Cómo hacer que tu viaje en transporte público sea menos aburrido
Cada día utilizo la misma ruta en la misma línea del metro para llegar a mi destino habitual. Son muchas las caras que van y vienen, que se montan y desmotan. Caras que transmiten diferentes emociones, cada una con su propia historia. No puedo evitar imaginarme a que se dedica el joven alto en sus treinta y tantos y por qué decidió vestirse con su traje formal a mitad de semana. No puedo evitar tratar de leer la cara del viejito que se sienta en silencio mirando hacia el suelo… las cosas que habrán visto aquellos ojos cristalinos, las tragedias y alegrías que plasma cada una de sus canas. No puedo evitar pensar como debe ser la vida del cantautor que veo a diario, pasando de badén en badén del tren, pidiendo que le remuneren el talento que cree tener… ¿quién sabe si solo trata de darle de comer a un hijo que tiene en casa o si no ha podido conseguir otro trabajo en plena crisis económica?
Mi imaginación me pone a prueba cuando me encuentro mirando y analizando a las personas sentadas a mi alrededor. También pienso en si otras personas estarán haciendo lo mismo que yo… ¿qué desconocido se encuentra husmeando de reojo cuando chequeo las redes sociales, cuando les escribo a mis amigos o inclusive leyendo la guía de estudio de mi examen de negocios. ¿Serán ellos como yo? ¿Pensando en que puede ser y que pudo haber sido para todos los demás? ¿Serán ellos como yo? ¿Tratando de imaginarse la vida de otros evitando tener que enfrentar la suya?
La verdad es que no lo sé, y no podré saber sin conocer a cada uno de los personajes que me invento a diario. ¿Que habrán imaginado de mí? Supongo que alguien diferente todos los días… dependiendo de qué cara llevo en el metro ese día. De todos modos, curioso que todos podemos ser personas diferentes todos los días sin darnos cuenta.
“El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo.”
-Gustavo Adolfo Bécquer
Así hago yo, inconscientemente, que mi viaje en metro sea menos aburrido.
-VeraNova
