El día internacional del libro.

¿Quién carajos lee a Coelho?

Un libro es como una mujer: uno tiene que acercarse suavemente, despacito, inflado de pasión, disfrutar su aroma de pino empastado, su sonido de crujir de vuelta, su cuerpo de piel fresca. Uno debe devorar lento, cada línea, cada curva, cada imagen, cada giro, todo enigma oscuro que grita por venirse en luz. Uno debe quedar muerto pero bien dispuesto para el siguiente lance. Uno debe ser todo ojos, todo cuerpo, toda mente y nunca, pero nunca nunca, más nunca que Pan, debe pensar que Paulo Coehlo sabe qué es una mujer.