El silencio de los ¿corderos?
Cuando una no-noticia es una noticia (o al menos una gran pregunta)
No es infrecuente ver al presidente del Consejo General de Enfermería [CGE] vinculado periodísticamente a oscuras tramas, en ocasiones delictivas (con imputados) y en otras, digamos, uy-uy-uy…
Es cierto que no existen, hasta donde yo sepa, investigaciones abiertas, sean de tipo policial, fiscal o judicial, pero lo cierto es que para cualquier organización (empresa, administración, fundación, ONG, lobby…) sería demoledor encontrar a su máximo representante cada dos por tres apareciendo en compañía de estas amistades peligrosas gürtelianas, permanentemente bajo sospecha. Es algo, en el mejor de los casos, indecoroso; en el peor, vergonzoso. Y seguro que en organizaciones no anómicas, como esta, los accionistas, patronos, stakeholders, jefes o responsables políticos le habrían enseñado de manera elegante la puerta de salida. Porque su fango enfanga a su organización y a sus accionistas, que en este caso son las enfermeras españolas. Que ciertamente algo de culpa tienen por su excesiva y criticable pasividad, pero que creo que no se merecen tamaño deshonor.
Lo que sucede es que dentro del grupo de personas y directivos colegiales que lleva apoyando más de 25 años al grupo de poder dentro del CGE (porque ellos no son el CGE, por mucho que así lo pretendan) no existe nadie que no esté igual de pringado, por acción, por omisión o por una mezcla de ambos, en todo este entorno turbio, embarrado, feo oscuro casi negro, con tintes entre mafiosos y caciquiles. Son todos igual de indecorosos éticamente, y creo que hasta peores estéticamente. Por eso cuando escucho a algunos de los directivos disidentes eso de “habría que tenderles la mano a algunos para que caigan de nuestro lado”, simplemente me dan ganas de vomitar. No, no nos olvidemos nunca de todos estos traidores a la profesión, vendidos por un plato (o dos o siete… o mil) de lentejas.
Ya sé, es realpolitik, pero me dan igualmente ganas de vomitar. Y algunos que llevan tantos años en el silencio de los borregos y que ahora que se vislumbra el post-juradismo empiezan a dar por amortizado a su antiguo patrón y a buscar acomodo acercándose a los que hace ya tantos años abjuraron de esta mafia en la que ellos han estado acomodados, pues qué quieres que te diga: a mí que ni soy enfermera ni tengo dependencias o sustento dentro de este mini-mundo, no me gusta nada, por mucho que me lo expliquen.
En fin, hoy que ha vuelto a salir en un poderoso medio de comunicación el Gran Timonel, una vez más enmierdado en una trama de espías que él achaca a oscuras tramas de colegios morosos y periodistas chantajistas, usurpando vomitivamente el noble eslogan “Basta Ya”, lo que realmente me asombra es la nula repercusión que este tipo de noticias tiene en los medios de comunicación sanitarios.
Puedes irte a cualquiera de ellos (ya sabéis cuáles son: Diario Médico, Redacción Médica, El Médico Interactivo, Acta Sanitaria…) y verás cómo (pero no porqué) a ninguno de ellos les parece noticiable que el Presidente de la mayor organización profesional de España por número de colegiados, tesorero (¡qué gran metáfora de la estulticia!) además de Unidad Profesional (el lobby encargado de defender los intereses de las burocracias colegiales, que no de la mayoría de sus colegiados), salga con tanta frecuencia en compañía de corruptos y enfangado en temas sucios.
¿La razón? Bueno, espero que no sea la que estoy pensando, aunque no quedan muchas más… En todo caso, aún más ganas de vomitar.
En cuanto a la prensa general, la razón, no sé si principal, es evidente: a Máximo González Jurado, aunque él se cree Don Vito, el puto amo del mundo, en realidad le consideran un mindundi de medio pelo. Eso sí: el día que se enteren de la verdadera entidad de sus asuntos pensarán: “joder con el ATS, qué alto volaba…”. Como Ícaro.