El fetichismo mercantil

Miguel Alejandro Hayes
En Silencio
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5 min readAug 13, 2020
Fotografía: Miguel Alejandro Hayes

No recuerdo cuando fue la última vez que escribí de fetichismo, pero sí la última vez que leí del tema. No creo que vaya a decir nada nuevo en comparación con lo que ya dije, y menos, con respecto a lo que han dicho los grandes. Por eso mi reto, es solo ser breve y claro, y como lo que popularmente se entiende por filosofía aburre, lo amerita.

Cuando se estudia un texto, lo primero, es su título. Al menos en el siglo XIX, donde la teoría se tomaba en serio (y no todo tenía ese calificativo), los títulos de las obras teóricas (o pretendidas como tal) decían exactamente de qué iban estas. La intención comunicativa del autor, se comienza a marcar ahí.

Por eso, cuando El Capital se subtitula Crítica de la economía Política, es justo eso lo que se está haciendo, esencialmente. Pueden hacerse muchas lecturas, hasta ver una teoría del signo, como el genio de Eco, pero el texto es lo que dice ser. No se debe ignorar cómo leer los textos, y yo, la verdad, lamento que no existan (que yo conozca) repasadores particulares de hermenéutica, y menos, que esta disciplina sea una c riptodisciplina de la educación superior.

¿Qué tiene que ver esto con el fetichismo? El que está mencionando Marx no es el que puede tener una persona de cualquier sexo con un aparato de autocomplacencia. Pero como ya sabemos el título de su obra, se puede apreciar que se está cuestionando el fetichismo en la Economía Política clásica, la que lo precede. Es decir, Marx se da cuenta que esa economía cae en el fetichismo al elaborar sus teorías, por eso muestra en qué consiste, y qué condiciones lo genera. Explica cuáles son las condiciones que se lo generan al pensamiento cotidiano, porque lo más común en cuanto a errores de la ciencia es llevar al plano teórico ideas fundamentadas en el sentido común y la cotidianidad, pero su crítica como aclaró, es: de la economía política; es decir, al discurso teórico de dicha ciencia.

El punto. A exponer el fetichismo. ¿Qué entender por fetichismo mercantil? Claro, hablamos de fetichismo mercantil. Sí, de la mercancía, pero no su zapato, o su mochila, sino de la mercancía como concepto. A ilustrar.

Marx expone, al menos dos fetichismos en El Capital, el del dinero, y el del salario. Quedémonos en el segundo. El salario, se presenta como pago por el trabajo, es decir, como expresión monetaria del valor del trabajo, pero, en un mayor grado de comprensión, es el pago por la fuerza de trabajo, es decir, la expresión monetaria del valor de la capacidad creadora del hombre (FT).

El trabajo, es la forma de la capacidad creadora. Es decir, es el uso, la determinación ( en términos hegelianos); porque la FT se determina, se hace cualidad, se hace relación, en el proceso de trabajo ( simplemente trabajo).

Luego concluimos: la visión fetichista confunde la forma ( trabajo) con aquello de lo que esta es forma (fuerza de trabajo). Toda visión o enfoque fetichista consiste en eso, en confundir la forma, con aquello de lo que es forma, es decir, algún fundamento o relación esencial, con su(s) expresión(es). La forma, siempre lo es de algo.

Entonces, cuando Marx habla del fetichismo mercantil en El Capital, brevemente, por cierto, está cuestionando la visión que aísla los resultados del trabajo ( forma del trabajo) con el propio proceso de trabajo.

Esta confusión, que está planteada desde Aristóteles, marca la distinción entre teorías fetichistas, y las que no lo son.

Si tuviéramos que exponer las condiciones en que se da el fetichismo mercantil, brevemente, como Marx, se puede decir no son otras que, esencialmente, las propias de la producción mercantil: el carácter indirectamente social, es decir, la complejización del carácter directamente privado del trabajo, dígase, la refracción diferenciada de su realidad (y el actuar en consecuencia) por parte de los sujetos de la producción.

Pero una pregunta, ¿dónde dice que el fetichismo es malo a la conciencia cotidiana? Tiene el consumidor que saber, antes de consumir, que en el proceso de consumo está objetivando, en última instancia, no solo la forma, sino aquello de lo que la forma es forma? No, el fetichismo es un problema cuando ese pensamiento cotidiano pasa al plano teórico, porque queda incapaz de generar una totalidad de relaciones para tener un buen sistema teórico objetivo. Si a alguien le queda duda, compare el grado de acabo teórica de Ricardo con el de Marx. Y si quedan otras dudas, intente quien lea estas lineas usar la dialéctica en su vida cotidiana. Por ejemplo, cuando esté en una guagua, y alguien le pregunte: ¿se queda ahora?, usted puede responder, me quedo sí, pero me estoy yendo también, porque el quedarse y el irse son dos contrarios en constante traspasar, por tanto, el quedarme es una determinación del irse ( no, no es broma, ese el el razonamiento primero de la dialéctica hegeliana ante dos contrarios cualquiera).

Para qué acabar con el fetichismo, entonces ¿para que nos entremos a mordidas en las guaguas? Para qué desterrar el fetichismo del pensamiento cotidiano? ¿Alguien quiere que la comunicación cotidiana sea en la clave de la descodificación que plantea la dialéctica?

El fetichismo resultado de un tipo de representación generada por el pensamiento cotidiano en contexto que adquiere cierto acabado donde las relaciones mercantiles se convierten en monetarias, que por cierto, se convierte estas en un fenómeno en el capitalismo ( pero hacer inferencias destructivas en sentido inverso es violar reglas básicas del análisis). Pero el pensamiento cotidiano necesita el fetichismo para comunicarnos, esencial para la vida en sociedad, pero si alguien tiene ese reto de querer desaparecerlo, está atentando incluso, contra las propias reglas bajos las cuales se construye el lenguaje, que es el formalismo de las representaciones. ¿ Se está preparando, de manos de intelectuales, algún tipo de superhumano capaz de comunicarse más allá de la formalidad de las representaciones?

Vamos a dejar el fetichismo ahí, donde está, que las representaciones de la cotidianidad no merecen ser destruidas, y son necesarias. Lo que hay es que, cuando se pase al discurso teórico que tiene la necesidad de generar visiones sistémicas de totalidad orgánica ( en auto movimiento), saber superar la distinción entre la forma de aquello de lo que es forma.

Como siempre digo, para estudiar El Capital, hay que conocer la dialéctica hegeliana, y la obra de David Ricardo, porque para estudiar un autor hay que conocer, como mínimo, su sistema lógico, y con qué está dialogando ( de qué es continuidad, si de paradigma se trata).

Hay que leer a los autores para comprender qué están continuando (lo que incluye la ruptura), de qué son continuidad, y no como si fueran continuidad de las ideas del presente.

Originally published at https://hayesmartinez.desdetutrinchera.com on August 13, 2020.

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