Mis días como Mano del Rey

Montserrat Bonilla
Escribiendo en español
3 min readAug 9, 2015
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“Lo que el rey sueña, la Mano lo crea” (Juego de tronos, George R.R.Martin)

Esta semana cumplí un año como directora de comunicación y contenido en una agencia boutique de relaciones públicas, llamada Ronin PR. A lo largo de ese tiempo y frente a mis ojos, dicha empresa pasó de ser un equipo de tres personas a uno de seis, tener un espacio físico de nueve metros cuadrados a uno de dieciocho, incluso a usar sillas improvisadas por unas ejecutivas con diseño súper cool.

Sin embargo, las transformaciones más notables las pude percibir en el equipo. El crecimiento profesional y aprendizaje en cada uno de nosotros (y en conjunto) difícilmente lo conseguiremos de la misma forma en otra empresa. Tan rápido, notable, abrupto, autodidacta.

A lo largo de todas nuestras actividades, no dejo de encontrar las semejanzas con el diseño, planificación y ejecución de un plan de guerra y de una lucha perenne por el poder… ¿de qué? No sé, quizá por la conquista de los siete reinos o el cuidado del trono de hierro… pero sin lugar a dudas mi papel es el de la Mano del Rey.

En lo que a mí respecta, siento que este año me ha hecho envejecer (y madurar) cinco años, se ha convertido en uno de los medios principales para construir mi mejor versión, pero sobre todo, ha sido el bootcamp de liderazgo más importante de mi vida.

Por todo ello, aquí les comparto tres aprendizajes de mis días como Mano del Rey que sin lugar a dudas marcarán toda mi vida profesional:

Lo más importante es con lo que cuentas

“La llave del liderazgo es la confianza de los soldados en su comandante”, Moshe Ya’alon

Se escuchará un poco trillado pero el punto de partida de todo emprendimiento o proyecto siempre será una percepción realista de tus recursos: tiempo, dinero, capital humano, habilidades, infraestructura… y el cuidarlos y enriquecerlos debe de ser tu prioridad.

Siempre he tenido la fantasía de desenvolverme (porque así lo aprendí en mi familia) en equipos de súper héroes, donde cada uno tenga habilidades específicas que al unirse en un misma causa puedan “salvar el mundo”, pero para llegar a ello, un paso anterior es conocer esas características, fortalezas y debilidades de todo el equipo (empezando por ti) y ese conocimiento mutuo trae de la mano a la confianza.

No hay lugar para decir: “No es culpa mía”

No hubo aprendizaje que me costara más trabajo que el responsabilizarme por lo que saliera bien, mal o lo que no se hiciera.

El core de estar a cargo tiene que ver con el papel que juegas en cada uno de los pasos del proceso, quizá la falla no fue tuya, pero la culpa sí. Pudiste haber dado mal la instrucción, distraerte durante la ejecución o incluso confiarle la tarea a alguien que no le iba a dar la importancia o el cuidado que requería, al final… la culpa es tuya.

Y más allá de lamentarte o intentar defender una mala decisión, te detienes un segundo y te preguntas ¿qué hice mal? ¿qué pude haber hecho mejor? Y continúas…

El mundo no es de los osados, sino de los rosh gadol

De acuerdo con Dan Senor y Saul Singer (autores de Start-up Nation: La historia del milagro económico de Israel), en el Ejército israelí los soldados se dividen entre quienes piensan como rosh gadol (literalmente “cabeza grande”) y aquellos que funcionan como rosh katan (“cabeza pequeña”).

Los segundos interpretan órdenes al pie de la letra para evitar asumir responsabilidades o trabajo extra, mientras que los primeros “cumplen órdenes de la mejor manera posible, utilizando el juicio propio y haciendo el esfuerzo que sea necesario; poner la improvisación por delante de la disciplina”, escriben los autores.

Y creo que dicha descripción habla por sí misma. No creo que se llegue muy lejos siendo rosh katan, ¿somos hombres o payasos?

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Montserrat Bonilla
Escribiendo en español

You shall love, así me dijo mi Miss y eso hago. “Ordsamlare”, PPRR, amante del diseño, blogger y periodista.