¿Existen ‘memes’ corporativistas?

¿O es simplemente defensa de un status quo profesional obsoleto?

Juan F. Hernández
Enfermeras y otros animales

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El término ‘meme’ lo inventó el divulgador evolucionista Richard Dawkins, quien lo utilizó por primera vez, si no me equivoco, en el libro El gen egoísta (Barcelona, Salvat Ciencia). “Una idea-meme”, explica en la página 256 del libro, “podría ser definida como una entidad capaz de ser transmitida de un cerebro a otro”. Los memes se pueden transmitir como los genes (usando la biología y la transmisión vertical), pero a menudo tienen sus propias vías de transmisión horizontal (por ejemplo, como explica Dawkins, el meme del celibato, que genéticamente… ¡como que no!).

La Religión sería el ejemplo básico de una reproducción ‘memética’, algo que va más allá de la transmisión genética, por un lado, y de los procesos culturales de socialización grupal para adoptar una forma de expresión universal, crosscultural, inmaterialmente transmitida. Pero desde luego, la Patria y otros incordios similares no le van a la zaga.

El título del libro es elocuente, y su tesis, especulativamente radical:

Somos máquinas de supervivencia, autómatas programados a ciegas con el fin de perpetuar la existencia de los egoístas genes que albergamos en nuestras células.

Siguiendo este planteamiento evolucionista-darwinista, Dawkins reconoce que, al igual que sucede con los genes, los memes que triunfan son los mejor adaptados… hasta que son abatidos y desechados por otros que dan mejor respuesta a las exigencias ambientales (o la “incertidumbre del entorno”, por emplear la expresión de Jorge Wagensberg). Dice Dawkins:

La selección favorece a los memes que explotan su medio cultural para su propia ventaja (…) El acervo de memes, por lo tanto, llega a poseer los atributos de un medio evolutivamente estable que los nuevos memes encuentran difícil de invadir.

A mi edad, me cuesta ya encontrar y (sobre todo) mantener en mi diminuta nómina de tiempo libre a divulgadores que admirar, algo que se reduce aún más cuando me refiero al mundo de la sanidad y las profesiones sanitarias, que constituye hoy mi principal (¿única, quizás?) área de conocimiento profesional, al menos en mi vertiente más pura-y-dura de sociólogo.

Y, para mi tremenda desesperación intelectual y vital, cada vez que a un pensador médico le da por “reflexionar” acerca de aportaciones de otros profesionales (médicos o no) que sugieren que muchos de los principales problemas actuales de los sistemas sanitarios están íntimamente relacionados con la obsolescencia de unos modelos, estructuras, relaciones y fronteras profesionales sancionados solo por la tradición y las relaciones de poder, que no por la racionalidad, me pregunto por qué tienden a volverse tan intelectualmente vulgares. Afortunadamente, no todos. Pero casi.

La respuesta, creo, es que son sus ‘memes’ los que escriben por ellos en un momento de descuido. Y hay que tener en cuenta que tanto genes como memes son entidades intelectualmente nulas que para poder reproducirse necesitan estimular las más ‘bajas pasiones’, esas que llegan a anular totalmente el entendimiento.

Me sucedió hace algunos pocos años con vulgaridades machistas y/o elitistas sobre feminoides, quimeras y enfer-mesas o pilotos de avión y directores de orquesta y me ha pasado ahora con la última (hasta que escribo esto) entrada de mi admirado Sergio Minué en su blog (Gerente de Mediado), titulada El nuevo Kit de profesional sanitario. Me resulta difícil creer que la misma persona de la que tanto he aprendido, y que tanto me ha ayudado a reflexionar en clave progresista (de progreso, no ideológica), haya perpetrado una entrada que es un fantástico compendio acerca de los sueños de la razón, esos que efectivamente engendran monstruos.

En primer lugar, no cita, menos aún enlaza, el artículo que tan despectivamente critica (censurando al editor del New England su frivolidad por darle cobijo y un charme intelectual), con lo cual puede permitirse hacer que los autores digan lo que le viene bien que digan sin que sea fácil comprobar si lo dicen o no. Es decir, crea el enemigo a la medida de las necesidades de tus bajas pasiones.

Es evidente que se refiere a Global Supply of Health Professionals, pero la extremada simplificación que realiza el comentarista de un texto tan denso roza la caricatura, total porque los autores se preguntan si los médicos (Minué lo es) realmente se dedican a hacer aquello para lo que les cualifica una costosa formación que dura un forrón de años (unos 11 o 12 por estos lares, no tanto, pero sí muchos, en los países menos desarrollados) y si no existirán soluciones concretas a problemas concretos que pasen por modificar los mapas competenciales que asignan roles, funciones y tareas de manera cerrada a quienes los vienen desempeñando de toda la vida. O sea, por retar un status quo demasiado cerrado que responde más -esta es mi opinión personal- a intereses, convenciones y conveniencias, que a razones, evidencias y convicciones.

De ahí pasa a un mundo bidimensional en el que solo hay dos entidades profesionales: El Médico y Los Otros. Así, por ejemplo, acusa a los autores de que, hablando de los graves problemas de la atención primaria, defiendan que

para trabajar en este nivel sirve cualquiera: en principio cualquier recién egresado de una facultad y, si no se dispone de ellos, cualquier agente de la comunidad con un curso de capacitación básico.

