ojo), es el tamaño de las galerías que se han generado, increíbles bóvedas, en su mayoría talladas por un increíble río subterráneo.

Slovenia Holidays, by Paul Appleton

Y encontrarme en el interior de una montaña, de esta manera, a mi me dejó “tó loco”. Sigues andando, y te encuentras ante Khazad-Dum:

Skocjan Caves, by Trent Strohm

Y más salas, y más salas increíbles, hasta que llegas a la salida y vuelves a sentir lo que sentiste el día anterior, pero un poco diferente.

Cuevas Skocjan, by Vicente Villamón
Skocjan Cave, by Stephanie Yover

Y hasta aquí da de sí mi experiencia en estas cuevas.

Mi visita a Eslovenia fue de cuatro días en invierno allá por 2008, creo que en esa época es una cantidad perfecta de días para este pequeño país Mediterráneo, puesto que yo volví absolutamente encantado. Pero me queda pendiente echarle un poco más de tiempo, quizás una semana larga en verano, para disfrutar mucho más de sus Alpes, y de sus actividades al aire libre.

Desde entonces, se lo recomiendo a todo el mundo, y seguiré haciéndolo hasta que encuentre un lugar similar, accesible y tan sorprendente. Se admiten sugerencias.

See you later, alligators!

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David Fuentes
El viejo continente

Pachorro, viajero, despistado, Molone, pensador, ingeniero, coherente, baterista, madrileño, cervecero, rayista, seriéfilo, comidista, chanante y submarinista.