Cuerpos en la Era Digital

Entre Lineas ATNAJU
Entre Lineas
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3 min readJul 3, 2019

A partir de nuestra percepción del cuerpo propio y los cuerpos otros, se configuran esquemas de valores, sistemas de identidad y pertenencia, así como criterios de aceptación dentro de los grupos sociales. Como fenómeno cultural, los discursos que rodean a las diversas manifestaciones de lo corporal son el resultado de una compleja red de relaciones políticas, sociales y económicas, de cosmogonías particulares y transformaciones paulatinas. En palabras de Pascal Ory, “lo propio de los cuerpos humanos está por definición […] sometido a la influencia del movimiento general de las sociedades”. En este sentido, el cuerpo que habitamos nos pertenece tanto como a nosotros como a las estructuras culturales en las que existimos. En los tiempos presentes –con la aparición continua de nuevas representaciones y medios de expresión corporal– es necesario cuestionarnos hasta qué punto puede convertirse el cuerpo en un territorio incierto.

Las tecnologías introducidas a finales del siglo XX, y explotadas/ reinventadas/ evolucionadas a lo largo de las siguientes décadas, han marcado un cambio en los paradigmas de socialización como hasta entonces se conocían. A diferencia de los sistemas de comunicación anteriores, la apuesta actual conduce hacia la globalización de las interacciones humanas: Bajo la promesa de la superación de las fronteras territoriales y la experiencia del ser artificial en los espacios virtuales, se anuncian herramientas y redes de comunicación a nivel internacional. Con la popularización de las redes sociales y plataformas para la difusión de contenido audiovisual, las dinámicas de interacción social han cambiado vertiginosamente en lo que va del siglo actual. Como parte de este proceso también las imaginerías del cuerpo se han transformado, moldeadas y reinventadas a partir de tendencias masivas, interacciones virtuales, estrategias de marketing, nuevos criterios de belleza y discursos corporales dominantes.

En el fenómeno de creación de imágenes corporales en los medios digitales, existe un doble proceso: por un lado se encuentran presentes algunos elementos de dominación cultural en el imaginario popular; y de forma paralela nos encontramos con una mayor difusión de las auto-representaciones, facilitada por el acceso libre a plataformas y redes sociales. El cuerpo digital se vuelve así un objeto moldeable, sujeto a reglas de interacción social, y conformado como la expresión máxima de las autoficciones. En la actualidad existe una gran cantidad de apps y software de edición de imagen que nos permiten tener mayor control sobre nuestra apariencia virtual. La ilusión de pertenencia, así como la exigencia por encajar en criterios de belleza cada vez más efímeros, han desencadenado una dinámica distinta para la autopercepción.

Si bien es cierto que hasta cierto punto somos los autores de nuestras ficciones digitales, es innegable que una inmensa parte de estos relatos autoconstruidos son producto de patrones establecidos socialmente, en un intento –a veces inconsciente– de homogenización de las representaciones culturales. La paradoja de las libertades virtuales es que al final de día no abandonamos los esquemas y tendencias masivas, sino que pretendemos reproducir las mismas características visuales: mismas poses, mismos filtros, mismas localidades, vestimentas, decoraciones, etc.

En los peores casos se han manifestado signos de padecimientos mentales cada vez más frecuentes, como ansiedad o Trastorno Dismórfico Corporal, asociados a la incapacidad de aceptar la brecha entre los estándares estéticos de la sociedad y la realidad corporal individual. De admitirse los puntos señalados arriba, estaríamos aceptando que la experiencia del cuerpo en la actualidad tiende hacia la “libertad” en espacios virtuales, paralelamente al sometimiento a las circunstancias culturales e históricas que la hacen posible; así el énfasis en el cuerpo lejos de conducirnos a la utopía de aceptación y validación de las manifestaciones de singularidad, nos reduce al escrutinio social anexo a la homogeneización de las iconografías corporales.

Yesenia Edith Encarnación Becerra

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