Creo que ya entiendo qué hace

El otro día me dí cuenta que comencé esta catarsis burguesa contando cómo llegué acá y qué pasó un día de limpieza 4 años más tarde. Digo que es catarsis porque él no lee todo esto: se interesa “solo por los sistemas políticos”, me dijo el otro día. Y digo que es burguesa porque quejarse no es de proletario.

Creo que ustedes no saben lo ocurrió en el medio. Yo a veces tampoco. 4 años para todos ellos son muchos más para todos nosotros. Tendríamos que armar una asociación, ahora que lo pienso. Una especie de cooperativa, organización o sindicato. Una ONG no porque es de socialdemócrata. Esos que promueven el bienestar sin rasparse un poco no entienden que el raspón es la partera de la historia. Si, hagamos un sindicato. Ya tengo un secretario adjunto en el otro departamento. Espero que se entusiasme un poco más con la revolución porque le hablé con el corazón y me contestó con comida. Me desespera.

Digo que tenemos que armar una orga porque no puede ser que nos manejen los años como a ellos les plazca. Tenemos que implementar nuestro propio sistema de años. Sería revolucionario, dominaríamos un mecanismo de producción temporal y cambiaríamos las relaciones mercantilizadas del tiempo. Y me parece bien un sindicato porque luego se puede convertir en un partido político de cuadros profesionalizado con una burocracia consolidada y una ideología rectora. Algo parecido a cómo hicieron los camaradas en Alemania, Francia, Italia. En Rusia no, ahí hicieron todo al revés. Mirá como terminaron, no aguantaron una simple pared.

Les contaba que no sé matemáticas así que no puedo hacer la cuenta, solo sé algunas actividades básicas de supervivencia como comer, lavarme, dormir, comer, lavarme, dormir, comer, lavarme, dormir, comer, lavarme, perseguir mosquitas, dormir. A veces me sale pensar, por eso de a poco voy a ir catarseando algunas historias. Creo que todas ellas están conectadas por un hilo común, por una especie de fuerza alienadora que cruza todos los sucesos que transcurrieron en estos 4 años. Él dice que se llama ciencia política, yo todavía no se que es. No se si alguien más sabe qué es.

Al comienzo él estaba todo el día acá, ahora también pero por el bicho que creo que es el espíritu fascista. Antes era distinto que ahora. En el medio estuvo poco, pero ya llegaré a esa parte otro día. Que estuviera todo el día acá me daba tranquilidad. Lo veía levantarse, me levantaba con él, le seguía sus pasos: un rato en el lugar blanco, luminoso y cerrado donde hay muchos artefactos desde los cuales sale agua que se puede tomar junto con ese otro lugar donde se paran o se sientan para hacer lo que nosotros hacemos entre piedras, plásticos y arenas. Luego, al otro lugar donde también hay un artefacto desde el que sale más agua y un artefacto contra la pared pero mucho más grande que él desde el cual saca lo que le dice el sistema capitalista opresor que tiene que consumir. Creo que no se da cuenta que reproduce la lógica de dominación capitalista al abrir esa puerta y sacar una mermelada. No le cuesta exprimir los recursos del sistema y extraerle todo lo que puede sacarle hasta dejarlo seco. Más burgués no se puede: agarra unos plásticos negros y naranjas, los pone en un dispositivo negro que tiene un recipiente con más agua y de ahí sale algo negro que se vierte en otro recipiente que contiene la temperatura. Me parece que se toma caliente.

-La puta madre se enfrió el café otra vez -dijo una vez.

Creo que se llama café. Y me puso muy contento ver a un camarada con ese café.

Después de replicar todas esas lógicas de dominación capitalista se sentaba en ese espacio rectangular de vidrio que resulta muy útil para apoyar todo tipo de cosas y elementos.

-Salí de la mesa que la acabo de limpiar -dijo un día.

Creo que se llama mesa.

Ahí sentado enfrente a otro artefacto cuadrado en el cual aparecían imágenes, textos, rectángulos con más rectángulos adentro con letras, colores y mucho mucho texto.

-La cantidad de imeils que hay para responder -dijo otro día.

Creo que se llama imeil.

Ahí se la pasaba horas y horas y horas y horas y horas. Las humanas, no las nuestras. Pero me daba tranquilidad. Yo podía comer, lavarme, dormir, comer, lavarme, dormir, comer, lavarme, dormir, comer, lavarme, perseguir mosquitas, dormir sin preocuparme que se fuera. A veces se iba un rato con ropa distinta a la que usa cuando se tira el spray ese encima que le cambia el olor, y volvía todo transpirado. Tampoco sé por qué transpiran, es mucho más cómodo tener pelo. Cada vez repetía la misma secuencia burguesa: se sacaba la ropa distinta y enseguida abría otro artefacto en el lugar blanco y cerrado desde el cual salía más agua todavía. Cuanta agua que usa todo el tiempo. Cuando terminaba, cerraba todo y se ponía otra ropa.

-Donde dejé la ropa de entrecasa -decía cada vez que salía del artefacto al que se metía todo transpirado.

Creo que donde estoy se llama entrecasa.

Luego vuelta a empezar. Y otra vez. Y otro día. Y más artefactos. Y más camaradas a los que les toma el café. Y más imeils. Y más leer. Y más escribir. Y más transpirar. Y más estar ahí. Cada tanto me despertaba de alguna de las 17 siestas de descanso que tomo por el cansancio del descanso que tengo, y veía que estaba ahí. Eso me dejaba tranquilo. Entonces seguía descansando para no estar cansado por del descanso del cansancio.

Creo que esos imeils tienen ciencia política. También logré entender que ese artefacto rectangular que tiene teclas de distintos tamaño, donde hay imágenes quietas, otras imágenes que se mueven y desde el cual salen sonidos que se mezclan con otros sonidos también también tiene ciencia política.

-¿Te gusta Pink Floyd? -preguntó otro día distinto.

Creo que los sonidos se llaman pinfloy. Y sí, me gustó. No sé para que le dije que sí porque ahora lo pone todos los días. En ese momento empezaba siempre por los mismos sonidos. Me hacía acordar a Gramsci con sus estructuras.

Creo que todo eso tiene ciencia política. Creo que ya entiendo qué hace todo el día.