Pedro Olalla: el susurrante murmullo del saber
Una reflexión sobre la palabra y la historia de la humanidad con el mar y la civilización griega de fondo
Por David Lorenzo Cardiel
El helenista Pedro Olalla (Asturias, 1966) atiende con asombro al sutil desliz de la palabra. Sí, son los rasguños en el aire que brotan de la garganta y que ordenados cobran un sentido, quizás único. Ante el descubrimiento del fonema, del trazo que desparramado sobre el papel desliza el sendero de la imaginación.
Recorrer el camino que conduce hasta el origen de nuestra voz occidental es probablemente el gran legado de Olalla. Mediante libros que ya se han convertido en delicias contemporáneas de la literatura, como Grecia en el aire y De senectute politica, traza su propósito.
En esta ocasión, el profesor asturiano presenta Palabras del Egeo, su nuevo ensayo editado en castellano por Acantilado. No es el primero de los libros de Olalla que publica el sello barcelonés y confío en que no sea el último. Porque, tras su lectura, una multitud de impresiones han invadido por completo cada rincón de mi mente.
Ante el descubrimiento del fonema, del trazo que desparramado sobre el papel desliza el sendero de la imaginación.
Un ensayo bien editado
En el cortejo entre un libro y un lector, la portada, la cubierta y la manejabilidad del volumen deciden el signo de la relación. Nos enamoramos de los libros como se enamoran casi siempre las personas, con poca información el uno del otro. Por eso, manejar esos factores a la hora de editar implica destacar entre las montañas de ejemplares que se agolpan en las librerías.
Acantilado sigue en su línea de exquisitez editorial. En este caso, se trata de un libro publicado en tapa blanda, plastificada, en papel de buena calidad. El tipo y el tamaño de la letra son agradables a la hora de leer. Se trata, en resumen, de ejemplares que se acomodan muy bien en las manos y animan a su lectura.
Sólo hay un aspecto que, quizá, deba destacar como negativo, que de hecho me ha sorprendido encontrarme. El título del libro destaca en negro sobre la imagen de portada, y recae sobre el cielo en un azul bastante intenso. En consecuencia, el contraste se percibe escaso, obligando al lector a un esfuerzo extra para leer el título.
Palabras, olas y eternidad
Pero me centro en lo importante, el contenido del libro. Palabras del Egeo tiene un subtítulo muy particular y explicativo: El mar, la lengua griega y los albores de la civilización.
El mar y la lengua inauguran un libro dividido en once capítulos que descienden del diez al cero. No es casual ni una extravagancia, a mi juicio, este orden, sino que cobra todo su sentido.
Pedro Olalla explora una selección de palabras griegas que alimentan las lenguas descendientes del latín, como es el caso del castellano. Los números, que a menudo han estado amalgamados con los signos y fonemas lingüísticos, deambulan también en el libro con un papel privilegiado.
Como avisa el subtítulo, palabra y civilización son inseparables. También el mar. El fondo de Palabras del Egeo narra una historia con ecos clásicos.
Un hombre espera a su hijo Silvano y mientras tanto cuenta en un cuaderno el secreto de la cultura griega que hemos heredado. Palabras, conceptos, ideas, sucesos históricos. Pasado, presente y futuro interconectados. Su hijo llega en barco, en el aval de las olas. Un oleaje que inspira la primera de las palabras, [hals], étimo de descendientes comunes en nuestros días como “sal”.
El Egeo, fracción del Nostrum Mare que sigue conectando los países limítrofes, representaba la epidermis del mundo conocido. La posibilidad de fortuna, la esperanza en el futuro, el temor a la destrucción: todas estas opciones las propiciaba el horizonte de agua y cielo.
En torno al Egeo nacieron los primeros silabarios, el alfabeto, el mundo tal cual lo conocemos en occidente. Una promesa de vida de la que brotaron, además, la filosofía, la ciencia y la esplendorosa historia helénica.
El Egeo, fracción del Nostrum Mare que sigue conectando los países limítrofes, representaba la epidermis del mundo conocido.
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