Bruna Kury: “El binarismo de género es fruto de la colonización”

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3 min readFeb 23, 2024

La artista multidisciplinar nos habla de sus performances más emblemáticas que reflexionan sobre la corporalidad y la colonización

Por Danielle Cruz

Colgada en el aire por ganchos que le atraviesan la piel, Bruna Kury (Río de Janeiro, 1987) se eleva como un cuerpo en auto-sacrificio. En esta performance, la artista anarcotransfeminista evocaba también un ritual ancestral.

La ceremonia Okipa fue un ritual de suspensión corporal de la tribu Mandan que habitó en tiempos lejanos los márgenes del río Misuri, en Norteamérica. Era una manera de agradecer y comunicarse con animales y espíritus sagrados.

Una dinámica similar tiene lugar en la obra de Bruna Kury. Como método, ella trata de recuperar los relatos previos a la colonización. Trabajando el dolor y lo despreciable, elucida las contradicciones de nuestra sociedad.

Además de performances, la artista, hoy establecida en Barcelona, hace videoarte, arte sonoro y fotografía. Ha viajado con sus piezas por decenas de muestras y festivales internacionales. El más reciente, la Muestra Internacional de Cine y Placeres Críticos 2024 de Chile. Hace unos meses fue invitada especial del Porn Film Fest Barcelona de 2023.

Igualmente, contamos en decenas las publicaciones académicas que mencionan su obra. Un trabajo valiente que investiga la memoria colectiva enraizada en nuestros cuerpos, y que se tambalea entre lo colonizado, lo colonizador y lo disidente.

Bruna Kury, con su voz calmada, contesta a mis preguntas como si se tratara de una clase magistral. Me hace reflexionar. ¿Qué otras violencias hemos soportado y perpetrado en nombre de “lo normal”?

P. Uno de los motores de tu práctica es la preservación de la memoria descolonial. ¿Cómo la podemos entender?

R. La memoria descolonial quiere rescatar el pasado, pero también de hacer que el presente y el futuro tengan más sentido. Suelo decir que estoy investigando la colonialidad en la vida cotidiana para afrontarla. Y este proceso de rescate de la memoria se produce de varias maneras, no son sólo mentales.

También hay la recuperación de una memoria corporal que ocurre de manera fluida y que al principio no logramos identificar como memoria. Nuestros cuerpos están historizados, contextualizados. Y con el proceso de colonización perdimos principalmente nuestras identidades. Es como si cuando nos permitimos descubrirnos a nosotros mismos, descubriésemos también un pasado mayor que no era sólo el nuestro.

P. Esta preservación de la memoria decolonial también lleva tu obra al post-porno. ¿Cómo se da esta transición?

R. Creo que hay varias formas de hacer post-porno. Cuando pensamos en deconstruir la heteronormatividad obligatoria, este generismo, y en comprender que las construcciones sociales en el patriarcado están totalmente conectadas con el capitalismo, empezamos a pensar en la importancia de la interseccionalidad y en lo compleja que es.

Por ejemplo, en Brasil, los Tupinambá, incluso antes de la colonización, ya consideraban más de dos géneros . El binarismo también viene con la colonización. Esta memoria del cuerpo y esta memoria ancestral se conectan con la pospornografía, precisamente en lo que tenemos que aprender en este proceso de descolonización: otras posibilidades de género, sexualidades más libres. Todo eso nuestro cuerpo lo guarda como recuerdo.

Pero estamos acostumbrados a no volver a estos recuerdos de libertad, porque también, de alguna manera, hemos sido condicionados a recuerdos de opresión y a un mundo contemporáneo que es incluso más opresivo que estos recuerdos opresivos. En otras palabras, no permite que esta memoria aflore.

P. ¿Podríamos entender la pospornografía como un movimiento, una táctica, tal vez una tecnología?

R. Me gusta pensar en la pospornografía como una tecnología. Pienso también en tecnologías ancestrales y del cuerpo. Por ejemplo, en la transgeneridad como tecnología y en las organizaciones de disidentes como tecnologías de resistencia.

Así que veo la pospornografía como un lugar que incorpora la corporalidad disidente y que las personas disidentes se vean identificadas en este lugar de derecho al placer. Pero también entiendo la pospornografía como una tecnología que deconstruye este placer.

En primer lugar, en el sentido de pensar en la pospornografía como una potencia para desprogramar lo que nos ha sido condicionado y dicho que es correcto. Aunque haya varios tipos de pospornografía, para mí es generadora de placer para las corporalidades disidentes. Sin que estas corporalidades sean, de ninguna manera, consideradas sumisas o subyugadas. Y también veo en la pospornografía un gran poder deconstructivo.

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Publicación independiente dedicada al arte y las humanidades. Barcelona.