La compra fallida de las tablets

Hace ya varios meses se anunció que el gobierno iba a hacer una compra masiva de tablets, como parte de la estrategia Aprendo En Casa. La estrategia Aprendo En Casa busca llevar contenidos educativos a los estudiantes a nivel nacional, apelando a varios medios audiovisuales como la televisión, la radio y el internet. Como hay varios lugares del Perú donde dichos medios no llegan, se pensó en usar tablets con contenidos pedagógicos como una forma de enseñanza a distancia.

Ese proceso se ha terminado, no se han comprado tablets y se va a iniciar una “nueva ruta de contratación” (palabras del MINEDU).

Una compra de dicha magnitud es compleja y peor aún durante una pandemia como la que vivimos ahora. En primer lugar, porque una distribución de tal tipo implica que ciertos temas tecnopedagógicos estén ya resueltos: ¿qué tipo de experiencia educativa es la que se va a generar a partir de tal despliegue de equipos? En ese despliegue, ¿qué papel van a cumplir los educandos, los docentes y los adultos cuidadores (padres, madres, etc.)? ¿Qué nuevos tipos de necesidades van a surgir? ¿Qué tipo de situaciones se activarían desde el momento en el que las tablets lleguen a las casas de los estudiantes? (*)

De igual modo, las tablets, ¿eran parte central de la estrategia de Aprendo En Casa? ¿O es que con las tablets se buscaba reimpulsar la estrategia de ciudadanía digital, de algunas gestiones previas en el MINEDU? ¿O ambas? Estas respuestas tampoco son simples, porque de aquello dependería luego ver cómo se coordina entre distintas oficinas y direcciones que a su vez tienen sus propias prioridades.

El uso de dispositivos digitales para la enseñanza a distancia es relativamente reciente. En el Perú hemos tenido experiencias que han combinado la dotación de contenidos audiovisuales con el trabajo de facilitación presencial. Y ahora, durante la misma emergencia sanitaria, tenemos decenas de docentes que se trasladan a los centros poblados rurales para realizar ese mismo tipo de experiencia, llevando sus contenidos en sus caseteras, equipos de sonido, etc. Experiencia que no está siendo articulada dentro de una idea mayor o proyecto. Aprendo En Casa no termina de institucionalizarse. No hay una gobernanza clara sobre la enseñanza a distancia. Y una gobernanza no implica necesariamente una oficina o dirección nueva, sino una delimitación técnica y funcional, que de cuenta de los responsables y también de las metas de corto y largo plazo.

Lo mismo ocurre por el camino de la ciudadanía digital. Hasta ahora, el documento que marcaba un norte (y así también la gobernanza de las tecnologías educativas dentro del ecosistema del sector educación) era la Estrategia Nacional de la tecnologías digitales en la Educación Básica 2016–2021. Aún cuando este documento tenga que ser actualizado, no queda claro cómo la compra de tablets se inserta en dicha estrategia, o si es que esta estrategia ya quedó derogada o si hay alguna estrategia que la reemplace.

Se entiende que se ha querido que la compra de tablets sea más que la compra de equipamiento y que la empresa que provea el servicio se encargue de algo más que llevar dichas herramientas hasta las escuelas. A tropezones, es cierto, pero no se puede negar que hay cierta apertura en la gente del MINEDU (a partir de algunas declaraciones que he leído, del ministro, del responsable de la DITE, etc.)

El problema es que aún seguimos en una fuga hacia adelante, donde el propio MINEDU sigue hablando de cierre de brechas digitales (cuando este no es el problema, en el sentido que las tablets no es el tema central, sino los aprendizajes, sea porque nos interesa una estrategia de enseñanza a distancia o porque queremos avanzar en materia de ciudadanía digital). En ese sentido, este sí es una réplica de lo ocurrido con las computadoras del programa OLPC, donde se dijo que la estrategia iba a ser discutida luego de la adquisición. En efecto, cuando en varios foros se comenzó a hablar sobre la compra de las laptops educativas por parte de varios gobiernos de la región (como en Uruguay o el Perú), se vio este proceso de adquisición como inevitable, una fuerza imparable. Cualquier modificación al plan de despliegue tendría que ser a posteriori, y toda vez que estos lleguen las escuelas. En el caso uruguayo y argentino, se creó una nueva gobernanza para este nuevo tipo de ecosistema educativo. En el caso peruano, el ecosistema nunca llegó a despegar. Sin dejar de mencionar la presión comercial por la compra de nuevo equipamiento y nuevo software, sin mayor planificación.

Que se inicie una nueva ruta de contratación permite ponerle una pausa al proceso y quizá abrir la conversación sobre las preguntas aquí planteadas. ¿Las tablets estarán en función a una verdadera estrategia de largo plazo de educación a distancia? ¿Cuál va a ser el norte de dicha estrategia? ¿O estarán en función a una estrategia de ciudadanía digital, tal como se planteó en el documento del 2016? ¿O a ambas estrategias? ¿Cómo será la gobernanza de dichas estrategias? ¿Habrá un solo liderazgo o tendremos liderazgos colegiados? ¿Quiénes serán los responsables por la mirada en conjunto? ¿Qué actores se involucrarán?

(*) Desde una mirada tecnopedagógica, el MINEDU responde a la gobernanza de lo letrado, del libro, de lo escrito, de lo analógico, de formas de leer y escribir y entender lo escrito. Allí están los libros que se compran anualmente, la discusiones sobre sus contenidos impresos, los indicadores alrededor de la comprensión lectora, las evaluaciones escritas, las formas de escribir y de leer que se priorizan, etc. “Lo digital” no tiene una gobernanza similar. Se asume, a priori, que esta es un reflejo pálido de “lo escrito”, aún cuando “lo digital” ya haya minado nuestra forma de leer y escribir desde hace ya varias décadas. “El world ya no es un stage, como en Shakespeare, sino una serie de pantallas”, señaló Roger Chartier en el 2018. Y sin embargo, “lo digital” es visto como un proceso de soporte dentro del organigrama del MINEDU.