Despliegue en la Blockchain: La Conquista del Oeste.

Marcos DK
eosbarcelona
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9 min readSep 7, 2020

Vivimos tiempos emocionantes. El concepto de blockchain no es nuevo pero su implantación se encuentra en plena efervescencia. Tan solo necesitamos echar un vistazo a los blogs de noticias del sector de las criptomonedas para comprobar el intenso movimiento que este paradigma económico genera en la actualidad. No es mi intención hacer un resumen de las ventajas y de los riesgos que los criptomercados y las blockchains nos han traído pero la realidad está ahí y cada vez son más quienes se suman a esta corriente. Es un mundo nuevo lleno de oportunidades y nadie quiere quedarse atrás.

No quiero confundir al lector con el título escogido para el artículo. Cuando menciono “La conquista del Oeste” no busco la imagen de un territorio salvaje y sin ley donde solo los más hábiles pistoleros y los más rudos forajidos podían sobrevivir. Hablo de un terreno virgen, fértil, deshabitado y a la espera de ofrecer sus recursos a los aventureros que, abandonando la comodidad de su entorno conocido, buscan una parcela en ese nuevo mundo en la cual poder desarrollar sus proyectos.

Pero vivimos en un mundo extremadamente competitivo. Esto no es una excursión al campo; es una carrera contra el tiempo y la competencia por ocupar un lugar en este floreciente ecosistema. A diario me sorprendo por la variedad de proyectos que se están desplegando sobre las cadenas de bloques. Pero no todos tendrán suerte. También veo proyectos que se marchitan a la sombra de sus competidores sin haber alcanzado su objetivo.

Tener la idea para un proyecto es muy difícil, pero, por increíble que parezca, es más fácil que otra persona también haya tenido esa idea; o muy parecida. Y también es posible que esa otra persona esté mejor preparada que tú para llevarla a cabo. O que disponga de un mejor equipo o financiación. Sea como fuere, hay que llevar la idea adelante sin dilación.

Y esta carrera es la que puede llevar a que los creadores, o desarrolladores, y los usuarios colisionen de forma bastante frustrante.

Usabilidad Vs. Utilizable: Expectativa Vs. Realidad

Usabilidad es la expectativa del usuario; utilizable es la realidad con la que se va a encontrar. Cuanto más próximos estén ambos conceptos, más cerca estarán usuarios y creadores entre ellos y más posibilidades de que el proyecto tenga éxito.

Me gustaría recuperar de nuestra historia (informática) reciente un ejemplo que muchos pudimos vivir (y sufrir) en primera persona: Windows Vs. Linux

Microsoft, empresa propietaria de Windows (y antes de MS-DOS) obró un milagro que para muchos parecía imposible: llevó un PC a cada casa, tal y como Bill Gates se propuso. ¿Cuál fue la clave para que Microsoft, en la época de las grandes supercomputadoras, consiguiera que todo el mundo quisiera un PC en su casa? La usabilidad.

Microsoft hizo creer a todo el mundo que la informática era fácil y accesible a cualquier persona. Que trabajar con un PC no sería más complicado que utilizar el mando a distancia del televisor.

Y la gente se lo creyó.

Encendías el ordenador y con unos clics de ratón instalabas el programa de facturación o el juego que acababas de comprar en la tienda y ya podías empezar a trabajar o a jugar o lo que fuera que quisieras hacer ese día. “¿Hasta dónde quieres llegar hoy?” fue uno de sus eslóganes comerciales. Ordenadores que hasta un niño podría utilizar.

Pero era una manzana envenenada. La informática no es fácil. Aunque no me quejo; gracias a ello he disfrutado mucho impartiendo clases de informática durante casi 20 años y ahora escribiendo estos artículos para ayudar a los demás a entender estos conceptos.

Por desgracia, la usabilidad de los productos como Windows tenía una consecuencia negativa que costó millones de dólares; y aún sigue costando: La seguridad.

