Público vs Accesible

Verónica Celis Vergara
EnlightAID
Published in
7 min readApr 24, 2020

¿Puedes manejar los problemas de hoy sólo con información del 2018?

Informes anuales tradicionales vs informes digitales en tiempo real de EnlightAID

Hace unos días me puse a ver de nuevo una charla TED antigua que se llama “Cómo la información abierta está cambiando la ayuda internacional”, de Sanjay Pradhan¹. En la charla, Sanjay, quien en ese momento trabajaba para el Banco Mundial, habla sobre ciertas directrices para lograr que los esfuerzos de ayuda humanitaria tengan el mayor impacto posible, al mismo tiempo que se va frenando la corrupción. Había visto esta misma charla un par veces ya, pero esta vez una frase me llamó la atención:

- “Hay una gran diferencia entre un presupuesto público y un presupuesto accesible”² -

Esta frase hizo que algo hiciera click en mi cabeza sobre un tema que he estado pensando durante un tiempo, pero que nunca pude expresar de manera tan articulada. Público no es lo mismo que accesible. ¿Cómo pueden los ciudadanos del mundo expresar significativamente su opinión sobre lo que están haciendo sus gobiernos, las agencias de desarrollo o las ONGs si realmente no sabemos lo que están haciendo? Al diseñar EnlightAID, la plataforma que lanzaremos en unas pocas semanas, revisé los informes anuales de varias ONGs. Más que nada, para tener una idea de cómo ellas mismas estructuran sus datos y si era factible compararlos entre sí. Honestamente, tomé al azar informes de varias organizaciones de renombre para comprenderlos. Lo que encontré es precisamente lo que el Sr. Pradhan expresó tan elocuentemente: público no es lo mismo que accesible.

Los informes que se publican son diferentes en longitud, proceso en el que miden el impacto, el nivel de detalle en el que muestran su información financiera, etc. Regresé a los sitios web de las mismas organizaciones y busqué sus últimos informes. Los que encontré hablan sobre el 2018. Teniendo en cuenta que estamos en abril de 2020, implica un retraso significativo en los reportes. No había información en tiempo real disponible. Aunque es importante tener acceso a estos datos históricos, podríamos preguntarnos qué tan relevantes son al tomar una decisión hoy para apoyar las cosas que están sucediendo en este momento.

Analizarlos de manera ordenada se me hizo difícil, para empezar, los informes que revisé eran muy variados en su extensión. 42 páginas el más corto frente a 220 del más extenso. Ninguno explicaba el proceso utilizado para medir el impacto de sus actividades. Todos mostraban información financiera, pero el nivel de detalle variaba y ninguno ofrecía, por ejemplo, datos sobre las empresas a las que habían pagado dinero a cambio de bienes o servicios. Todos los informes se veían hermosos y ofrecían números tranquilizadores. Sin embargo, después de leer los cuatro, no pude comparar adecuadamente el impacto que han tenido en relación con el uso de los recursos, simplemente porque miden cosas completamente diferentes y de maneras distintas. Esto hace que la información sea fundamentalmente inaccesible, incluso si es pública y está al alcance de cualquier persona con conexión a Internet. Al leerlos no pude determinar en qué área de impacto mis donaciones serían más efectivas. O en qué país, tema u organización sería mejor utilizada mi donación. Teniendo informes públicos que no se pueden comparar fácilmente entre sí, que no explican los criterios para la toma de decisiones y las mediciones, ¡y que tienen casi 2 años! nos deja siempre en desventaja.

Hace unos años, una organización a la que uno de los miembros de nuestro equipo había donado, envió su informe anual y había una cifra que no podré sacar nunca de mi cabeza. Mostraban en un gráfico, que de los varios millones de dólares que habían recaudado ese año, habían gastado el 97% de esos recursos en programas, y el 3% restante se había dividido en costos administrativos y de desarrollo. Ese gráfico perfecto y resplandeciente me dejó con mil preguntas. ¿Cómo están definiendo lo que implica un programa? ¿Los costos de los tickets aéreos de primera clase y los hoteles lujosos están incluidos en los programas? ¿O son esos costos administrativos? Yo conocía la organización de cerca y sabía cómo viajaban sus empleados cuando asistían a un evento. Regresé a la página de esa organización para encontrar su último informe, y para 2018, el último disponible, tenían el mismo tipo de gráfico sólo que para ese año habían gastado un poco menos en programas. Mis dudas quedaron sin respuesta.

