Sostenibilidad económica: emprender y no morir en el intento

Todos somos inversionistas, ya sea de oro (tiempo) o dinero.

Carlos M. Vega Porras
Emprendedores de Costa Rica
4 min readAug 1, 2018

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Fotografía por Kevin Ku en Unsplash

Quizás sea el tema de mayor interés entre quienes inician un proyecto empresarial y sin embargo está en los últimos lugares de la lista de recursos en los cuales invertir. El tema “numérico” o financiero detrás de un emprendimiento trasciende mucho más allá de lo que ya conocemos: los impuestos como obligatoria inversión que se incurre al ya estar “montado”, es decir facturar lo suficiente como para obtener ganancias relevantes.

Esa es la realidad usual al emprender: se tiene contemplado pagar por permisos, financiamiento, diseño gráfico, materias primas, empleados, cargas sociales, servicios legales, entre otros; pero se escatima la inversión en el análisis financiero del proyecto empresarial por comenzar y es ahí donde comienzan los problemas. El dinero es a la empresa, lo que la sangre al cuerpo humano. Es lo que permite la operatividad necesaria para pagar los costos y gastos operativos, planificar inversiones y reducir las necesidades de financiamiento. Su control eficiente es la base de la verdadera sostenibilidad y para implementarlo no es “necesario” –como común y peligrosamente se cree– esperar a ser una corporación o una empresa consolidada para invertir en ese control.

¿Realmente es imprescindible invertir en ello? Según el GEM Report 2014 (un estudio para analizar la situación del emprendimiento en varios países), en Latinoamérica la principal causa de mortalidad al emprender es la rentabilidad (un 60% aproximadamente de los casos estudiados). Entonces, si sabemos que ese es nuestro “Talón de Aquiles”, ¿por qué no lo colocamos como prioridad en la lista de inversiones? Y con inversiones, insistimos, no se trata de contratar un contador para sumar facturas para el pago de impuestos.

¿Qué es entonces invertir en sostenibilidad económica? Implica tanto tiempo, como dinero. El emprendedor en el análisis de sus fortalezas y debilidades personales, así como profesionales, debe reconocer su capacidad de invertir tiempo para planificar, medir, evaluar, controlar y reportar las finanzas del nuevo proyecto, las cuales deben llevarse desde el momento cero: cuando le dedicamos más de una hora de nuestro tiempo a esa idea que se desea hacer realidad. Desde ese entonces ya comenzamos a invertir, no dinero, pero sí tiempo, el cual sabemos que vale oro –literalmente–. Por ello, ahí arrancan las finanzas del emprendimiento, no cuando ya facturemos millones en ventas al mes.

El análisis de la capacidad de inversión del emprendedor es lo que determina sus niveles de necesidades: entre menor tiempo tenga para invertir en la sostenibilidad económica de su proyecto, más necesita delegar funciones. Un emprendedor consciente de que quiere invertir todos sus esfuerzos en producir y vender, debe entonces asumir que las funciones adicionales que demanda cualquier proyecto deberá delegarlas. ¿Cómo hacer este proceso sin tener presupuesto? La respuesta se basa en integrar al equipo del emprendimiento a asesores, voluntarios, socios o mentores, que aporten sus conocimientos y tiempo de ejecución en esta área.

Como cualquier otra necesidad, entre mayor calidad demandemos, mayor es la inversión que deberemos realizar, para lo cual no solo es exigido dinero, ya que también existen esquemas donde se pueden hacer negociaciones en un formato de canje, patrocinio o asociatividad. Lo más importante es que el emprendedor sea consciente de buscar este recurso y reconocer su valor, ya que cualquier inversión que realice en esta área será mucho menos costosa que las implicaciones de no hacerlo.

Nuevamente, el ejecutar este control no debe ser aplazado, es necesario comenzar a analizar las finanzas de un emprendimiento antes de dedicarle tiempo –oro al final del día– y aún más importante, también se debe analizar los resultados con cada paso que demos. La rentabilidad es la causa de muerte más recurrente por la falta de inversión de tiempo para realizar la medición adecuada sobre las decisiones cotidianas; se toman decisiones ciegas sin información y por ende, no somos conscientes de los costos reales en los que estamos incurriendo: más allá de la materia prima, empleados, publicidad o el alquiler de un local, sobresale el valor de nuestro tiempo, todas las horas dedicadas a este proyecto y por último, el costo de oportunidad, todo el dinero que no entró a nuestros bolsillos por las decisiones mal tomadas.

En síntesis, lograr la sostenibilidad económica al emprender implica: reconocer el valor que tiene este concepto para la sobrevivencia y crecimiento del proyecto, analizar la cantidad de tiempo real que podemos asumir para lograr y evaluar las finanzas, la capacidad de delegar lo que no se puede asumir sin incurrir en gastos elevados en un inicio, identificar los costos reales y en especial el valor del tiempo invertido y el costo de no solo lo que perdemos, sino también lo que dejamos de ganar por cada decisión tomada. Realizar estas acciones, ahorrará al emprendedor un sinfín de dolores de cabeza y reducirá sus probabilidades de invertir en proyectos con escasa rentabilidad.

Todos somos inversionistas, ya sea de oro (tiempo) o dinero; y el éxito en la inversión de ambos se basa por igual en la planificación y el análisis, algo que el emprendedor debe asumir como un hábito, una actitud cotidiana para crecer.

Autor: Yo Emprendedor (web).

Editor digital: Carlos M. Vega Porras, impulsor de la Asociación de Emprendedores de Costa Rica y miembro del comité organizador de GEW CR.

Origen del artículo: Guía para la cultura emprendedora en Costa Rica 2016 (ver) para la Semana Global del Emprendimiento (GEW).

En el marco de la GEW nace la guía en una acción colaborativa de los diferentes actores del ecosistema de emprendimiento e innovación del país para trabajar con el mismo fin: hacer de Costa Rica un mejor lugar para emprender.

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Carlos M. Vega Porras
Emprendedores de Costa Rica

Resaltador de lo "bueno". Ctrol+c / ctrol+v. Algunas veces paso a digital lo que escribí sonámbulamente en papel.