Paseando poéticamente con Mary Oliver

Julio Pérez-Tomé Román
Emmanuel Romano
4 min readAug 22, 2021

--

El pasado 3 de agosto anduve por las calles de Pamplona acompañado de Jaime Nubiola, que se ofreció como cicerone para amenizar aquella mañana hasta la salida de mi tren a Madrid a primera hora de la tarde. El recorrido urbano estaba perfectamente calculado para que ambos resolviéramos algunas gestiones pendientes. En particular, en la lista mental de tareas de Jaime se encontraba la de comprar unos libros para regalar. Entre los títulos seleccionados apareció el ensayo La escritura indómita, de Mary Oliver, título que enseguida captó mi atención. Descubrir que la autora era también una de las personalidades más destacadas de la literatura contemporánea, fue decisivo para que le echara el ojo. Y en estos días es justo lo que estoy leyendo, entre otras cosas.

Durante el paseo pamplonica el sol fue lo suficientemente benigno como para que pudiéramos charlar gratamente sobre poesía, un tema sobre el que jamás habíamos conversado. Realmente pusimos sobre el tapete de nuestro diálogo el espinoso asunto de qué es poético y qué no; más allá del ritmo y la rima como señas de identidad de un poema, actualmente en entredicho, nos sumergimos en la batalla por identificar qué convierte a unos versos en poesía de verdad o no.

Precisamente Mary Oliver recoge en La escritura indómita el siguiente ¿comentario o verso?:

Sobre poemas que no funcionan: ¿quién quiere ver a un pájaro casi volar?

Oliver resume en estas dos frases el debate con el que nos entreteníamos hablando Jaime y yo. Realmente maravilloso: difícil de expresar mejor. Enseguida me sentí interpelado como aprendiz que soy en esto de escribir poemas. Deja la pregunta en el aire porque es una pregunta retórica y porque lo exige el estilo poético de «no decirlo todo». Pero no resuelve el dilema acerca de lo que llega a considerarse poesía de lo que se queda con las ganas en un simple experimento .

Cada vez soy más partidario de no intentar responder preguntas que no requieren «respuestas objetivas». Como la pintura, la escultura, la arquitectura, la música… la obras arte de calidad se responden solas, antes o después, en vida o tras la muerte de su autor.

La respuesta del reconocimiento

El poeta, el artista, entiendo que, ante todo, ha de ser veraz consigo mismo. Solo desde sus ideas sólidamente meditadas, rumiadas diría yo, es posible que el resultado final reciba la respuesta ansiada: el reconocimiento.

Cito de nuevo a Mary Oliver que nos deja este sugerente párrafo:

Un hecho: una lo selecciona y lo analiza, y lo pone por escrito, y asunto resuelto. Pero ¡una idea! Se puede seleccionar, reflexionar sobre ella, rebatirla, expandirla y pasar así una deliciosa tarde.

¡Quién no ha captado la esencia del mensaje! Alguno echará en falta que no mencione los «sentimientos», las «emociones» o las «sensaciones» como elementos básicos de la poesía. Girar en torno a la «idea» suena incluso excesivamente racional. Sin embargo, es lo que nos quiere decir Oliver: que sin idea no hay poesía. Y que los hechos es un tema periodístico del que un poeta puede prescindir o tratar a su antojo.

Por mi parte sigo dándole vueltas cada vez que logro escribir algo que aspiro a que se considere al menos meta-poético. Las siguientes palabras de Oliver me han llegado al fondo:

Lleva unas
setenta horas arrastrar
un poema hasta
la luz.

¡Uf, menuda carga y responsabilidad! Por suerte unos párrafos más arriba tuvo unas palabras de consuelo, al menos para mí agitado espíritu:

La poesía, a fin de cuentas, no es un milagro. Es un intento de expresar (ritualizar) los momentos individuales y y las consecuencias transcendentales de esos momentos con una música útil para todos. Es la melodía de nuestra especie.

Animado tras pasar el ecuador de La escritura indómita, he escogido estas líneas –no me atreveré a llamarlas versos– en un intento por describir el monólogo de ese conflicto tan humano llamado «malentendido»:

Haces relatos y meditas
Hazañas cotidianas que recitas
Subes, bajas, lloras y hasta gritas
Como única protagonista

Sigo sinuosa mi lectura de La escritura indómita con el afán de aprender el arte de plasmar ideas que cumplan los requisitos que ella misma nos ilustra:

Los tres ingredientes de la poesía: el misterio del universo, la curiosidad espiritual, la fuerza del lenguaje.

Muchas gracias Mary.

--

--

Julio Pérez-Tomé Román
Emmanuel Romano

“Nunca digas «eso podría haberlo hecho yo», porque no lo has hecho tú” — Karim Rashid