Un descenso al Maelström

Luis Alberto Álvarez
En el vórtice
2 min readMar 6, 2015

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Allí, la vasta superficie del agua se abría y trazaba en mil canales antagónicos, reventaba bruscamente en una convulsión frenética -encrespándose, hirviendo, silbando- y giraba en gigantescos e innumerables vórtices, y todo aquello se atorbellinaba y corría hacia el este con un rapidez que el agua no adquiere en ninguna otra parte, como no sea el caer en un precipicio.

En 1841, Edgar Allan Poe publicó en una revista norteamericana el relato Un descenso al Maelström. La trama del cuento se inspiró en un remolino que se forma en las costas noruegas, como consecuencia de la confluencia de varias corrientes marinas.

En su habitual alarde de imaginación, el creador del detective Dupin describe este fenómeno como la fuerza de la naturaleza en su sentido más crudo e incontrolable. De algún modo, contribuye a la constitución en el imaginario occidental de un fin del mundo como un enorme agujero negro del que ni siquiera la luz es capaz de escapar.

Este blog pretende situarse, de alguna forma, en ese estadio intermedio que experimenta el superviviente del relato, arrastrado en un giro perpetuo al interior del enorme vórtice. Un fenómeno, el vórtice, imprevisible, capaz de reclinarse entre la calma chicha de la superficie bamboleante del Mar del Norte y un escarpado lecho marino que reduce a papilla todo aquello que engulle.

Tan sólo la sagacidad nos permitirá salir indemnes.

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