Lo Externo es Reflejo de lo Interno
Por la Ejecutive & Life Coach, Zu Musi de Coaching Life
A veces parece que estamos haciendo “todo lo posible” para lograr algo que queremos, y aún así no lo conseguimos. La realidad es que tal vez internamente y muy en el fondo no lo queremos, no nos convence o no hay una sintonía real entre lo que realmente deseamos y lo que decimos que queremos.
Cuando “haces todos los esfuerzos” para conseguir trabajo porque es el siguiente paso o es lo que se esperaría, pero realmente no quieres trabajar porque inconscientemente no quieres tener responsabilidades y te gusta que tus papás o alguien más te den dinero, probablemente no vas a conseguir ningún trabajo.
Cuando “decides” pararte temprano para hacer ejercicio, pero casualmente se te olvida poner el despertador día tras día o simplemente “no escuchas” cuando suena… probablemente no estés muy convencido de hacerlo.
En cualquiera de estos ejemplos, puedes estar auto saboteándote. La realidad es que, si hay una razón por la que no quieres hacer algo, por la que no estás convencido racional y emocionalmente, vas a encontrar la manera de no hacerlo. El beneficio de no hacerlo o no lograrlo te sigue resultando mayor que el beneficio de hacerlo. Debe existir una convicción real interna, para que tus acciones estén realmente orientadas a hacer lo que buscas.
Todo esto te lo platico porque siempre hay una conexión entre lo más interno de nosotros y lo que reflejamos externamente: entre nuestros deseos y nuestros comportamientos o acciones; entre cómo nos sentimos, y cómo nos vemos físicamente; entre lo que pensamos y lo que decimos (por algo dicen que el lenguaje no es inocente). Siempre lo externo es un reflejo de lo interno, aun cuando no sea algo consciente.
Hace algunos años se me metió la idea de tener un mejor rendimiento físico. Siempre me ha gustado mucho el deporte y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para tener cada vez un mejor rendimiento. Investigué mucho del tema y de todo aquello que me sirviera para mejorar capacidad cardiaca, rendimiento, energía, etc… desde tipos de ejercicio, hasta alimentación, suplementos, respiraciones, etc… Lo que pasaba era que mejoraba un poco, y regresaba al punto de partida. Me sentía un día una máquina de energía en el gimnasio y dos días después no aguantaba mucho. Es bastante frustrante considerando que estás “haciendo todo” para que te salgan las cosas bien.
Tuvo que pasar tiempo para que entendiera que estaba tratando de solucionar un tema con remedios que no atacaban la raíz. Ni todos los suplementos, ni todos los ejercicios, ni todos los alimentos iban a provocar un cambio real y duradero, mientras yo no atacara la raíz. Cuando hablo de la raíz hablo de un desequilibrio por el que estaba pasando. Estaba saturada emocional y físicamente, con pocas ganas reales de emprender nuevas cosas, desmotivada, cansada, durmiendo poco; estaba viviendo sin mi base espiritual que me da fuerza, me conecta y permite estar en sintonía con todo lo que soy. Cuando entendí eso, decidí trabajarlo primero. Los resultados no fueron de un día para otro, pero una vez que empezaron a reflejarse, los cambios físicos fueron duraderos.
Esto me enseñó que realmente no podemos tapar el sol con un dedo, hay que ir a la raíz. Y me gustaría relacionar este tema con ENVERA, porque lo mismo pasa con nuestra piel. Nuestra piel es un total reflejo de cómo estamos internamente. Por más que compremos las mejores cremas, apliquemos remedios caseros, y nos hagamos faciales una vez a la semana, si no tenemos una buena alimentación, nos sentimos bien con nosotras mismas, nos queremos y aceptamos, estamos sanas hormonalmente, o nos damos el descanso merecido, difícilmente los tratamientos faciales darán resultados.
Te ves como te sientes, y no podemos actuar sobre cómo nos sentimos ni sobre cómo nos tratamos a nosotras mismas; la piel grita la verdad.
El cambio siempre viene desde dentro, y sólo así lo de afuera se empieza a acomodar.
Así que a cuidar su interior si quieren verse y sentirse genial. Hasta la próxima.
