Lo bueno, lo malo y lo feo de la telesalud para Tulita

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7 min readMay 18, 2021

Ha pasado un año desde que la Telemedicina se viralizó. ¿Todavía sigue importando? Esta es la historia de Tulita Ordeñana.

Por Roberto Bolaños

Tulita Ordeñana sonriendo desde París-Francia. Foto cortesía de Ordeñana.

“Mi Facebook, Instagram, y mi estatus en el WhatsApp van a reventar cuando vean mi foto en París”. Esas fueron las palabras de Ordeñana Ordeñana después de tomarse fotos en su primera visita a París en agosto del 2019 gracias a una compensación monetaria por heridas. Su pensión monetaria por su caso de compensación que le permitió realizar este viaje. Su primera visita a Europa fue un sueño que tenía desde muy pequeña, dijo con una sonrisa de oreja a oreja y con su cabello rizado que brillaba al recordar lo delicioso de “comer pizza de verdad en Italia”, su próxima parada. Lo que nunca se imaginó, fue que después de un par de meses, Francia, Italia y España iban a cerrar sus fronteras debido a los altos niveles de Covid-19 y su vida daría un giro de 180 grados al no poder seguir con sus visitas al doctor y tener sus terapias físicas en persona.

Antes del cierre, Ordeñana asistía a terapias físicas 3 veces a la semana desde el 2018 y constaba con un doctor principal asignado por el seguro de compensación, una enfermera y una nutricionista. Durante sus terapias, Ordeñana realizaba ejercicios de movilización de rodillas, estiramiento, y relajación usando una máquina eléctrica colocada en su hombro derecho y rodillas. Las enfermeras estaban encargadas de darle seguimiento a las medicinas recetadas y chequeaban constantemente sus niveles de azúcar y sangre ya que debido a su sobrepeso, osteoporosis, e hipertensión, quedaba en un estado vulnerable.

Después del cierre debido a los altos contagios del coronavirus en la ciudad de Nueva York, Ordeñana perdió el acceso directo a su doctor principal asignado por su seguro de compensación, enfermeras y nutricionista hasta un segundo aviso. Durante el primer mes de confinamiento, no pudo realizar los ejercicios de estiramiento y relajación ya que su casa es muy pequeña y no cuenta con el espacio suficiente para sus rutinas. También, debido al confinamiento, sumado al estrés de escuchar las ambulancias pasar y ver las noticias negativas aumentó de peso rápidamente.

Las sesiones en persona pasaron a ser virtuales en julio del 2020, después de que la ciudad de Nueva York comenzó su reapertura parcial. Para Ordeñana, la experiencia con la Telesalud no fue nada agradable. Su conexión de internet no era de las mejores a la hora de asistir a su cita en línea por Zoom. La interacción con su doctor, enfermeras y nutricionista empeoró, primero por la barrera del lenguaje, ya que Ordeñana no habla el inglés y casi nunca había un intérprete disponible.

Además, no contaba con alguien que le corrigiera algún error a la hora a la hora de hacer los ejercicios, no contaba con los aparatos electrónicos para el relajamiento de su rodilla y hombro. Ordeñana dice que esto llevó a su deterioro y a que no se sintiera motivada para comer alimentos saludables, Reaparecieron enfermedades como la presión alta y el colesterol. Para Ordeñana, la Telemedicina fue más un dolor de cabeza que una solución.

Ordeñana emigró a los Estados Unidos en febrero del 2007, después de esperar casi 15 años por la petición familiar hecha por su padre ciudadano americano con el cual no habían tenido contacto básicamente desde el comienzo de dicha petición. “Me atrevo a decir que fue lo único bueno que hizo al final de su vida. Durante mi infancia sufrí sus maltratos e insultos, pero al final, creo todo valió la pena”, dijo Ordeñana.

Para los recién llegados a este país, la adaptación no es una opción, o un mandato, lo único que existe es trabajar y dejar celebraciones, cumpleaños, fiestas, navidades a un lado, Llegué a este país y comencé a trabajar en lo que sea, tu sabes, el que no trabaja con come”.

En el 2009, Ordeñana consiguió trabajo como cuidadora de personas mayores en la compañía Partners & Care. Su salario era de $35,000 al año, con lo que por fin pudo adornar su apartamento con artículos de Macy ‘s, Target o cualquier otra tienda donde podría adquirir flores, platos, y otros utensilios de diferentes colores y formas.

A los pocos meses, Partners & Care, comenzó a enviar a Ordeñana a lugares remotos de Brooklyn, Manhattan, Yonkers, Upstate New York. No sólo se perdía celebraciones familiares por tener que trabajar todos los días, sino que dejó de dormir para poder alcanzar el primer tren a las 5 de la mañana para llegar a su destino. “Comencé a levantarme a las 4 am para alistarse, luego a las 3:00 am. Imagínate levantarte a esa hora en el invierno y comerte todo ese frío”, dijo Ordeñana.

