Trabajador de restaurante y demandante por robo de salario y represalia, sigue creyendo en la posibilidad de justicia
Miguel Romero Lara luchó en contra de el robo de salario en el Waverly Diner, donde trabajó 25 años.
Por Tasha Sandoval
En 1989, Miguel Romero Lara vendió sus vacas en el pueblo de San Francisco Papalotla en el estado de Tlaxcala, México para pagar su trayecto a Nueva York. Venía en la búsqueda de un buen trabajo para sostener a su familia y pensó que lo había encontrado cuando comenzó a trabajar en el Waverly Diner en el West Village.
Durante más de 20 años, su deber principal era cargar y repartir bolsas pesadas de comida por un perímetro de aproximadamente cinco largas cuadras alrededor de Washington Square Park. Romero comenzó en el Waverly alrededor del 1991, primero como dishwasher y después como repartidor de comidas.
Luego de tantos años trabajando en este país, lejos de su esposa y sus tres hijos, Romero se enteró que el Waverly Diner le estaba robando, pagándole un salario muy por debajo del salario mínimo legal y privandolo de pago por horas extras. En agosto de 2015, Romero comenzó el largo proceso de doble demanda colectiva contra el Waverly, su empleador de más de 25 años, una vez en un juicio federal del Fair Labor Standards Act por robo de salario y otra vez con el National Labor Relations Board por interrogación y represalia.
Aunque el proceso jurídico contra su antiguo empleador, Nick Serafis, fue largo y complejo, Romero no se arrepiente de haber luchado por sus derechos y por la justicia laboral. Dicho esto, el trabajador de Tlaxcala se siente desilusionado por el proceso, y por el valor del acuerdo final comparado con el tiempo y la energía que el proceso requirió.
Ernestina Rojas Berruecos, la esposa de Romero, vino a Nueva York hace aproximadamente nueve años para acompañar a su esposo y trabajar como empleada doméstica, luego de que sus hijos ya estaban crecidos en San Francisco Papalotla.
“Recibíamos dinero pero en verdad siempre nos sentíamos incompletos porque, pues, el pilar de la familia no estaba,” dijo Rojas sobre la experiencia de criar a sus hijos sola mientras que Romero trabajaba en el Waverly y les mandaba dinero. “Entonces tenía yo que hacer lo de papá y mamá,” añadió Rojas.
El caso contra el Waverly Diner
Según el NLRB, en su última etapa de trabajo antes del primer juicio, el Waverly le remuneraba a Romero un salario de $210 a la semana por 6 días semanales de 6 o 7 horas diarias. Romero dice que antes trabajaba jornadas de 12 horas diarias. Solo se enteró que estaba siendo pagado bajo condiciones ilegales cuando habló con otro repartidor de comidas, de otro restaurante, durante el curso de una jornada de trabajo. Según Romero, ese día tuvo la curiosidad de preguntarle al otro repartidor, un paisano mexicano, cuánto estaba ganando, porque recién había aprendido que algunos empleadores pagaban por hora en vez de por semana.
“No, paisano, te están robando mucho. Más de la mitad te están robando,” dice Romero que le respondió el otro trabajador. De ahí, Romero, entró a la oficina de Serafis y reclamó que le estaba pagando muy poco. La respuesta de Serafis fue fría y simple: “Sigues trabajando o si no, ahí está la puerta”, dijo Romero.
Romero siguió trabajando en el Waverly hasta que se enteró que varios de sus colegas ya estaban hablando de entrar en un proceso jurídico contra el Waverly. A partir de ahí, Romero se unió a una demanda colectiva con siete otros trabajadores.
Según el caso del NLRB, cuando Serafis se enteró de la demanda, castigó a los demandantes con interrogación y represalia. En el caso de Romero, Serafis le redujo el trabajo hasta que en octubre de 2015, solo le estaba dando dos días de trabajo con cuatro horas cada día. Romero dejó el trabajo poco después, ya que no podía mantenerse y a su familia en México con tan pocas horas. Desde entonces, ha conseguido trabajo a través de agencias laborales, incluyendo a su trabajo actual en un almacén de ropa en New Jersey.
