EDUCACIÓN ESPECIAL EN NYC: NO SE HABLA ESPAÑOL

Laura Espinoza, la mamá hispana que está cambiando la educación especial palabra por palabra

”Si nosotros no hablamos, nadie nos va a escuchar”, dice Laura, quien lidera un grupo de más de 30 padres latinos en Sunset Park. Trabajan por obtener más y mejores recursos para sus hijos y por contar con acceso a información en español.

El Deadline
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9 min readMay 24, 2019

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Laura Espinoza. Crédito: Pamela Subizar (fotografía) y Natalia Rodríguez Medina (montaje).

Por Pamela Subizar y Natalia Rodríguez Medina

Cuando el primer hijo de Laura Espinoza fue diagnosticado con problemas de aprendizaje del lenguaje, ella había llegado apenas unos años atrás a Nueva York desde Ecuador. Le dijeron que el niño, Jonathan, necesitaba una clase especial y le dieron un extenso documento en inglés llamado Individualized Education Program (IEP) que indicaba el diagnóstico.

Laura arrancaba sus días a las 5 de la mañana, trabajaba el día completo en una fábrica de ropa, cuidaba a Jonathan y a su pequeña Britney con la ayuda de Eduardo, su esposo, y a la noche se sentaba con el IEP en una mano y un diccionario de inglés-español en la otra.

“Buscaba palabrita por palabrita y la iba uniendo, pero ya cuando completaba lo traducía todo y leía… No entendía nada”.

En Nueva York, los padres de niños con necesidades especiales y cuya lengua nativa no es el inglés tienen derecho a recibir el Programa de Educación Individualizado o el IEP de sus hijos en su lenguaje de origen. Sin embargo, activistas y familias afirman que hay escuelas que no proveen estos servicios de traducción y los padres no conocen la situación de sus hijos.

En el 2012, la organización Advocates for Children, junto a otras entidades, demandó al departamento de educación de la ciudad por fallas en servicios para padres de educación especial que no hablen inglés. A esto se suma que el sistema de educación especial en la ciudad de Nueva York, que incluye más de 200.000 estudiantes con discapacidades, es complejo y difícil de navegar, en especial para padres hispanos de bajo ingresos.

Crédito: Pamela Subizar.

Laura Espinoza, 37, es hoy una activista comunitaria en Sunset Park y mamá de cuatro niños. Lidera un grupo de más de 30 padres latinos que buscan mejores servicios en educación especial para sus hijos y brindar información en español sobre el tema. Las mamás desean trabajar junto al DOE por la comunidad.

Siete de las mamás se presentaron a mediados de mayo en el Community Board 7 de Brooklyn y contaron sus experiencias con el sistema público de servicios especiales. El comité tomó nota, pero Laura abogó por acciones concretas.

Hace diez años ella ni siquiera sabía que su hijo asistía a una clase especial. Toda la información al respecto estaba en inglés.

“Llamaba a la maestra y me decía que todo iba bien, que él estaba aprendiendo mucho, que era un niño tranquilo, que él era un niño amable, todo perfecto”.

Pero cuando ella creía su hijo tenía que pasar a tercer grado, la maestra le dijo que no, que él estaba cursando en primer grado. “Es como si me hubieran tirado un balde de agua fría y me quedé tonta”. Laura recuerda que discutieron, ella lloró, la maestra le gritó.

Jonathan no sólo recibía terapia del lenguaje, como ella pensaba, sino también le habían asignado terapia física, terapia ocupacional y consejería.

En ese entonces, ella también supo que su hijo era víctima de bullying en una escuela fuera de la comunidad. “Él tenía 7 a 8 años en ese momento. Sufrió mucho”.

EL COMIENZO

A partir de su experiencia, Laura dejó de trabajar y empezó a involucrarse más activamente en la educación de sus hijos. “Trabajar daba dinero pero mis hijos no estaban recibiendo toda la atención”, dice. “Muchos me llamaron mamá sobreprotectora”.