Para que Windows fuera tan fácil de utilizar había que librar al usuario de toda complejidad posible por lo que el sistema debía de ser extremadamente amigable… a todos los niveles. Dejar que un usuario sin conocimientos pudiera instalar un programa que podría tener acceso al mismo nivel que el propio núcleo del sistema operativo creo un caldo de cultivo perfecto para la proliferación de virus informáticos de todo tipo. Y con los virus llegaron los antivirus y la carrera frenética entre ellos a costa del bolsillo del usuario.

¿De verdad no podría hacerse un sistema operativo más seguro? Por supuesto que sí. Pero Microsoft es conocido también por otra técnica comercial muy agresiva: el auto-canibalismo. Microsoft devoraba (más antes que ahora) su propio software sacando al mercado versiones nuevas constantemente que ofrecían algo más que la versión anterior obligando al usuario a estar siempre pendiente de las actualizaciones. Tal vez así el usuario estaría tan ocupado que no vería a la competencia. Y mientras tanto, Microsoft estaba más pendiente de sacar una nueva versión al mercado que de mejorarla realmente (apostaría a que hay versiones cuya única diferencia era el color de los botones de las barras de herramientas).

Y la competencia estaba ahí, pero a su ritmo. Llegó Linux, el sistema operativo calmado y seguro. Linux es el ejemplo de un sistema operativo inspirado en la seguridad y en la fiabilidad para el usuario. Linux no conoció los virus más allá de anécdotas experimentales. Los servidores de páginas web podían estar años on-line sin requerir ni un solo reinicio. Cualquier cambio en la configuración de Windows requería un reinicio la mayoría de las veces.

Y sin embargo Windows siguió (y sigue) como rey indiscutible de la informática de escritorio y de gran parte de la informática empresarial. Actualmente Linux es utilizado por un muy pequeño número de usuarios pero por casi todos los servidores de internet. El motivo; de nuevo la usabilidad. No es fácil trabajar con Linux. Se necesitan conocimientos de administración de sistemas operativos para poder realizar muchas de las tareas que con Windows podemos hacer con unos pocos clics, ¡o incluso que se hagan solas! Porque Linux no es un festival de puertas abiertas y es necesario configurar muchos parámetros y tener en cuenta los niveles de privilegio de las cuentas de usuario y muchas cosas técnicas que la mayoría de usuarios de Windows desconocen. Y no es que Windows no pueda hacer eso; claro que puede, pero, por usabilidad, optó por dejar las ventanas abiertas y dejar en manos del usuario el cerrarlas, si sabía cómo. Y por eso muchos usuarios terminaron por apuntarse a cursos de informática.

Como resumen de este trozo de historia (espero que no haya sido muy pesado) nos quedó la lección de que usabilidad y seguridad son conceptos antagónicos y que el auténtico reto para los creadores es esforzarse en unir lo que parecen polos magnéticos opuestos. O, al menos, acercarlos lo máximo posible.

Volvamos a nuestra historia principal. Todo lo que gira en torno a las criptomonedas es arriesgado porque estamos moviéndonos en torno al dinero. No es algo que pueda tomarse a la ligera. Pensemos en algo tan cotidiano hoy en día como ir a sacar dinero a un cajero automático.

Necesitamos una tarjeta de crédito, conocer un identificador secreto para que solo nosotros podamos tener acceso a nuestro dinero y necesitamos saber cómo operar con el terminal del cajero. Para muchos es algo cotidiano. La inmensa mayoría no sabe qué se esconde en la banda magnética de la tarjeta de crédito ni necesita saberlo pero, si no conoces el identificador secreto o no sabes interactuar con el terminal, no tendrás dinero. Lo sencillo sería dejar una caja con dinero y que apuntáramos en una libreta nuestro nombre y cuánto hemos retirado para que, al día siguiente, el operario del banco anotara el apunte en nuestra cuenta. Pero a nadie se le ocurriría esa locura. ¡Al día siguiente no habría ni dinero ni apuntes de quién se lo llevó! No queda más remedio que tomarse ciertas molestias: cuidar de no perder la tarjeta y que la banda magnética de nuestro querido trozo de plástico no se estropee, aprender el número secreto y aprender cómo funciona el cajero.

