A los pies de los burros

El presidente del Colegio de Enfermería de Zaragoza quiere la muerte civil de los colegiados críticos. ¿Podrá hacerlo impunemente?

Juan F. Hernández
Enfermeras y otros animales

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Durante la segunda mitad de los años ‘80 y principios de los ‘90 del siglo pasado, una apestosa camarilla (procedente muchas veces, empezando por su líder, de la extrema derecha política y del sector más casposo del ateeserío reaccionario) asaltó el poder en las estructuras colegiales (y sindicales, pero ese es otro tema, ya habrá momento para él) de Enfermería. Y ahí siguen todavía, 25 años después, conformando una oligarquía cleptocrácica y autoritaria que se ha tomado muy en serio su misión de silenciar a la Profesión Enfermera para que nadie les moleste mientras realizan sus maniobras orquestales en la oscuridad que ahora ya empiezan a salir a la luz: son las camarillas colegiales locales que han ayudado a su Gran Timonel, il Dottore, a perpetuar esta organización cautiva.

Desde una perspectiva puramente ética y moral, esta forma de gobernar las corporaciones profesionales debería haber sido aislada como un virus letal para la democracia y el profesionalismo. Pero nunca se ha hecho, ni ahora con el PP ni antes con el PSOE, a pesar de que la UDEF, la Agencia Tributaria, el juez Ruz o la Fiscalía Anticorrupción tendrían motivos de sobra, preservando siempre la presunción de inocencia, para investigar de oficio y ver cuánto hay de cierto en las decenas de noticias en los medios de comunicación (contra cuyos firmantes, hasta donde yo puedo saber, nunca se ha interpuesto querella alguna, dándoles de alguna manera validez informativa) que describen una organización podrida hasta la médula.

A este grupo lo definí no hace demasiado tiempo como una estructura…

“…extremadamente personalista, gerontocrática y masculinizada, muy mercantilista y opaca, donde los intereses personales y corporativos se entreveran y a veces son indistinguibles, ante el desdén inconsciente, aunque no incomprensible, del grueso de la profesión, en su mayoría obligada a permanecer colegiada y abonar religiosamente sus cuotas” (“La enfermería frente al espejo: mitos y realidades”, Fundación Alternativas, 2010, p. 35)

Afortunadamente, esta cita mía de hace casi cuatro años empieza a no ser cierta del todo… al menos -desgraciadamente- en su segunda parte.

En el fondo, y créanme que conozco esto muy bien, no hay tantos temas esenciales de carácter político, ideológico o profesional en esta alegre muchachada, ya setentones o casi, a la que la enfermería les importa poco y las enfermeras, nada: en realidad, solo accedieron en su momento a los colegios para vivir del cuento fuera del fastidioso trabajo de la enfermería asistencial, buscando una vida acomodada y una bonita tarjeta de visita que les proporcionara influencias en ese lado oscuro de la fuerza al que se pasaron con armas y bagajes (y ahí siguen).

¿Están corrompidas todas las estructuras colegiales? Afortunadamente, no todas… Existe una mayoría bastante estable -¿puede ser que menguante?- de en torno a 30 juntas directivas de colegios provinciales que mantienen a il Dottore y conforman su corte, gentecilla sin muchas luces por lo general, que ni destacan como profesionales ni como gestores ni siquiera como charlatanes: es penoso, por lo general, cómo hablan y redactan. Es a ellos a quienes me refiero, dejando a salvo las ramas colegiales decentes que desde luego también existen: que me perdonen si en alguna ocasión creen que generalizo injustamente. Saben que no me refiero a ellas.

Y es cierto también, hay que admitirlo, que no todos esos aproximadamente 30 colegios a los que me refería son incluibles en la categoría de talibanes gonzalezjuradistas (algo que sí comparten los dos o tres pajarracos a los que me referiré más adelante). Agunos están haciendo verdaderos esfuerzos tratando de mantenerse en un discreto segundo plano y de poner la faceta profesional o gestora por encima de la política; y si siguen apoyando a il Dottore con sus votos es porque han puesto demasiadas veces sus barbas a remojar: conocen perfectamente las rabiosas persecuciones judiciales y el acoso financiero que ha practicado el susobicho contra los colegios disidentes: antes Badajoz (hasta su bochornosa rendición), luego Valencia, ahora Pontevedra… por citar solo los más conocidos. Estos taimados aquiescentes probablemente no sean tan golfos como los otros, pero sí han permitido y apoyado, por interés, desidia o cobardía, la grave degeneración institucional y ética que aqueja al entorno rector de la Organización Colegial de Enfermería.