La vida de Laura en ese entonces era lavar la ropa, cocinar, trabajar, ir al mall los fines de semana. Hoy, su agenda está repleta de reuniones con directivos de escuelas y concejales, actividades para juntar firmas para peticiones y organización de eventos con mamás del barrio.

Empezó como voluntaria en Head Start, y después como parte del PTA -la asociación de padres y maestros- en el programa Learning Leaders en P.S. 24. Su hija Britney aprendió a caminar en las aulas de la escuela cuando Laura la llevaba a hacer su voluntariado. Laura entró al PTA a la mano de otra mamá latina, Lenny García.

“Las escuelas necesitan que padres como Laura se involucren y demanden explicaciones sobre cómo se invierten los presupuestos”, dice García.

En una de esas reuniones, en la escuela P.S. 24 en 2013, Laura escuchó hablar por primera vez del Participatory Budgeting (PB o presupuesto participativo), un programa municipal en el cual los vecinos pueden votar en qué invertir fondos públicos. Y desconfió. “Los políticos siempre decían que iban a hacer cosas por la escuela y después no hacían nada”, cuenta.

El político de esa reunión fue Carlos Menchaca, concejal del distrito 38 en Brooklyn, que incluye a Sunset Park. Años después, el PB se concretaría y le permitiría a Espinoza conseguir los fondos para renovar el auditorio de la escuela de dos de sus cuatro hijos, entre otros logros.

Laura creció sin creer en los políticos, porque prometían y no cumplían. Pero recuerda sentir mucha emoción al ver un mexicano de la comunidad, como Menchaca, que estaba compitiendo por un puesto político. La noche de las elecciones se quedó despierta esperando los resultados, y cuando salieron comenzó a gritar a su esposo: “¡Sí, ganó! Tu paisano ganó”.

“Yo no sabía qué era concejal, no sabía nada de eso, pero de que ganó, ganó. Quedó en la comunidad”.

El concejal Menchaca y Laura Espinoza se conocieron en 2013 en una reunión de presupuesto participativo que incluyó, entre otras cosas, renovar infraestructura escolar en Sunset Park. Desde entonces son amigos y colaboran en iniciativas de mejoras para la comunidad. Crédito: Pamela Subizar.

Laura y el concejal desarrollaron una amistad que los ha llevado a trabajar mucho durante los últimos seis años. Menchaca explica que Laura sabe cómo activar el gobierno, ya que su meta es que el gobierno trabaje con la gente, y sus logros en las escuelas de Sunset Park demuestran esto.

“Ella me impulsa. Me dice: ‘no te estás concentrando aquí. Necesito que vengas y escuches’. Exige mi tiempo, y ese es el poder que tiene, y no va a aceptar nada que no se merezca”, dice Menchaca.

Por este lazo político, su apoyo a otros candidatos demócratas y su activismo en Sunset Park, Laura ha recibido críticas. Algunos miembros de la comunidad no están de acuerdo con que participe en campañas electorales ni en la forma en que ella organiza el grupo de madres.

El balance para ella es positivo. “No tengo dinero, pero tengo conocimiento, y eso vale mucho. Ahora me puedo parar y puedo pedir por mi comunidad porque he aprendido”.

VISIÓN FUTURO

En 2014 Laura y su esposo tuvieron a los gemelos Eddy (izquierda) y Edward (derecha). Crédito: Pamela Subizar.

Luego de Jonathan y Britney, en el 2014 llegaron a la familia los gemelos Eddy y Edward. El año pasado, fueron diagnosticados de Espectro Autismo. Entonces, estando en un punto totalmente diferente de su vida, Laura debió enfrentar nuevamente el desafío de navegar el sistema de educación especial en Nueva York.

“Cuando me dijeron que mis hijos tenían autismo, me quedé como que… sin ninguna reacción. Ni feliz, ni triste”, recuerda.

Laura supo en ese momento que lo que tenía que hacer era aprender sobre el autismo y lo que sus hijos necesitaban. “Lloré en silencio con mi esposo, porque no teníamos el apoyo. Siempre hemos sido sólo él y yo”.