Los desarrolladores de aplicaciones para la blockchain están expuestos a una gran competencia que puede dejarles fuera de juego de la noche a la mañana, por lo que se ven obligados a trabajar a gran velocidad si quieren hacerse con una parcela en nuestro ecosistema. Pero, al mismo tiempo, es necesario que los productos o servicios sean fiables y seguros. Tal vez sea una temeridad por parte nuestra, los desarrolladores, pensar que el usuario va a informarse previamente de cómo funciona una blockchain, qué implica ser dueño de una wallet virtual, etc. Particularmente opino que sería muy irresponsable por parte del usuario adentrarse en el mundo de las criptofinanzas sin dedicarle un tiempo a su estudio y a entender sus reglas básicas. Sería algo parecido a entrar en la Bolsa y ponerse a comprar acciones sin saber cómo interpretar siquiera un gráfico de cotizaciones.

Esta situación lleva a los desarrolladores a crear productos y servicios “utilizables”, esto es; que cumplen con su función. No hay mucho tiempo para mejorar la usabilidad. O quizás no hay recursos. Tal vez un desarrollador es muy hábil en la programación sobre blockchain pero no es tan afortunado a la hora de diseñar un interfaz de usuario amigable, intuitiva y de fácil uso. Seguramente esté en sus planes, con el tiempo y una vez comience a generar ingresos, contratar personal que pueda mejorar la usabilidad del producto. Pero primero hay que lanzarlo. Antes de que lo haga otro por ti. No todos los proyectos tienen la suerte de tener un gran grupo de personas detrás, bien capacitados en todos los aspectos necesarios para el proyecto, y contando con el capital suficiente para completarlo en tiempo y forma.

Otra queja recurrente del usuario es el por qué tiene que hacer la operación A en un sitio, la B en otro y la C en otro en lugar de poder hacer todo el proceso en el mismo sitio, ¡cuando estamos hablando de un mismo producto o servicio! Efectivamente la mejora de experiencia del usuario se logrará cerrando los círculos y estoy convencido de que ser irán cerrando poco a coco a medida que los proyectos se vayan afianzando.

No quiero hacer una apología de la chapuza, ni mucho menos. Tan solo pretendo romper una lanza por todos esos pequeños equipos, o desarrolladores independientes, que tienen grandes ideas, pero pocos recursos y que deben sacrificar algunos aspectos como la usabilidad para poder ofrecer soluciones. Y también mentalizar al usuario de que estaría muy bien, por su propia seguridad, formarse previamente en los conceptos clave del ecosistema de las blockchains; pares de claves, transacciones, wallets, tokens, etc. La informática no es fácil, como traté de explicar antes con el caso de Windows Vs. Linux, y la criptografía y todo lo que rodea a las blockchains tampoco lo es. Por muy amigable que queramos diseñar un interfaz, llegará el momento en que habrá que dejar en manos del usuario algunas acciones; por su seguridad. Y necesitará entender qué está haciendo para saber cómo debe hacerlo.

Recuerdo haber oído decir alguna vez que ojalá todos los sistemas operativos fueran, cuando menos, como Linux; al usuario no le quedaría más remedio que formarse, aunque fuera mínimamente, en el manejo de los sistemas operativos. ¡Cuántos problemas se hubieran evitado!

Este es un artículo de opinión personal que no tiene por qué ser compartida por el equipo de eosBarcelona.

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Marcos DK
eosbarcelona

Programador y creador de contenidos digitales. Profesor de informática, game dev y líder de 3DK Render, WAX Guild.