En fin, últimamente, dado que il Dottore anda muy calladito (sin duda porque así se lo habrán aconsejado sus asesores jurídicos), son algunos de estos mandarines locales los que están haciendo más ruido. En ello tiene mucho que ver la creciente presencia de movimientos colegiales de base que están cuestionando las dudosas prácticas de estas élites extractivas, movimientos que ya han aparecido, hasta donde yo sé, en Asturias, Aragón, Galicia o Madrid, quizás también en más sitios que yo ignoro.

Losa saliendo de la Audiencia Provincial

Hace unas tres semanas, la Fiscalía solicitó, a raíz de la denuncia presentada por 98 colegiados, la imputación del cacique colegial asturiano, Emilio Losa, por presunta apropiación indebida de las cuotas colegiales. Ayer mismo supimos que Losa reconoció haber estado pagando casi 10.000 euros anuales a un letrado de la Junta General del Principado (Ignacio Arias, se llama el susodicho) durante años sin ni siquiera efectuar las retenciones fiscales: es decir, en negro. ¿Qué más habrá detrás de esta minucia? Seguro que algún día nos enteraremos gracias a la Justicia y sobre todo a la sensata movilización del colectivo Enfermería de Asturias. Por de pronto, la Fiscalía afirma que “el denunciado, en su condición de presidente del colegio (…), dispuso de fondos propiedad o gestionados por la entidad, destinándolos a fines particulares, propios o ajenos, pero en todo caso desviándolos de los objetivos para los cuales se recibían. Esto lo hacía en perjuicio del colegio y en beneficio propio o de terceros”.

Diego Gutiérrez, expresidente del COE de Murcia, recibiendo la medalla de horo de la Región

¿Alguien se piensa de verdad que este es un problema (¡solo!) de Emilio Losa, en vez de una expresión genuina de la corrupción institucional que lleva tantos años grabada a fuego en el ADN de una mafia de directivos colegiales indignos de su posición institucional? ¿Nadie se acuerda ya de lo que hizo -presuntamente- el expresidente del Colegio de Murcia, Diego Gutiérrez, metiendo la mano en la caja para llevarse más 200.000 euros y alquilando por 3.500 al mes un piso de su propiedad al propio Colegio? (algo parecido, aunque mejor camuflado con una Fundación, pasa con la sede del Consejo General de Enfermería de Fuente del Rey 2, distrito de Aravaca, Madrid, así que esto parece marca de la casa). Una incómoda situación (que se supiera, no que se hiciera) que il Dottore trató de zanjar para que no se extendiera como una mancha de aceite interviniendo el Colegio, nombrando a dedo una comisión gestora amiga, falseando la Junta de Edad que debería convocar y gestionar las nuevas elecciones y poniendo como tesorero a uno de los suyos para asegurarse de que lo primero era cobrar las deudas con el propio Consejo que la actuación fraudulenta y -presuntamente- delicitiva del anterior presidente había generado. Afortunadamente, ganaron los buenos.

No, no creo que se trate de conductas individuales desviadas, más bien es una cultura de grupo impulsada, amparada y ocultada desde la propia cúpula de la organización. Solo que ahora la movilización de unas bases colegiales hartas, y no ya la actuación kamikaze de algunos directivos colegiales locales hartos, supone un verdadero peligro para los corruptos.

Presidente y Vicepresidente del Colegio de Enfermería de Zaragoza

Miren el careto de estos sujetos, porque ahora le toca el turno al Colegio de Enfermería de Zaragoza, a cuyo frente (desde 1998, si no me he documentado mal) está Juan José Porcar. Porque hace solo unos días este impresentable ha dado un paso al frente para tratar de salvar su culo frente a esos movimientos democráticos de los colegiados, que le han pedido que presente y explique las cuentas colegiales para intentar fiscalizar democráticamente, no ya si, que es vox populi, sino dónde, cómo y (sobre todo) cuánto exactamente se lo están llevando crudo él y sus compinches. Y precisamente por eso, el machote ha arremetido contra un fastidioso colegiado, Eduardo Marín, para ver si amordaza su irreverente bocaza.