No sabían cómo ni dónde pedir ayuda, a qué escuelas debían ir sus hijos, qué servicios necesitaban. Sintió nuevamente que estaba perdida, que tocaba fondo. Y dijo: “es momento”.

Laura decidió entonces concretar una idea que le había estado rondando la cabeza durante años: organizar talleres en español e información para la comunidad de Sunset Park, donde más de la mitad de los residentes no hablan inglés “muy bien” de acuerdo a los datos del Censo. “Si nosotros no hablamos, nadie nos va a escuchar”, pensó.

Laura junto a uno de los gemelos en su hogar en Sunset Park. Crédito: Pamela Subizar.

La motivación siempre fueron los niños. “Si yo le di mi tiempo haciendo campaña para política, como no voy a dar mi tiempo para hacer campaña por mis hijos, y no sólo por ellos, sino también para otros niños en la comunidad”.

Laura buscó apoyo y habló con Cesar Zuñiga, a cargo del Community Board 7, sobre la posibilidad de crear un grupo de padres. Empezó organizando un taller en español en el barrio sobre educación especial, con la asistencia del equipo de Menchaca.

Antelma Valdez y Mirna Zea se sumaron a la iniciativa, y se convirtieron en sus “confidentes”. Luego, llegó Janet Marte, mamá latina de ascendencia dominicana. Surgió entonces el grupo Visión Futuro, que en unos meses, sumó más de 30 integrantes.

Algunas de las mujeres que integran el grupo “Visión Futuro”. De izquierda a derecha: Mirna, Teresa, Laura, Janet, Jessica y, en primera fila a la izquierda, Britney. Crédito: Pamela Subizar.

Mientras el grupo surgía y crecía, Laura recibió el IEP de sus gemelos. En inglés.

“Mi hijo (Jonathan) me dijo: ‘mami, mira bien el IEP, porque no quiero que cometas el error que cometiste conmigo’. Y eso a una mamá le duele porque uno no quiere cometer errores con sus hijos, pero a veces uno, por falta de información o por falta de conocimiento, se equivoca y ya es tarde”.

“Pero a veces -agrega- también de los errores se aprende”.

Y Laura había aprendido.

“Ahora puedo pararme y decir estos son los derechos de mis hijos, estos son mis derechos, seamos ciudadanos o no”.

En algunos meses, su grupo ha organizado al menos cuatro talleres en el barrio y comenzado a reunir firmas para pedir al Departamento de Educación (DOE, por sus siglas en inglés) que traiga más recursos a la comunidad. El grupo está organizando además una encuesta en inglés, español y mandarín en Sunset Park para mostrarle a las autoridades con números cuáles son las necesidades de los papás y sus hijos.

“Si tengo que llorar, o lo que sea, para que me escuchen, lo voy a hacer. […] La fuerza es nuestros hijos”, asegura Laura.

Los gemelos en la cocina de su departamento. Eddy en primer plano. Edward en segundo plano. Crédito: Pamela Subizar.

Menchaca reconoce esa tenacidad que la caracteriza. “Se preocupa por las relaciones, con los padres, en la escuela, con el gobierno. Cuando habla, habla desde el corazón pero con experiencia. Siempre tiene un razonamiento racional. Ella inspira”.

Edward y Edy ahora tienen cinco años. Sonríen mucho. Casi no pelean. Si uno llora, el otro corre a ayudarlo. Para Laura, no conocen la maldad, su amor es diferente y único. “Para mi el autismo es una bendición. […] Si reciben la ayuda adecuada, ellos no tiene por qué quedarse aislados”.

Si bien los gemelos han tenido que asistir a pre-kinder desde agosto en una escuela fuera de la comunidad, porque no estaban los servicios disponibles en Sunset Park, lograron una evolución increíble juntos a sus nuevos maestros y terapeutas.

Ahora ya hablan. Cuando escuché que por primera vez me dijeron mamá, Oh my God”, ríe.

Nota: Prohibida la reproducción de las fotos de esta nota sin la autorización expresa de El Deadline.

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