Razones para mejorar la inteligencia emocional en adolescentes

Martin Sanchez
EmotionalApps_es
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3 min readFeb 26, 2018

Se dice que con la práctica todo mejora ¿Entonces podemos entrenar la inteligencia emocional? Y de ser así, ¿cómo podemos mejorarla?

El por qué un o una adolescente sociable y con buenas notas debería trabajar su inteligencia emocional tanto como la inteligencia lingüística o lógica; o un adulto con una pareja y trabajo estable debería esforzarse por aprender cómo controlar el estrés, los impulsos y las emociones es bastante simple. La ciencia ha demostrado que cuanto mayores son tus habilidades intra e interpersonales, mayor es tu capacidad para tomar decisiones, tu gestión de situaciones críticas o tu nivel de felicidad y bienestar con la vida, por poner algunos ejemplos.

A nivel intrapersonal, si conocemos cómo y por qué aparecen en nosotros emociones tan habituales como la ira, la excitación, el miedo, la tristeza, la sorpresa o la felicidad, podremos actuar y responder de una manera más reflexiva en situaciones inesperadas y controlar esas emociones, así como el efecto que ejercen en nuestras conductas; incluso podemos llegar a gestionar nuestro estado emocional para motivarnos en momentos de bajón, pereza o tristeza. Por otro lado, a nivel interpersonal, la empatía crecerá y en proporción lo hará también la capacidad social, que facilita la comunicación y relación con las personas a nuestro alrededor. Estas destrezas, que tanto contribuyen a la satisfacción personal, sólo se desarrollan cuando existe un ambiente de seguridad emocional.

En los adolescentes, los cuales viven una etapa cargada de cambios vitales, el desarrollo de la inteligencia emocional favorece un desarrollo saludable, un aprendizaje óptimo, comportamientos pro sociales y la reducción de conductas de riesgo.

La organización estadounidense CASEL –Colaboración para el Aprendizaje Académico Socio-emocional- sugiere trabajar sobre cinco aspectos que facilitan la mejora de la inteligencia emocional: Autoconsciencia, autocontrol, consciencia social, habilidades sociales y toma de decisiones responsable.

La autoconsciencia se basa en identificar aquello que estamos sintiendo de manera acertada, reconocer nuestras fortalezas y debilidades con el fin de construir la autoconfianza, actuar de manera eficaz acorde con nuestros atributos y aumentar la autoestima.

El autocontrol invita a reconocer los impulsos en situaciones inesperadas e intentar controlarlos hasta conseguir responder a ellos acorde con nuestra voluntad, evitando actuar de forma instintiva. De la misma forma, invita a canalizar el estrés mediante técnicas de relajación y meditación, así como a fijar objetivos realistas que nos motiven y nos permitan alcanzar niveles de disciplina parar sustituir la procrastinación por actividades motivadoras y satisfactorias. Una forma para lograrlo es organizando el tiempo con horarios y fechas límites a cumplir voluntariamente.

En la consciencia social se aspira al respeto mutuo e inclusivo. Para ello se necesita que las personas escuchen atentamente a quienes les rodean y perciban los distintos puntos de vista. No basta sólo con observar las diferentes perspectivas sino dar un paso más y apreciar la diversidad aprendiendo de aquello que es positivo aplicar en nuestra vida; además de ponernos en los zapatos de nuestros interlocutores. Al fin y al cabo, ser empáticos. Esto puede sonar a Power Point de flores con mensajes de Paolo Coelho, pero en el fondo sabemos que la mejor manera de convivir no es tolerándonos sino apreciándonos.

Teniendo en cuenta el punto anterior, las habilidades sociales se consiguen comunicándonos -sabiendo escuchar y hablar consecuentemente-. Las amistades con sentido se construyen mediante la confianza recíproca en encuentros casuales. Para conseguir relaciones sociales de este tipo en al aula se puede llevar a cabo trabajos en grupo basados en la cooperación.

Finalmente, la toma de decisiones responsable se realiza en seis simple pasos: identificación del conflicto, análisis la situación y las múltiples opciones, planteamiento y acción de la mejor solución posible, evaluación el resultado, reflexión sobre el proceso y por último la toma de responsabilidad de nuestros actos. Si los adolescentes pasan por todo este proceso, ellos mismo se darán cuenta de las conductas de riesgo y sus efectos, sin necesidad de reñirles y discutir.

En próximos artículos trabajaremos en profundidad cómo mejorar nuestra inteligencia emocional, pero mientras tanto os dejamos tarea para casa. Pregúntate periódicamente en diferentes momentos del día:

¿Cuándo me pasa algo molesto, cómo me siento? ¿En que pienso? ¿Qué hago? ¿Qué repercusiones tienen mis actos?

Artículo realizado en colaboración con Mónica Bohen. Puedes encontrar más artículos como este en su web: http://monicabohen.com/

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