El primer principio del existencialismo en Jean Paul Sartre

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4 min readJul 20, 2019

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La tesis clave para comprender el concepto de libertad y que Sartre la expresa a lo largo de toda su vida (tanto en el ámbito filosófico, el literario, el político, etc., como en su vida cotidiana), particularmente en El existencialismo es un humanismo, es que en los seres humanos:

La existencia precede a la esencia

Esta es una idea que sorprende a muchos filósofos y que ha sido mal interpretada o simplemente rechazada por muchos más. Desde mi punto de vista, la idea, es muy simple. En términos prácticos, significa sencillamente que nacemos como los animales que somos pero, naciendo, desarrollándonos y viviendo en determinada época, cierta sociedad, en interacción con nuestros semejantes, o sea, con nuestros familiares, amigos y enemigos, nos convertimos en personas, o dicho filosóficamente, seres humanos en situación.

Esto último es lo que debemos entender, ya que si los seres humanos son los productores de sí mismos, es decir, que construyen o producen su propia esencia, entonces ésta no les es dada ni por su naturaleza biológica, ni por Dios, ni sólo por las leyes universales de la física o los sobresalientes resultados de la neurociencia.

Así, en una segunda aproximación, podemos precisar un poco más la noción de situación de una persona: además de lo ya dicho ―el campo de posibilidades que le es dado por su época, el lugar donde nació y su biografía―, la situación involucra que a cada persona le antecede la Historia, habita un lugar específico (la comunidad en la que se encuentra en un momento dado) e interactúa con su sus semejantes en un medio ambiente (físico y social), así como con las técnicas y tecnologías a su alcance para lograr sus propios fines. Es en este sentido que Sartre, en El existencialismo es un humanismo, nos dice que “el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo y después se define”, ya que se define libremente en el campo de posibilidades que le va siendo dado a lo largo de su vida. Es este desarrollo de libres acciones conscientes el que, a fin de cuentas, va definiendo por sí mismo su esencia.

En efecto, en la siguiente cita, Sartre aclara el sentido de la tesis de que la existencia precede a la esencia:

¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y después se define. […] El hombre […] si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal y cómo se haya hecho. Así, pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla. […] el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Este es el primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama subjetividad. (Sartre, 1998a, p. 12)

Y más adelante dice:

Por qué queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. (Porque) El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente en lugar de ser un musgo […] o una coliflor (Sartre, 1998a. pp. 12–13; el subrayado y el paréntesis son míos).

Podemos resumir lo dicho hasta aquí mediante el siguiente argumento que me sugiere la cita de Engels por Sartre en la p. 74 de su Critica de la razón dialéctica. Resumo no textual:

Si el homo sapiens sapiens es una especie animal, entonces cada homo sapiens sapiens nace como una cría de la especie animal a la que pertenece. Si este homo empieza por no ser nada más que un cachorro de su propia especie, entonces, en el medio social en situación, mediado por su experiencia consciente (su propia subjetividad), se hará él mismo una persona tal y cómo él se haya elegido ser (para bien o para mal). Por lo tanto, el hombre es una persona determinada por su situación, pero es él quien dada su situación presente se elige construyendo más allá de ésta su porvenir. (Cfr. Sartre, 1979, CRD, pp. 74)

Si aceptamos este argumento, entonces tenemos que aceptar que el hombre es el único animal que no es sólo tal y como nace, vive, se reproduce y muere; sino tal y como él se ha elegido ser a través de sus propias acciones conscientes en situación, tal y como actúa libremente, tal y como se considera a sí mismo y los otros lo consideran a él; pero esto sucede sólo después de su nacimiento o existencia biológica afuera del vientre materno, en un medio social y en situación. Entonces y sólo entonces es que el hombre va produciendo su propia esencia, o, como dice Sartre: un ser “como se quiere después de este impulso, hacia la existencia” (Sartre, 1998a, p.12).

Además, y de mucha importancia, ésta es la razón por la cual el ser humano es responsable de sus actos y sólo él lo es. No hay ni Dios, ni cadena causal alguna que determine su comportamiento o que lo exente de toda culpa, cada persona es por ello libre y responsable de lo que hace conscientemente. Estas son algunas de las razones que da Sartre en la conferencia de 1946 para afirmar la libertad del ser humano.

Justamente por eso usa con toda intención, la irónica metáfora de que “el hombre tiene una dignidad mayor que una piedra o una mesa”. Y es que Sartre subraya, a lo largo de toda su obra, que la diferencia del homo sapiens sapiens respecto a otras especies, reside en que este homo es un ser histórico, consciente de sí y de las cosas del mundo en el que se desenvuelve en situación, y por ello, es que puede proyectarse hacia un porvenir abierto, mediante su propias acciones dirigidas a distintos fines, en determinado contexto social.

Lizzeth Deyanira Oguri García

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