Porcar está de pie, el primero a la izquiera

Porcar es un turbio personaje ligado desde hace mucho tiempo a Previsión Sanitaria Nacional [PSN], entidad de seguro dirigida a los profesionales sanitarios, siempre sospechosa de representar y defender intereses económicos privados (a pesar de ser eso, una mutualidad), para cuyo noble fin siempre se justifican unos más que cuestionables medios; llevan al menos 15 años en medio de turbias polémicas (aunque según se dice, y suena creíble -no hay más que ver la profusa publicidad de la mutua, esparcida por todos los medios-, tienen comprada a media prensa sanitaria para que las denuncias no vayan a más). El tal Porcar es uno de los 11 consejeros nacionales de PSN y en calidad de tal fue imputado junto con otros cinco colegas por fraude procesal (mentir y falsificar pruebas para expulsar e imputar al anterior presidente de la aseguradora), si bien recientemente el juez ha levantado provisionalmente la imputación mientras se realizan nuevas pesquisas, dejando la puerta abierta a una (potencial) nueva imputación cuando estas finalicen.

A Eduardo Marín, el tal Porcar le ha incoado TRES expedientes; a falta de uno que recoja todos los pecados, mejor tres bien desglosados para imponer la más dura penitencia al pecador. Porque TRES faltas graves -que están cantadas, dada la neutralidad que se presupone en el instructor nombrado, que solo casualmente es enfermero militar… como el tal Porcar- suponen, según los Estatutos Colegiales (art. 20) la EXPULSIÓN del colegio, sin que pueda colegiarse en otro -y poder así trabajar como enfermero- durante seis años (¡te jodes…) y la INHABILITACIÓN para cargos colegiales entre uno y 10 años (…y no puedes presentarte como alternativa opositora!): como en las novelas y películas de la Mafia, no basta con dar una paliza, hay que eliminar físicamente (quitar la licencia para ejercer es más o menos lo mismo) al atrevido denunciante y dejar el cadáver en un callejón para escarmentar al traidor y atemorizar a otros posibles conspiradores.

El primero de los expedientes (sé que los documentos no se ven muy bien; la copia es infame, trataré de sustituirla si consigo otra mejor) se incoa por publicar comentarios en Facebook (en el grupo Enfermería Zaragoza) “con habitualidad y en algunas ocasiones de carácter difamatorio, ya que excede el umbral de la mera crítica”. En estos comentarios se habla de los miles de euros que, según el denunciante -y a mí me inspira más confianza él que los canallas colegiales que arremeten contra él con todo su aparato jurídico financiado con las cuotas colegiales-, se les quedan entre las uñas a los prebostes colegiales con la edición e impresión de la revista colegial, incluidos los ingresos por publicidad que nunca aparecen en las cuentas colegiales.

El segundo de los expedientes está motivado por una serie de escritos en los cuales el enfermero expedientado solicita las “Actas del Consejo y los presupuestos detallados del Colegio aprobados en los últimos años”. Todo un atrevimiento… si no fuera porque todas estas informaciones deberían estar publicadas en la página web del Colegio, nada menos que desde 2010, según el art. 5.11 de la Ley 25/2009, de 22 de diciembre, de modificación de diversas leyes para su adaptación a la Ley sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio. Ley que casi todos los gonzalezjuradistas, empezando por il Dottore, se pasan impunemente por el arco del triunfo. Porque ellos lo valen. Y porque les dejan, claro.

Y el tercer expediente se abre tomando como disculpa una crítica política al apesebramiento del Colegio de Zaragoza, tan servil y sumiso con el poder político (el Gobierno de la Presidenta Rudí del Partido Popular) que le ampara, como prepotente con quienes le demandan una posición de fuerza frente a los recortes sanitarios. Además -¿cómo no va a estar siempre la pasta por el medio en estos entornos tan turbios?- de pedirse explicaciones sobre los sobreprecios pagados, por importe de muchos miles de euros, por agendas, ingresos ocultos por publicidad y otros negocietes. En definitiva, como dice el denunciante,

“una gestión económica más dirigida a mantener personas que al beneficio del Colegiado. Una gestión económica que por si sola justificaría la inmediata dimisión del todo el Equipo de Gobierno”.