Cambios en el derecho laboral
Romero y sus compañeros demandaron con la representación de la abogada Vivianna Morales de Pechman Law, una firma de derecho laboral. Ella explicó que, durante los últimos 15 años, el campo de derecho salarial ha crecido mucho debido a cambios en las leyes, entre ellas, la Ley de Prevención de Robo de Salario del 2011. Cuando Morales comenzó su representación de Romero y sus colegas en el 2015, ya era más común que los trabajadores comenzaran a cuestionar sus condiciones laborales.
Romero también siente que los trabajadores están más dispuestos a defenderse que en sus primeros años en la ciudad. “Ahora yo lo estoy viendo que, ya hay mucha gente que, como que ya tiene valor de que demande. Porque ya sabemos… tenemos los mismos derechos, tengas papeles, no tengas papeles debes ganar los sueldos justos”, dijo Romero.
Morales explicó que, en su opinión, a Romero le tocó un proceso jurídico bastante difícil y demorado, ya que le tocó presentar un reclamo de represalia y esperar pagos de bancarrota cuando su empleador declaró bancarrota. Según un estudio del 2015, “The Wage Collection Crisis in New York,” la bancarrota está dentro de las tácticas comunes que algunos empleadores usan para evadir pagos que les deben a los trabajadores luego de casos jurídicos exitosos.
Romero recibió su último cheque del proceso de bancarrota este primero de abril. Ya han pasado más de seis años desde que comenzó el proceso jurídico. Romero se siente algo decepcionado. Entre los aproximadamente $65,000 que recibió del proceso de bancarrota, según Morales, y los $35,002 que recibió como parte del acordado entre el National Labor Relations Board (NLRB) y el Waverly Diner, Romero cuestiona si todo el proceso valió la pena.
A la vez, dice que recomendaría hacer un reclamo a cualquier trabajador que esté experimentando condiciones laborales injustas.
“Vamos por justicia. Incluso, el número del departamento de trabajo, yo se lo he pasado a otras personas… Digo hablen ahí, consulten y demanden. Si saben que les están robando mucho dinero, demanden porque eso no es justo”, dijo Romero.
Después de haber dejado su trabajo en el Waverly, trabajó con la ayuda de una agencia que le dio trabajos temporales en delis, florerías y más. Justo en febrero de 2020, Romero estaba trabajando en la Florería Scott Flowers cuando le entró una gripa fuerte que lo mandó a su cama una semana entera y lo llevó al hospital dos semanas. “Casi me estaba muriendo,” dijo Romero acordándose de aquella gripe que fue un caso de COVID-19 en su primera ola en Nueva York. Rojas lo cuidó en casa una semana hasta que le insistió que ya era hora de ir al hospital, donde Romero permaneció dos semanas.
Planes de regresar a sus raíces
Hoy en día, el plan de la pareja es regresar a México para estar con sus tres hijos y ocho nietos. Reflexionando sobre sus emociones al regresar a México, Rojas compartió su percepción de la mirada de su esposo. “Estamos bien agradecidos de que le hayan dado trabajo, aunque mal pagado, pero pues trabajó y así sobresalió y también yo creo que se siente, pues satisfecho porque ¿cuántos años vino a dejar los mejores años de su vida acá?”
Hace varios años, Romero hasta consideró abrir su propio restaurante mexicano con Rojas como cocinera principal. Lo pensó luego de que recibió el dinero del reclamo de represalia. Decidió no hacerlo cuando sus hijos en México se negaron a venir a Nueva York y ayudarlo con el proyecto.
“Yo una vez les dije que si quieren venir, pero me respondieron ‘No, yo no soy tonto para que me exploten allá,’”, dijo Romero.
Lo que más le decepciona a Romero es que no tuvo la oportunidad de regresar a México para despedirse de su padre. Tenía planeado regresar con todo el dinero del proceso de bancarrota, pero su padre falleció primero, en septiembre de 2021.
Ya que recibió el último pago, Romero quiere usar el dinero para regresar a sus raíces laborales y armar un negocio de ganado. “Mi deseo toda la vida es eso, de tener un pequeño ranchito,” dijo Romero. Si hay justicia, tal vez lo logrará.