Nuestra casa citadina
Por años, los pobladores de la ciudad de Santa Clara vieron, y sufrieron, el deterioro progresivo de uno de los exponentes del estilo neoclásico con mayor longevidad de la urbe: la Casa de la Ciudad.
El crítico estado de la Casa de la Ciudad de Santa Clara hizo que, en el año 2015, comenzaran las obras de renovación. La labor, realizada por Artesanos y Artistas del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) y por trabajadores de la Empresa de Mantenimiento Constructivo, contó con una inversión que ascendió a los 2 millones 700 mil pesos en moneda nacional.
Han pasado siete años desde que tuvo lugar el último diagnóstico de la situación de la Casa de la Ciudad y más de un cuarto de siglo desde que la reparación realizada al techo no fue la mejor.
La intervención, iniciada hace ya dos años, significó una acción emergente, para impedir el colapso de la estructura y detener, así, el deterioro del lugar.
A diferencia de otras obras ejecutadas en la ciudad, las acciones que se desarrollaron allí, partieron de lo que pudo gestionarse, sin una inversión planificada a plenitud que permitiera un proceso de restauración profundo. «Es por ello que no podemos hablar de un proceso de restauración, sino de una reparación y un mantenimiento; es decir, no se trata de un acabado con valor estético sino tecnológico.
«Esto se debe a que no existía desde el punto de vista financiero y de los materiales la posibilidad de desarrollar un proceso de renovación absoluta, porque la Casa significa un gran volumen de cubierta», aclaró el arquitecto Guillermo Jesús Pérez Alonso, especialista del Centro Provincial de Patrimonio Cultural (CPPC) quien, además, es el encargado de supervisar cualquier ejecución en el edificio.
Una de las primeras acciones fue la de sustituir, totalmente, el sistema de falsos techos que tenía el edificio ya que el anterior era de madera y la aparición de insectos xilófagos (como el reconocido comején), así como la envejecida cubierta a dos aguas, de madera y tejas, afectaron en su mayoría las estructuras del inmueble.
«Se hizo un trabajo de conservación a las rejas, las cuales se pintaron con pintura anticorrosiva y recibieron una terminación con pintura de esmalte. Se renovó el sistema eléctrico y, además, se adquirieron nuevas luminarias que engalanan el inmueble y le otorgan mayor prestancia y elegancia al mismo. «Asimismo, trabajadores del FCBC cambiaron la escalera que daba paso al segundo nivel, la cual estaba destruida por la acción del comején. Los obreros de Mantenimiento Constructivo trabajaron en los repellos de las paredes afectadas y pintaron todo el inmueble», expresó el también Director de la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos del CPPC.
Merecida atención y reconocimiento recibió la reproducción de las pinturas murales, trabajo que necesitó de mucho cuidado porque el soporte estaba demasiado afectado por la humedad.
«Desde la década del noventa se había logrado identificar la cenefa como una caracterización de la ambientación y de los detalles artístico-decorativos de la arquitectura del siglo XIX, destacando la capacidad de estas pinturas murales de expresar, en su composición artística, el nivel cultural y el caudal económico de las personas que habitaron esta edificación», dijo Gloria Esther Arce Delgado, arquitecta y profesora de la UCLV, quien estuvo presente en las etapas de salvamento de la cenefa.
Desde la reapertura de la Casa en agosto de 2016 hasta la fecha, han ido apareciendo ciertas deficiencias en el proceso de reparación. «A pesar de que estoy en funciones hace relativamente poco tiempo he podido apreciar que en la marquetería y carpintería existen aún muchas deficiencias, la reparación en esa área no fue la mejor. Lo digo porque ahora veo que puerta con puerta no monta bien, incluso el arco de la primera puerta que da al patio interior está ligeramente abierto y tal parece que en cualquier momento la cristalería te va a caer en la cabeza.
Hay, además, dos filtraciones en el techo, una pared agrietada hasta el piso. Realmente no veo un buen trabajo de restauración», expresó Ángel Alberto Méndez Ruiz, administrador del centro.
Al respecto, Yiset Betancourt Casanova, arquitecta del Grupo Camhed, el cual fue el encargado de tratar las estructuras de madera, explicó que por la falta de recursos se trató de reciclar la madera que no estuviera tan afectada: «La filtración que existe en la sala Art Decó se debe a que la casa que colinda con el inmueble posee un bajante obstruido que está provocando este tipo de humedades, esperamos que pronto se llegue a un consenso sobre el mismo», explicó.
Al respecto el arquitecto Pérez Alonso manifestó: «El agrietamiento es producto, precisamente, de los deterioros que soportó el edificio en etapas anteriores y, principalmente, del colapso que sufrió la cubierta paralela a la calle Juan Bruno Zayas. Lo que queda es el testigo del daño, porque se hizo el trabajo de consolidación estructural para que la grieta no continuara progresando en el futuro. «Asimismo, las humedades de las paredes se deben a que las pinturas utilizadas no fueron las más adecuadas para soportar el interperismo.
Hasta el momento se ha cumplido con una sola etapa, de las tres que están planificadas, para la reparación integral de la Casa de la Ciudad. La segunda etapa incluye, principalmente, la reparación de la torre.
En fin, no podemos esperar a que pasen años para volver a reparar la Casa de la Ciudad. Debemos estar continuamente pendientes de ella y velar por que se cumpla el Plan de Conservación, no esperando por una gran intervención de millones de pesos; sino acometiendo acciones anuales que solucionen problemas y aumenten la vida útil de la Casa de todos los santaclareños.
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