TURISMO ESTÉTICO EN REPÚBLICA DOMINICANA

Todo empezó por un “me gusta” que le costó la vida

Los detalles sobre la muerte de Sharilene Cedeño, una joven neoyorquina que falleció después de haberse sometido a una cirugía plástica con el cirujano Edgar Contreras en Santo Domingo, dan cuenta de un fenómeno en el que cirujanos de dudoso historial convencen a mujeres de NY de operarse en la Isla. El costo de una operación de bajo precio puede ser impagable.

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Sharilene Cedeño. Su foto cuelga de la pared del living de la casa de su hermana Kendra. Crédito: Gentileza de la familia Cedeño.

Por Noelis Ciriaco y Michael Krumholtz

Kendra Cedeño no sabía que no tendría una última oportunidad de despedirse de su hermana menor.

“No te voy a abrazar, voy a esperar hasta que regreses porque vas a lucir como una bad bitch”, le dijo a su hermana Sharilene cuando la joven de Harlem salía para República Dominicana para someterse a una cirugía estética.

Sharilene, de 23 años, era una morena voluptuosa, de piel canela y pelo largo.

Sus días de asistente de enfermera consistían en esconderse detrás de un escritorio con los ojos pegados a un computador. En sus momentos libres, Sharilene pasaba horas en Instagram regalando “me gustas” a los antes y después de los trabajos de cirujanos plásticos. Admiraba los cuerpos elaborados que esas mujeres recién operadas exhibían alegremente.

Era fiel a la cuenta de Snapchat del Dr. Miami, un cirujano plástico famoso en las redes sociales, conocido por su carisma y trabajo especializado en el aumentos de glúteos y la liposucción. Todo el proceso le parecía una obra de arte: la técnica de moldear un cuerpo, de extraer grasa y colocarla en otro lugar, con la finalidad de lucir un cuerpo con la silueta de un reloj de arena.

Kendra notaba como su hermana se iba obsesionando cada vez más con la idea de operarse.

“Cuando Instagram comenzó a popularizarse, comenzamos a ver chicas con hermosos cuerpos y dijimos, ‘Yo quiero verme así’”, relata Kendra en su casa en Harlem. Allí, en el living room, un cuadro de Sharilene cubre casi toda una pared.

La publicación en Instagram de una amiga bastó para que Sharilene presionara “me gusta” y le enviase un mensaje privado, halagando su nuevo cuerpo. Le preguntó sobre su cirujano.

En la Clínica les dieron números de atención por orden de llegada. La ficha de Sharilene tenía el número el cuatro. Las enfermeras mandaron a Sharilene al quirófano. Era eso de las 12 del día. Cuatro horas más tarde, Sharilene Cedeño murió en la clínica de Contreras.

-Edgar Contreras, respondió la amiga. El era el creador. En los siguientes días Sharilene se comunicó con Contreras. Hizo su consulta virtual. Le envió fotos de su cuerpo para ser evaluada por el cirujano. Intercambiaron correos electrónicos.

El cirujano Edgar Contreras. Crédito: Wikimedia Commons

Por tres mil dólares, según afirma Kendra, el doctor Edgar Contreras le prometió a Sharilene hacerle una liposucción y transferencia de grasa a los glúteos.

El paquete incluyó la anestesia, la cirugía, los medicamentos y las fajas post-operatorias.

“Sharilene decidió bajar de peso en enero del 2015, no porque el cirujano se lo indicó, sino porque quería verse mejor”, dice Kendra.

NO HUBO AUTOPSIA, SOLO UN CERTIFICADO DE DEFUNCIÓN

Sharilene estaba decidida. Esperó la devolución de impuestos para financiar su cirugía y el viaje. Se quedaría en casa de su padre, quien reside en República Dominicana. En abril de 2015, Sharilene emprendió el viaje a la Isla con su mejor amiga Tiffany Concha quien también iba para operarse con el doctor Contreras en su clínica. Sería un viaje del que no volvería.

A las 6 de la mañana del 23 de abril, Sharilene llegó a la “Clínica Plástica Contreras”, de propiedad del doctor del mismo nombre, ubicada en el Distrito Nacional de Santo Domingo, junto a Tiffany.

