La luz de las mujeres Latinoamericanas siembra una nueva esperanza
Texto: Lucía Ixchiú de Facción Guatemala
Fotos: Cobertura Colaborativa Ella 2017
Hablo desde mi mirada como una mujer post-guerra y aunque no haya vivido el conflicto o la guerra en mí país Guatemala, he sufrido muchos de sus efectos; como una mujer joven indígena urbana y junto muchas mujeres indígenas, mestizas, hemos tratado de querer reconstruir el tejido de un país, que está hecho pedazos, nos hacen falta muchas y muchos, más de 45.000 personas desaparecidas durante la guerra, más de 200.000 asesinadas y más de un millón y medio de personas de desplazadas en los años 1981 a 1983, que fueron los años más duros y álgidos de la guerra.
Soy parte de la delegación de Guatemala, en el encuentro Ella en Cali, Colombia que se llevó a cabo del doce al quince de diciembre del 2017, organizado por varias y diversas organizaciones locales y Latinoamericanas. Este encuentro sucede en el marco de un proceso de paz que pone fin a una guerra de más de 50 años con un saldo de más de 260.000 personas asesinadas.
Todos los días tuvimos un intercambio diverso y enriquecedor desde nuestras experiencias como mujeres indígenas, negras, trans, lesbianas, campesinas, trabajadoras sexuales, activistas, defensoras de derechos humanos, nos devorábamos las mesas, siempre quedando con ganas de más.
Hubo talleres de conexión con el cuerpo, que nos permitió en intimidad poder reconocernos, siempre en la colectividad, intercambiamos experiencias y vivencias, de los distintos tipos de violencia que vivimos dentro y fuera de nuestras organizaciones, para partir de la autocrítica y buscar nuevas relaciones.
El Ella no fue suficiente, nos quedamos todas al unísono con ganas de seguir hablando, con ganas de seguir gritando, con ganas de seguir encontrado respuestas a las múltiples preguntas que traíamos a este encuentro, hubo miles de respuestas, de apoyos y sobre todo de cariños entre nosotras.
Desconocidas, pero con nuestra identidad en común de ser mujeres y tener tanto que decir al mundo, nos articulamos en diversas acciones, que buscan trascender de estos espacios que nos aportan el conocernos. Sujetas de nuestras historias, lloramos, reímos, bailamos, cantamos, actuamos, danzamos, nos desnudamos, nos acariciamos y aprendimos unas de las otras, con respeto y cariños.
Tenía mucha curiosidad de conocer Colombia, pues tiene una historia de dolor, sangre y muerte, muy parecida a la de mi tierra, quería ver con mis propios ojos la realidad que están viviendo en este proceso de paz que tiene mucha esperanza para la mayoría de la población, mujeres y hombres de este país, y que tiene puesto los ojos del mundo sobre él.
En Guatemala, la firma del acuerdo de paz es todavía un tema pendiente, tiene en casi un 100% el incumplimiento de sus acuerdos, de manera perversa a partir de la educación han desinformado y desviado la realidad de la Guerra en Guatemala. Los medios corporativos se han dedicado a criminalizar todo tipo de organización social y en la actualidad el Ejército de Guatemala, se ha incrustado en las más altas esferas de estado en Guatemala con nexos al Narcotráfico y corrupción dentro del mismo.
No se puede construir la paz verdadera si no se conoce la verdad, esa verdad que hemos encarnado con el cuerpo y que hemos sentido una a una de sus cicatrices nosotras las mujeres en toda Latinoamérica, en Guatemala el Ejercito sigue negando el Genocidio contra el pueblo indígena Ixiil del departamento del Quiche y siguen haciendo de la vista gorda de toda la corrupción de la cual han sido cómplices.
En una de nuestras actividades de cierre dentro del encuentro, pudimos observar y escuchar en un acto humilde y de autocrítica las palabras de la última Comandanta que tuvo las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) Victoria Sandino Palmera reconociendo ante Bertha Lucía Frías Martinez representante de las víctimas del Nogal, los actos violentos que cometían como organización y reconociendo la vergüenza que sentían, por los mismos, se abrazaron y todas lloramos de alegría.
Muchas de las mujeres que estábamos participado de la escena, no dábamos crédito de lo que estábamos viendo, lloramos junto a las víctimas del conflicto, y junto a todas las mujeres en diversidad que no venimos al encuentro, casi toda Latinoamérica, encendimos una luz de esperanza ayer, para la paz en Colombia, pero la paz verdadera, que nunca va a materializarse en un pedazo de papel.