La resiliencia socioecológica fortalece la respuesta al Covid-19

Una historia desde Guatemala

La crisis de Covid-19 ha puesto a prueba la resiliencia de las personas. Se han interrumpido las cadenas alimentarias y las actividades de subsistencia. La pandemia expuso la fragilidad de los sistemas alimentarios a nivel global. Ha revelado la interconectividad de los desafíos globales tales cómo el cambio climático, la seguridad alimentaria, y la degradación de los ecosistemas, con la salud humana y ecológica.

Comunidad en la Sierra de los Cuchumatanes, San Francisco, Huehuetenango, Guatemala.

La crisis es un recordatorio de nuestra estrecha vinculación con la naturaleza y de la necesidad de cambiar nuestro enfoque hacia la sostenibilidad y resiliencia. La Adaptación basada en Ecosistemas (AbE) ofrece soluciones basadas en la naturaleza, enfrentando desafíos multidimensionales. Aumenta los beneficios que los ecosistemas aportan a las comunidades y la resiliencia rural, esta última entendida como la capacidad de una región de adaptarse a las cambiantes circunstancias externas de manera que se mantenga un nivel de vida satisfactorio, que incluye un cierto nivel de seguridad alimentaria.

Covid-19 en Guatemala

En Guatemala las restricciones ante el Covid-19 decretadas por el Gobierno central iniciaron el 5 de marzo 2020 y se incrementaron al detectar el primer caso de Coronavirus el día 13 del mismo mes. Tres días después, el Gobierno central aumentó las restricciones, inició la paralización del transporte urbano y extraurbano y el toque de queda (prohibición de locomoción durante cierto horario) hasta la fecha. Las comunidades locales organizadas por COCODES (Consejo Comunitario de Desarrollo) adoptaron de forma responsable las medidas dictadas por el Gobierno central.

Mantener medios de subsistencia en tiempos de Covid-19

Por la crisis del Covid-19, varias fuentes de ingresos y actividades de subsistencia en áreas rurales se han visto interrumpidas o complicadas. En Guatemala, siete de cada 10 trabajadores dependen del empleo informal y en las zonas rurales la cifra es aún mayor; con solamente 2 a 3 % de la población que tiene empleo formal. Eso significa que una gran cantidad de trabajadores carece de una protección básica, social, económica y de salud, situación que ahora es aún más precaria debido al Covid-19.

Cómo ejemplo, en San Francisco Las Flores, una comunidad en la sierra norte de Guatemala, las restricciones por el Covid-19 incluyeron acceso limitado a personas externas a las comunidades y la restricción total de movilidad interdepartamental (regional) de los comunitarios. La restricción en el acceso de los agricultores a los mercados locales y regionales afectó la comercialización de la papa, que es uno de los productos principales de la región, y la adquisición de productos agrícolas. De igual forma, en la cuenca de Pasabién — departamento de Zacapa — las medidas de protección ante el Covid-19 afectan la economía local y la subsistencia. Las medidas de contención generaron una disminución de actividades comerciales, lo que provocó el despido de empleados. Los ingresos diarios se han reducido de manera drástica especialmente en el sector informal y trabajos precarios, como es la venta de comida rápida o golosinas.

En ambas regiones la seguridad alimentaria y nutricional en las comunidades se ve afectado por los efectos del Covid-19 y las restricciones que conlleva, puesto que los comunitarios carecen de acceso y poder adquisitivo para comprar los productos de la canasta básica.

Buenas prácticas basadas en la naturaleza incrementan la resiliencia en las comunidades

Gracias a la organización local desde las comunidades, hay esfuerzos de mitigación de la crisis alimentaria provocada por el Covid-19. Un ejemplo es la entrega de víveres: “Nos juntamos nueve amigos y yo para recolectar víveres y repartirlos a los que más lo necesitan”, cómo explica un comunitario de Pasabién. Según comunitarios en San Francisco Las Flores en Huehuetenango, cómo una respuesta a la situación, se ha observado la comercialización y el intercambio de productos cómo vegetales de manera interna. Los productos son producidos en la subcuenca, lo que demuestra una cierta autosuficiencia de las comunidades.

Esto se da gracias a la implementación de las buenas prácticas agrícolas que han sido promovidas dentro del sistema Milpa, Papa, Ovinos y Bosque, (MPOB) como una forma de Adaptación basada en Ecosistemas al cambio climático. En ese sistema se combinan diferentes productos de subsistencia para el aprovechamiento integral de los servicios ecosistémicos. Por ejemplo, la milpa es un policultivo que incluye maíz, frijol, calabaza y hortalizas. Con bancos de semillas, se promueve la diversidad genética del maíz y se fortalece tipos con mayor resiliencia ante efectos de un clima cambiante. Además, fortalece la colaboración entre comunitarios y la resiliencia social.

Maíz colorado, San Francisco, Huehuetenango, Guatemala.

El sistema MPOB también facilita la diversificación de alimentos pues comunitarios practican la crianza de ovinos y aves que les permite agregar proteína animal a su dieta. También, la inclusión de varias comunidades en el programa de incentivos forestales genera ingresos para la conservación del bosque. Las familias que han sembrado maíz, frijol y papa y participan en el MPOB demuestran una cierta resiliencia ante la presente crisis, gracias a su producción de alimentos y ahorros de la venta de papa e ingresos independientes desde la conservación del bosque.

Crisis, cómo el Covid-19, subrayan la importancia de regenerar los ecosistemas con actividades cómo la agricultura multicapa y el sistema MPOB para que provean beneficios ecológicos y socioeconómicos a largo plazo para las comunidades rurales.

Buenas prácticas y soluciones basadas en la naturaleza (cómo es la AbE) generan beneficios como la reducción de la vulnerabilidad de comunidades, el aumento de la seguridad alimentaria e independencia de insumos externos tales como semillas y alimentos básicos, sobre todo en tiempos de crisis, cómo vemos hoy con el Covid-19.

Sarah Zitterbarth, Marai El Fassi (TMG Research)
Mónica Paiz Oliveros, Karla Alonzo Barrientos, Amelia Coj, Rita de León (
Asociación de Desarrollo Integral Mitij Ixoq’ — ADIMI)

Edited on 25.05.2020.

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