Ser exitoso significa no fallarte a ti mismo.
Uno de mis más grandes miedos era llegar a mi lecho de muerte y darme cuenta que dejé de hacer muchas cosas por pereza, por desidia, por vanidad, por miedo a perder el tiempo (que es justamente lo que se puede estar haciendo); dejar pasar los años, escudarte en el pretexto que quieras y arrepentirte al final.
Mira, apenas y tengo algo claro que me puedo medio entretener escribiendo del primer tema matutino que venga a mis neuronas. Es así.
De ahí en fuera, el cómo ganarme la vida tratando de hacer algo de las muchas cosas que me gustan, se torna algo mas borroso. ¿Se puede vivir de escribir? Pues si… si se puede… Pero no es una ley, una regla inquebrantable que dicte que algún día cercano o lejano podrás pagar las cuentas con lo que tecleas. (Ojo, que buscar vivir de algo que te gusta no está peleado con tener un empleo que no te agrade tanto, pero que pague las cuentas en el proceso…)
Por ello, si sí se puede, también es posible, que no se pueda…
¿Razón suficiente para tirarlo por la borda? Tampoco lo creo así… Verás, aterrizándolo bien y a tiempo con el titulo de este post, vamos a platicar de lo siguiente (bueno, yo… ahorita hablas tu).
Puede que hagas lo que quieras, esperando o no tener cierto éxito social: escribir, cantar, dibujar, pintar, bailar, esculpir, hacer videos, jugar videojuegos grabándote al hacerlo… lo que quieras, lo que imagines. Haciéndolo, puede que lo logres o puede que no.
(Pensé que este post sería más extenso). ¿Te ha pasado que estando en crisis por cualquier motivo: enfermedad propia o de un ser querido, una experiencia desagradable con el crimen, un accidente… No te importa nada más en ese preciso momento más que lo que está ocurriendo en ese instante y en ese lugar?
Trata de recordar, o de imaginar… Nada más te importa estando allí, ¿Cierto?
Si puedes ser empático en este momento, entenderás mejor a lo que me refiero…
Supongo que si tengo la oportunidad de estar consciente una vez llegado ese momento final de retrospección… No me importarán nada todos esos absurdos… casi tontos autosabotajes que uno mismo se impone. Y no sólo en cuanto a proyectos o sueños, sino también de manera Fundamental, en tus relaciones con tus seres queridos. ¿Para qué esperar hasta el final?
Y si no me importarán estando allá… Puedo evitarme la pena, no importándome estando aquí.
Que de ti no quede.