Los expedientes se incoan a instancias de la Comisión de Ética y Deontología Profesional (aunque a veces curiosamente se la cita en el escrito como de “Bioética”), que ha sido quien ha revisado el caso, al entender estos evaluadores independientes que “el comportamiento del Sr. Marín no es acorde con los artículos 62 y 66 del Código Deontológico de la Enfermería Española. Veamos qué dicen estos artículos para calibrar las razones por las que estos colaboradores necesarios proponen la calificación de los escritos y las acciones de Eduardo como falta “grave o muy grave”:

Artículo 62:

Las relaciones de la Enfermera/o con sus colegas y con los restantes profesionales con quienes coopera deberán basarse en el respeto mutuo de las personas y de las funciones específicas de cada uno.

Artículo 66:

La Enfermera/o, en el trato con subordinados, superiores, colegas y otros profesionales sanitarios, se guiará siempre por las reglas de buena educación y cortesía.

Los valientes de la Comisión de “Ética”

O sea que se trata de expulsar al colegiado por motivos de “respeto mutuo, buena educación y cortesía”… Los miembros de la Comisión de Ética y Deontología Profesional (aquí a la izquierda se los presento) se ve que están muy pendientes de qué hay de lo mío o tal vez son solo unos pringaos, (no sé, allá ellos y su conciencia). Pero usted, señor Porcar, debería respetar el primero y como el que más estos principios y respetar de verdad a sus colegiados. Sin embargo, en vez de hacerlo se comporta como un fascista al instrumentalizar en su favor los órganos y disposiciones legales para represaliar a los colegiados que critican su gestión y denuncian lo que tiene toda la pinta de ser una -presunta; he dicho presunta, señor juez…- práctica delictiva sistemática y organizada, silenciando bajo tan graves amenazas sus críticas. Pero le va a suceder lo mismo que a su colega asturiano: tendrá que visitar la Audiencia Provincial, donde espero que le pidan y tenga que entregar todas las cuentas ocultas que se niega a facilitar, como exige la ley, a quienes mantienen con sus cuotas la Corporación Colegial que tan indignamente preside.

No deberíamos dejar solo a Eduardo. Yo creo que todas las enfermeras y enfermeros (demócratas) colegiados en Zaragoza deberían autoinculparse, copiando literalmente en un escrito las acusaciones entrecomilladas que recoge cada uno de los tres expedientes incoados a Eduardo y pasando el escrito por registro. Que abran cientos de expedientes ya que son tan prepotentes.

Y como el recurso en vía administrativa, una vez dictada la previsible sentencia de muerte civil por el Colegio de Zaragoza, recaería en il Dottore, creo que el resto de enfermeras y enfermeros demócratas colegiados deberían inundar el perfil de twitter del susodicho (@maximogj) con una exigencia clara (copiar y pegar si resulta más cómodo):

@maximogj pare expedientes Colegio Zaragoza o será cómplice de prevaricación contra los derechos civiles de los colegiados #juradoporcar

Y, dado que Unión Profesional, el lobby que reúne a casi todas las corporaciones colegiales, entre ellas la de Enfermería (y del cual il Dottore es… ¡el tesorero! ¡Lo juro, no es un chiste fácil!, ver el cuadro), ha dicho hace unos pocos días que “impulsa el buen gobierno en el sector colegial” no estaría de más preguntarles por qué permiten este golferío tan extendido en el “sector colegial” enfermero (del resto, si es que se da, que se encarguen otros más documentados que yo). Podríamos hacerlo a través de la cuenta de twitter de su presidente, Carlos Carnicer (que además lo es del Consejo General de la Abogacía, así que algo debe saber de leyes), y preguntarle (copiar y pegar si resulta más cómodo):

@CarlosCarnicer si defiende código buen gobierno en colegios profesionales ¿por qué consiente un @CGEnfermería tan podrido? #carnicerjurado

O lo que sea, con cabeza y corazón; propongo esto sin tener muy claro que sea lo mejor, pero sí tengo claro que no podemos dejar a Eduardo a los pies de los caballos (perdón, de los burros).

PS.- Al margen de la catadura moral del tal Porcar, esta situación es posible porque en 2010 la candidatura de estos impresentables fue la única que se presentó a las elecciones colegiales. ¿Seguirá pasando lo mismo en Zaragoza y en tantos otros colegios profesionales gobernados por ineptos y/o corruptos y/o caciques?

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Juan F. Hernández
Enfermeras y otros animales

Sociólogo, comunicador, mirada crítica a las profesiones sanitarias. Autor: “Enfermería frente al espejo”, “Profesiones sanitarias y relaciones de poder”…