La chirigota gaditana
Las elecciones al Colegio de Enfermería de Cádiz: ¿farsa, sainete, esperpento o chirigota?
El Presidente re-re-re-reelecto del Colegio de Enfermería de Cádiz es uno de esos apoyos incondicionales, aunque en este caso no de los más significados, no sé si eso es buen asunto, del Consejo General que lleva instalado en el poder corporativo enfermero desde hace más de un cuarto de siglo. Rafael Campos acaba de ser reelegido como Presidente con una aplastante mayoría en un proceso plagado de maniobras orquestales en la oscuridad. Naturalmente, el Consejo le/se felicita por esta victoria de la democracia colegial.
El Colegio de Cádiz cuenta con 6.100 enfermeras colegiadas; de ellas, ejercieron su derecho de voto, según el escrutinio del propio colegio, 948, es decir, un 15,5%. Siempre según los datos oficiales, no hubo ni un solo voto en blanco ni nulo (¡torpes, que sois unos torpes!). Eso sí, de esos pocos votos emitidos, nada menos que el 85% fueron enviados por correo, puesto que solo votaron presencialmente 140 colegiados. El voto por correo, al menos en colegios como el de Enfermería de Cádiz (ver en el enlace anterior sus normas de funcionamiento), no se ejerce como en nuestro sistema electoral general, con unas mínimas garantías de imparcialidad a cargo de Juntas Electorales, sino que es regulado, gestionado y administrado por quienes son juez y parte: la propia Junta de Gobierno, que hace con estos votos, reales o manipulados quién lo sabe, lo que realmente le da la gana. Especialmente, impedir que ninguna candidatura que no sea la oficial pueda auditar y garantizar la validez de unas papeletas dentro de unos sobres a los cuales se elimina su trazabilidad.
En los colegios de enfermería, y les aseguro que no son una excepción dentro del complejo mapa colegial, lo habitual es que solo se presente a las elecciones la candidatura oficial, ya que el grueso de los colegiados pasan olímpicamente de sus colegios. A estos burócratas colegiales, lejos de preocuparles, irritarles incluso, esta desafección de los profesionales, les encanta porque les viene de perlas para poder hacer de sus capas unos sayos y gestionar a su entera conveniencia unos fondos que, aunque se gestionen como privados, en realidad son públicos porque provienen de las cuotas de sus forzosos colegiados.
En el caso de las elecciones de Cádiz, tenemos algunos detalles muy peculiares y, al tiempo, característicos del “talante democrático” de esta (de)generación colegial. Aunque el mandato ordinario de la actual Junta se prolongaba hasta el cuarto trimestre de 2014 y sin que se haya explicado que mediaran otras circunstancias razonables que lo aconsejaran, excepto que se estaba preparando una candidatura alternativa, las elecciones se adelantaron casi un año. Y la fecha que se decidió, sin necesidad de urgencia o catástrofe inminente… fue el jueves 26 de diciembre. Legal, supongo, pero absolutamente inmoral e indigno: Rafael Campos, eres un crack (eso sí, del lado oscuro de la fuerza).
Hasta aquí, la farsa habitual en estas mafias colegiales amamantadas en los pechos de Máximo González Jurado y compañía. Faltaba un estrafalaria candidatura alternativa para convertir la farsa en sainete. Una candidatura en la que su impulsor no se presenta (porque no está colegiado) y el candidato formal a Presidente habla por boca de ganso sin dejarse ver en ningún momento. O sea, una marioneta en una candidatura sin programa. Todo parece indicar, y me arriesgo con mi análisis a ser injusto (la otra opción, igual peor, es que fueran unos absolutos necios), que lo que se dio no fue en absoluto pensando en los interes de las bases colegiales o de la profesión, sino en un quítate tú que me pongo yo para meter mano en los asuntos (presupuestos) colegiales.
Por causas extrañas, probablemente por las urgencias del momento, el “debate electoral” se produce casi exclusivamente a través de nuestro grupo de Fb y al hecho ya anotado de que el Candidato opositor no habla sino a través de persona interpuesta, se le añade que el Candidato a la reelección lo hace mediante un perfil o avatar inventado. Ello, junto con el hecho de que lo que en ese debate se expresa, con la intervención de numerosos espectadores ojipláticos que no pueden sino expresar su asombro y desconcierto, y hasta de algún presidente colegial bienintencionado que habrá de pagar su ofensa de opinar en una sociedad libre, como advierte/amenaza el avatar matón, es simplemente aberrante en un grupo social que se pretende maduro. De ahí que demos el paso definitivo, del sainete al esperpento.
O, ya que nos encontramos en Cádiz, a la chirigota.
Algunos de quienes, como el que esto suscribe, nos hemos manifestado a favor de la colegiación voluntaria (al menos en el caso de los empleados públicos, que son la inmensa mayoría en colegios como los de enfermería o medicina), no lo hacemos necesariamente desde una convicción abstracta, genérica o ideológica, sino desde la convicción de que no podemos esperar que estas importantes estructuras corporativas respondan a su misión social sin incentivos externos (positivos y negativos) que alienten la implicación de los colegiados y pongan coto a este tipo de conductas anómicas que, sin embargo, hoy son el pan nuestro de cada día.
Como profesionales, hasta como sociedad, no podemos fiar la marcha de las organizaciones corporativas al azar de que gente decente decida presentarse y que estos consigan la afección coyuntural de la otra, tanta, gente decente que constituye las bases de cada profesión. Y una estructura tan atomizada como la de los colegios provinciales, no solo no ayuda sino que entorpece la necesaria transición y regeneración de las estructuras colegiales.