Un encuentro casual.

Disertación sobre la suerte. ¡Caraja suerte!

Cesar Jordán
Español de todo tipo

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Existe una corta diferencia entre mala suerte y buena suerte. La buena suerte se busca, la mala suerte siempre lo encuentra a uno. La buena suerte está en la esquina y cobra poco, la mala suerte anda en Galerías y siempre entra al starbucks por un café. La buena suerte se define en tres momentos “sacas el cigarro, le das con el encendedor y te pones a fumar”; la mala suerte tiene un solo momento “Joven, aquí no se puede fumar”. La sutil diferencia entre la buena y mala suerte se puede resumir en un encuentro:

Un día como cualquiera vas andando por Instituto Literario, te quedaste de ver con un amigo en la esquina de Juarez y Morelos, llevas prisa, caminas sin fijarte y a la altura del Sanfers chocas con una mujer. Llevaba tres libros en las manos justo antes de toparse contra ti, ahora se encuentran en el suelo, como buen caballero -por el qué dirán- que eres te agachas a recogerlos, ella te agradece. Uno de los libros es de Borges, el Aleph, que, casualmente, es tu libro favorito; se lo haces saber. Cruzan unas cuantas palabras que van de las expectativas a los finales, notan que están frente a un café, en un rápido acuerdo deciden entrar a tomarse un té. Pasan varias horas en las cuales se dan cuenta que tienen muchas cosas en común. Deja de llover, piden la cuenta, encienden un cigarro y como quien no quiere la cosa sus pasos los llevan al hotel. En una acuerdo implícito que no media palabras deciden entrar. Salen un par de horas después, intercambian teléfonos, la acompañas hasta su camión, y te vas de ahí.

Eso es buena suerte; Mala Suerte es ser el amigo, al que nunca le avisaste que ya no llegarías y que te esperó en grand plaza hasta que dejó de llover.

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