En la Clínica les dieron números de atención por orden de llegada. La ficha de Tiffany tenía el número tres. La de Sharilene, el cuatro. Pese a ello, las enfermeras mandaron a Sharilene primero al quirófano. Era eso de las 12 del día. Cuatro horas más tarde, Sharilene Cedeño murió en la clínica de Contreras.

“No hubo autopsia, solo un certificado de defunción”, confirma Kendra. Según ella, la clínica tampoco le ofreció ningún tipo de explicación a la familia.

Kendra dice que Contreras sí les ofreció dinero: el equivalente a $100 mil dólares en pesos dominicanos, como compensación por la muerte de Sharilene. La familia lo rechazó — dice Kendra — porque dijeron que el daño ya era irreparable.

Respondiendo a la acusación de intento de acallar el caso con dinero, Contreras dijo en una entrevista con radio Zol Fm, en junio de 2015, que nunca ha “negociado con una paciente”. También afirmó que Sharilene era la primera paciente en 10 años que moría en su clínica. “Se le realizó el procedimiento, dos o tres minutos después, ella entra en un paro cardiorespiratorio”, dijo Contreras.

Kendra dice que Contreras les ofreció dinero como compensación por la muerte de Sharilene. La familia lo rechazó.

Por el gran furor que causó su muerte, luego de que la Fiscalía Nacional decretara el cierre de la Clínica Plástica Contreras, el Instituto Nacional de Ciencias Forense (INACIF) realizó una autopsia del cuerpo de Sharilene. La periodista de investigación Nuria Piera reveló los detalles oficiales del reporte de la autopsia: la causa de muerte fue una obstrucción de glóbulos de grasa en los vasos sanguíneos, detalles que aún su madre y su hermano menor desconocen, asegura Kendra.

“Saber que existía un chance de que ella sobreviva, eso destruiría a mi madre”, agrega.

UN PATRÓN DE COMPLICACIONES

Contreras también relató en esa entrevista que había tres denuncias más de personas que fallecieron en su clínica. Dijo que las autoridades habían declarado que no hubo mala práctica médica. Agregó que hasta la muerte de Sharilene, él había realizado más de 20.000 cirugías, haciendo un promedio de cuatro a cinco todos los días.

Gracias al reportaje de Nuria, Kendra pudo aclarar sus dudas sobre la muerte de su hermana. En el proceso aprendió que su hermana no fue la única víctima de Contreras. Debido a la muerte de Sharilene, a Contreras se le revocó la licencia para ejercer como doctor y su clínica clausurada. En septiembre del 2015, el ministerio de Salud Pública levantó la suspensión de Contreras y le permitió volver a practicar la medicina.

Cada 23 de abril la familia Cedeño pasa el día en la tumba de Sharilene en el cementerio de Hackensack, Nueva Jersey. La familia le trae flores y habla con ella. Lo único que quiere Kendra es otra oportunidad de abrazar su hermana menor.

“Sé que está enterrada y no la puedo ver o abrazar”, dice.

Pese a todo lo anterior, por increíble que parezca, Kendra todavía desea hacerse los mismos procedimientos estéticos que se realizó Sharilene.

Apuesta a Sergio Álvarez, un cirujano plástico de Miami, para crear el cuerpo de sus sueños. A diferencia de Contreras, Alvarez cobra sólo por la cirugía $5.350. La estadía, las fajas post operatorias, y los medicamentos son costos adicionales.

“Siento que aquí hay más seguridad, tengo más garantía”, dice Kendra y asegura que Instagram facilita el proceso de buscar un cirujano plástico. Aparecen solicitudes como sugerencias y basta un clic para hacer una consulta e ingresar a ese mundo de silicona que puede llevarte a la muerte.

“Si no estas operada, no eres cool”, dice Kendra y confiesa que Instagram alimenta sus inseguridades físicas y, por ende, aumenta su deseo de querer operarse. Figuras como Kylie Jenner, entre otras le sirven de inspiración para lo que considera su cuerpo ideal.

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Si usted o alguien que conoce ha viajado a la República Dominicana para realizarse una cirugía estética, cuéntenos cómo fue la experiencia, llenando este formulario: bit.ly/EncuestaCirugiaRD. También puede escribirnos a PlasticSurgeryRD@gmail.com.

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