La Sociedad de los poetas muertos, 30 aniversario

Entre Lineas ATNAJU
Entre Lineas
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2 min readJul 3, 2019

Obra obligada para entender el valor de la educación y pensamiento crítico, fue estrenada y dirigida en 1989 por Peter Weir (director de la aclamada Truman Show de 1998), La Sociedad de los Poetas Muertos, título al castellano de este film, tuvo cuatro nominaciones a los premios Óscar; resultando ganadora en la categoría de mejor guion original para Tom Schulman. La historia es resultado de una autobiografía con tintes ficticios del propio Shulman basada en su trayectoria en la Academia de Montgomery Bell en Nashville, Tennessee.

El film se sitúa en la prestigiosa Welton Academy, cuyos valores fundamentales: tradición, honor, disciplina y excelencia se anteponen ante cualquier orden. El orden y rigidez que busca mantener la institución se verán confrontados con la llegada de un nuevo profesor de literatura, John Keating, interpretado por Robin Williams.

A este particular profesor no le interesará enseñar de manera estricta, quiere arraigar en los jóvenes la idea “carpe diem”. La expresión latina significa “cosecha el día” y hace alusión a la importancia de aprovechar el hoy.

Rompiendo los métodos estrictos de enseñanza, Keating creará una suerte de atmósfera donde los jóvenes estudiantes comenzarán a cuestionar los valores rigurosos de la preparatoria y finalmente los familiares. A la par, los alumnos interrogan a Keating sobre la Sociedad de los Poetas Muertos y descubrirán por sí mismos el valor de la literatura. Los diálogos del film actúan como intertexto a un sinfín de versos literarios; en su mayoría de autores estadounidenses que coinciden: aprovecha el ahora.

Los diálogos que hacen referencia a la literatura son puestos en escena con un montaje intelectual que busca crear la impresión de cercanía y amistad utilizando la técnica de tomas cerradas y alta iluminación; tomas que contrastan con escenas carentes de brillo y de simetría absoluta donde se hablan de los valores rígidos de la Walton Academy. Si este filme hubiese tenido una mejor dirección fotográfica sería de los mejores de todos los tiempos.

La falta de experimentación en el lenguaje audiovisual es rescatada con una alta calidad actoral; la microfisionomía devela gestos que van sirviendo como indicios de que algo cambia. Es un recorrido de la rigidez a la camaradería, de la alegría a la frustración y viceversa. Del futuro previsto y seguro al carpe diem.

Esta idea de aprovechar el ahora y tomar el atrevimiento; de dejar fluctuar las pasiones que nos hacen humanos (y que son reflejadas en la literatura) es algo arraigado en el pensamiento estadounidense. A 30 años de su estreno, siguen vigentes más vigentes que nunca los preceptos: aprender a pensar por nosotros mismos, abandonar la contemplación y acudir a la acción; ver más allá, aprovechar que estamos aquí y que la vida existe, –no esperar en la sombra de nuestra muerte que no hemos vivido.

Reyes García

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