El trabajo de cuidadora de personas mayores incluye cargarlos, mover sus muebles y bañarlos, “Mijo usted puede imaginarse cargar a personas de 300 lb o más? ¿O cuidar a personas que tienen mi misma edad? Yo los cuido a ellos, pero ¿quién me va a cuidar?”

Para el 2011, Ordeñana comenzó a tener dolores en las manos, rodillas y hombros. También debido a los altos niveles de estrés, y la gran demanda física de su trabajo, comenzó a comer descontroladamente y subió de peso. Para el 2015, llegó a pesar 210 libras y caminaba más lento debido al dolor de rodillas. Su condición física, alimenticia y mental seguía deteriorándose hasta que el 2016 tuvo que renunciar porque su cuerpo simplemente se rindió. Ordeñana fue llevada de emergencia al Elmhurst Hospital en Queens para que los médicos removieron una agua de su rodilla derecha debido al deterioro de sus huesos y sus músculos.

Para el 2017, después de que su hija prácticamente la convenciera para que hablara con un abogado, su vida dio un giro. María Odeñana, hija de Ordeñana, trabaja como profesora de una escuela en alto Manhattan, enseñando ciencias naturales a estudiantes de primaria. Después de ver su madre gritar de dolor mientras le quitaban con una inyección el agua de su rodilla, María decidió buscar ayuda legal: “Ya no más, estaba cansada, irritada, frustrada, venir a trabajar, a prepararse y de repente encontrarte sola, no permitiría que eso le ocurra a mi madre”.

Después de muchas consultas y citas con diferentes abogados y paralegales del consultorio Ginarte, decidieron representarla legalmente. En 3 meses, los abogados de Ordeñana la mandaron a consultas con diferentes doctores y todos dijeron que había desarrollado una artritis severa, problemas de desgarro en el hombro derecho y no constaba con cartílagos en la rodilla derecha. Necesitaba entrar en terapia física los más pronto posible. “Me dio mucha vergüenza ser honesta, me sentía culpable de la explotación que recibí en mi antiguo trabajo, ¡a todo le decía si!

Ordeñana comenzó inmediatamente a recibir una pensión de $3000 al mes, más terapias físicas con todos los gastos pagados y al final del caso, una indemnización de mucho dinero. Todo siguió con normalidad durante los próximos años, dinero por aquí, terapias por acá, irse de compras todos los fines de semana. “Creo que estoy viviendo el sueño americano” comentó Ordeñana entre risas.

Al regresar de su viaje, todo siguió con normalidad. Lo que Ordeñana nunca pensó fue que todo esto cambiaría un par de meses después de haber llegado. “Mi hija seguía mucho las noticias y me dijo que algo fuerte se vendría así que mi cuarentena comenzó el 7 de marzo del 2020”.

No solo el cambio drástico ocurrió con el virus, sino también con su caso de compensación. El abogado de Partners & Care peleó con fuerza y logró rebajar la pensión porque no estaba asistiendo a las terapias, las cortes se cancelaron y no pudo tener contacto con el abogado que la estaba representando. “La ley es rara en este país, me rebajaron la pensión y no podía creerlo, mis terapias se acabaron, mis compras se terminaron, y mi cuenta de banco está maluca” comentó Ordeñana.

Después del trasplante de rodilla en febrero del 2021. Foto cortesía de Ordeñana.

Ordeñana se vio obligada a tener sus sesiones y terapias en línea. Las sesiones de tele salud fueron muy diferentes e ineficientes para el cuidado de las rodillas de Ordeñana ya que no contaba con su especialista en persona para continuar con el tratamiento de reconstrucción de ligamentos en sus rodillas.

Al comienzo de la pandemia, y gracias a que las clases continuaron por Internet, María pudo ayudar a Ordeñana financieramente y se convirtió en su traductora a la hora de tener las audiencias telefónicamente o las sesiones de telemedicina por videollamada: “Imagínate que mi madre hubiera pasado esta pandemia ella sola? cómo se hubiera alimentado? quien la ayuda con el acceso a las cortes y citas con el doctor virtualmente” dijo María.

Cuando la corte decidió hacer las audiencias por llamadas telefónicas, Ordeñana perdió mucho. Los jueces no podían ver su condición y el uso de intérprete era más difícil ya que la conexión no era a veces muy buena. “el juez me dijo que tenía que seguir mis terapias con un doctor a través de una video llamada… el juez dijo algo así como Telesalud, primera vez que escucho eso en mi vida” comentó Ordeñana.

Debido a la falta de atención médica directa, la rodilla de Ordeñana se rindió completamente. Cuando los hospitales pudieron aceptar operar a Ordeñana, después de la apertura parcial, tuvieron que hacerle un trasplante de su rodilla derecha urgente. Mientras ella se preparaba mentalmente para la operación que tendría lugar en febrero del 2021 en New Jersey, Ordeñana contaba que todo esto fue gracias a las malas decisiones que tomó. “Si tan solo hubiera escuchado a mi otro hijo que me decía que comiera mejor, que me ejercitara, que dejara ese trabajo, a lo mejor, no hubiéramos llegado a este punto”.

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