Así que Los Otros es todo lo que no es El Médico, da igual su enorme diversidad local y ocupacional, su nivel de cualificación, universitaria o no, sus especialidades y especializaciones, másteres, doctorados y otras gaitas (que solo suenan si están hechas de tripa médica). Porque no es lo mismo, ni dicen en ningún momento los autores del artículo en NEJM que sea lo mismo, un grado en una universidad que un curso de capacitación básico; ni un problema en Amsterdan que una solución en Djibuti; o, por centrarnos en un solo país, en Los Angeles, que en el Medio Oeste o en Alaska. Pero Minué sí insinúa que lo dicen, aunque no lo entrecomilla porque en realidad sabe que no lo dicen.

En realidad, para los autores del artículo (Nigel Crisp y Lincoln Chen), existen dos grupos, algo menos dogmáticos o cerrados: el de las profesiones sanitarias (médicos, enfermeras, matronas…) y el de las ocupaciones o agentes de salud. Para mí también.

Cartoon de Gary Larson

Si Juan Gèrvas, como ya mencioné y enlacé, hace un par de años, comparaba al médico con un piloto de avión, ya que un director de orquesta le sonaba a poco (recomiendo, para conjurar estos males de altura elitistas la lectura de esta reciente entrada en el blog de la periodista y divulgadora estadounidense Suzanne Gordon sobre un médico que se sienta un momento en el asiento de un piloto de avión y algunas cosas estupendas que aprende), Minué lo hace con el neumático de un vehículo, afirmando cargado de santa e indignada razón que…

a nadie se le ocurriría continuar circulando indefinidamente sin sustituir la rueda averiada por una nueva. Los médicos en general, y los médicos de familia en especial, son las ruedas del sistema sanitario.

O sea, que el resto de los profesionales de la salud son ruedas de repuesto (o pinchadas, no sé qué es peor).

Nadie en su sano juicio niega un rol central del médico de familia, ni ayer ni hoy ni mañana, pero tampoco nadie que no esté cegado en su sano juicio puede negar que este rol central va siendo cada vez más compartido con otras profesiones sanitarias. Y que en algunos casos el rol central o liderazgo pivotará sobre unas; y en otros, sobre otras: el contexto es esencial. Aunque sea siquiera porque, como decían en The Economist hace un par de años, “los pacientes crónicos no son, ni lo que más les gusta ni lo que mejor se les da a los médicos”. Y esto, pacientes pluripatológicos con necesidades asistenciales complejas, es lo que hay y habrá hasta aburrirse en nuestros servicios de salud (perdón si me he puesto un poco cheli).

Y si se trata de hacer de la necesidad virtud, pues vale, todos tenemos que ganarnos la vida, pero que nadie me trate de convencer de que este es el dominio ecológico vocacional propio de los médicos. Miren, si no, las estadísticas de la elección de plazas de los MIR (las de este año están a punto de finalizar; el Sindicato Médico Andaluz realiza, a mi juicio, el mejor seguimiento).

Finalmente, Minué aplaude el coraje para defender a los médicos de familia como pilares del sistema de salud… de la Asociación Mundial de Médicos de Familia (WONCA). ¿A quién van a defender con energía, a los sexadores de pollos o los controladores aéreos? Joder, Minué, que son un lobby… tan lícito (e interesado y sin duda tramposo) como el Consejo Internacional de Enfermeras y otros tantos de otras tantas profesiones, ocupaciones e intereses.

Finalmente, el trabajo en equipo, dice nuestro Gerente de Mediado, es un “axioma sin evidencia científica que lo sustente”, lo cual, al menos dicho así en términos tan genéricos, urbii et orbi, es una boutade impropia y completamente censurable.

Simplificaciones, desvirtuaciones y descontextualizaciones, un puntito de arrogancia y elitismo, trampas retóricas demasiado burdas, tal vez una sensación punzante de que esto va a cambiar sí o sí y no precisamente a favor de quienes hoy detentan el poder profesional…

¿Son las ‘bajas pasiones de tribu’ o es que en realidad existen los ‘memes corporativistas’?

Como citaba al principio de este post…

La selección favorece a los memes que explotan su medio cultural para su propia ventaja (…) El acervo de memes, por lo tanto, llega a poseer los atributos de un medio evolutivamente estable que los nuevos memes encuentran difícil de invadir.

El tan criticado artículo del New England termina recordándonos que millones de profesionales en todo el mundo se ganan la vida gracias a este status quo actual. Y que cambiarlo es un mal negocio para los más dominantes, que sin duda venían siendo los médicos. Por eso, para los reguladores siempre ha sido más fácil proponer rediseños de los servicios, que de los roles profesionales; hay fuerzas muy poderosas demarcando las responsabilidades, los privilegios y la autoridad: términos realmente difíciles de distinguir y mucho más complejos de lo que pretende mi (aún, aunque un poco menos) admirado Gerente de Mediado en su tan plano análisis.

Resistance to change may be expected. After all, millions earn their living from the status quo. That may be why policymakers in the past have found it easier to redesign services than to redesign roles. There are powerful forces demarcating responsibility, privilege, and authority.

PS.- Por cierto, esa que con un tono un poco despectivo, o al menos displicente, etiqueta Minué como “una institución llamada China Medical Board”, y que tan bien le viene para descalificar subrepticiamente el artículo, lleva en EEUU desde 1914, primero ligada a la Fundación Rockefeller, y desde 1928 como institución independiente (Nueva York).

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Juan F. Hernández
Enfermeras y otros animales

Sociólogo, comunicador, mirada crítica a las profesiones sanitarias. Autor: “Enfermería frente al espejo”, “Profesiones sanitarias y relaciones de poder”…