Datos opacos

Es importante comprender que “sin acceso libre a la información, las personas en una parte del mundo tienen pocas posibilidades de saber, y mucho menos opinar sobre, las decisiones tomadas lejos que les afectan”³. En el caso de los informes que revisé, hay poca o ninguna explicación sobre cómo se miden conceptos como “programa”, “beneficios” o el “impacto” de las diferentes iniciativas. Por otra parte, la localización de las actividades y las pautas específicas de cada programa son vagas o inexistentes, creando una asimetría de información que nos deja incapacitados para opinar con conocimiento de causa. Esta opacidad y asimetría hace que uno se pregunte la validez de cómo se está definiendo ese conjunto de datos, cuestionando qué tan confiables puede ser.

Un ejemplo interesante de datos cuestionables surgió en Chile la semana pasada, en medio de la pandemia de Coronavirus, el actual Ministro de Salud, Jaime Mañalich, explicó que los pacientes que habían muerto de COVID-19 se contaban como recuperados. “Tenemos 898 pacientes que han dejado de ser contagiosos … estas son las personas cuyo diagnóstico es mayor de 14 días o que lamentablemente han muerto”⁴. Continuó explicando que los “expertos internacionales” han recomendado incluir a los muertos como recuperados porque ya no pueden transmitir la enfermedad a otras personas. Una forma errónea de analizar datos crea, como mínimo, desconfianza de la población en los funcionarios públicos y puede conducir a políticas públicas defectuosas que ponen en peligro la seguridad de los ciudadanos. Paralelos que pueden claramente hacerse a las ONGs.

¿Qué podemos hacer?

Las donaciones aún se tratan, en gran medida, con un enfoque tradicional en el que “primero, la transferencia de recursos de los países ricos del Norte a los países más pobres del Sur, acompañada de recomendaciones. En segundo lugar, las instituciones de desarrollo que canalizan estas transferencias son opacas, ofreciendo poca transparencia de lo que financiaron, o los resultados que lograron. Y tercero, las relaciones en los países en desarrollo son con un conjunto limitado de élites gubernamentales con poca interacción con los ciudadanos, que son los beneficiarios finales de la asistencia para el desarrollo”⁵.

Sin embargo, las sociedades y la tecnología han experimentado cambios notables en las últimas décadas. Existe más información disponible en innumerables sectores, mientras que los ciudadanos exigen más transparencia. A medida que los datos se vuelven abiertos y transparentes, la responsabilidad de quienes ejercen posiciones de aumenta frente a los ciudadanos y eso permite que los procesos puedan mejorar. Un ejemplo interesante es el proyecto CheckMySchool en Filipinas, una “iniciativa de monitoreo participativo en tiempo real para el sector educativo en Filipinas”⁶. Un programa lanzado en 2011 que permite a los padres y estudiantes dar retroalimentación en tiempo real sobre si los profesores y los libros de texto se estan disponibles en tiempo y forma en las escuela. “Y el gobierno responde. Así, por ejemplo, cuando se informó en este sitio web que 800 estudiantes estaban en riesgo debido a que las reparaciones escolares se habían estancado debido a la corrupción, el Departamento de Educación de Filipinas tomó medidas rápidas”⁷.

Otro ejemplo que me gusta mucho es Waze, quienes implementaron una tecnología de mapeo de colaboración colectiva para ayudar a “los conductores a llegar a donde van … mientras trabajan para vencer el tráfico”⁸. Al permitir a los usuarios contribuir con datos en tiempo real sobre accidentes, su navegación en vivo, zonas en construcción, objetos en el camino, etc, Waze da herramientas a los conductores para que tomen decisiones informadas a mientras van avanzando. A medida que la tecnologías maduran y los ciudadanos nos volvemos más empoderados y participativos, creo que los datos abiertos y comparables en tiempo real pueden ser nuestra única forma de lograr un futuro sostenible. Son herramientas como estas las nos permitirán tomar mejores decisiones, y más oportunas. En el caso de las donaciones específicamente, contar con conjuntos de datos dinámicos y comparables será de crítica importancia para comprender mejor la eficiencia de los programas que se ejecutan, y apoyarlos.

Elementos de visualización de tráfico en vivo de Waze

Tal vez soy demasiado millennial e idealista, pero hay temas que me obsesionan. Igualdad de derechos, protección del medio ambiente y, sobre todo, acceso a la educación. Pero no confío en nuestro actual status-quo. Lo que yo quiero es el equivalente a Waze, que me muestre, en vivo, qué vías están abiertas para conducir mi hipotético vehículo hacia la sostenibilidad. Hacia la igualdad de acceso a la educación. Hacia la equidad. Lo quiero ahora, en tiempo real, público y accesible.

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Verónica Celis Vergara
EnlightAID

Architect, dreamer and social entrepreneur. Founder and CEO of EnlightAID.org, and a proud #WomanInTech.