¿Somos o tenemos? Unos minutos para la reflexión

María Miró
Equipo Autofact
Published in
4 min readJan 11, 2018

El otro día acudí a un evento social típico de nuestro entorno: encuentro entre amigos en casa de uno de ellos, reunidos alrededor de unas pizzas, bebidas y música de fondo.

Algo que hacemos a menudo, más de una vez a la semana seguramente, sobre todo en cierta etapa de nuestra vida (buenos sueldos, pocas responsabilidades, harta energía, poco tiempo para pensar… los “veintisiempre” de una clase social).

Contra todo pronóstico, dos horas más tarde estaba yéndome de aquel lugar, en parte ofendida, en parte triste. Pero sobre todo: vacía.

Durante aquel tiempo de compartir, el tema alrededor del cual giraron todas las conversaciones fue el mismo: la plata. La gente habló de créditos, propiedades, precio del dólar, facilidades de las tarjetas de crédito, enormes “problemas” por la pérdida de “algunos millones” que había supuesto una mala compra, el despropósito que supone comprar un objeto y descubrir que tiene una oferta irresistible que nunca te contaron.

En definitiva, TENER.

Todo en aquella conversación, en aquella gente y en aquel momento (no se trata de generalizar, de enjuiciar, sino de ver lo que pasó en esta ocasión, que claramente es una muestra); giraba alrededor de la condición de Poseer.

La gente ya no era, sino tenía. Tenía un nuevo departamento, era titular de una tarjeta de crédito, dejaba de tener unos millones, contrataba un crédito para adquirir un nuevo auto (que sin duda alguna necesitaba).

¿Es eso en lo que nos hemos convertido?

A partir de aquella noche comencé a estudiar en silencio las conversaciones que giraban a mi alrededor y entre mi gente. Gracias a la vida tengo amigos en situaciones económicas más que acomodadas (casi grotescas) y amigos que no llegan a fin de mes. La única cosa que les diferencia y aleja es el dinero.

Pero sin embargo les une muchas más cosas de las que creen: les preocupa el trabajo, la plata, dar a su familia “lo que necesita”, poder irse a algún lugar de vacaciones…. en definitiva, este tema de conversación no caracteriza solamente a un espectro de la sociedad, a una clase social, sino a gente en todas ellas.

El problema de todo esto no es que la plata se haya convertido en el tema social más importante de nuestras vidas (ahí ya cada uno ve si lo considera un problema o no), sino que esta nueva etapa de nuestro siglo llena de “libertades, tecnología y progreso” a la que nos vemos abocados hoy en día nos empuja a dejar de lado las grandes preguntas y sumergirnos en la banalidad del tener nuevos celulares, viviendas, autos, relojes digitales, fotografías de paraísos en nuestro Instagram, asistir a nuevos restaurantes y recorrer el mall buscando necesidades inventadas que satisfacer.

Incluso las personas pueden ser susceptibles de “ser tenidas”.

¿A qué nos lleva esto?

A algo que en mi opinión, es muy grave: la absoluta pérdida de esencia e identidad.

Porque ahora ya no sabemos quiénes somos. Lo único que sabemos de esa persona que somos o de las que nos rodean, es lo que tienen. Y eso es precisamente lo que les define. Ejemplo:

Él no es Juan, un alma joven que ha sufrido mucho pero que salió adelante gracias a la ayuda de los libros que leyó, el auto-conocimiento y de una gran compañera que lo acompañó.

Él es Juan, médico, 40 años, joven, adinerado, tiene un Volvo, un departamento en Viña y una casa de campo en Talca. Le gusta ir a esquiar y quiere tener un hijo dentro de poco.

Esto es lo que de verdad me preocupa. Que perdamos la capacidad de encontrar la esencia en los otros y en nosotros mismos. De que nos convirtamos en seres vacíos que llenan su espacio con cosas.

Ojalá en este lugar que formamos de Autofact no perdamos la esencia. No perdamos el rumbo. Ojalá nos paremos a pensar quiénes somos, no qué tenemos o deseamos tener. Ojalá que detrás de cada rostro veamos PERSONAS, almas genuinas, y no objetos o cosas. La cosificación de nuestro día a día es la muerte en vida.

Ojalá que cuando lleguemos a lugares en los que la conversación gira en torno al tener y no al ser durante largo rato, podamos parar en seco y preguntarnos si eso es lo que queremos, o como mínimo, sepamos diferenciar y alejar esas conversaciones vacías de lo que realmente importa.

¿Y qué es lo que realmente importa?

Desde luego, los metros cuadrados de una casa o las condiciones de una tarjeta de crédito, no. O, mejor dicho, a mi no.

Para finalizar, una pequeña reflexión extraída del libro TENER Y SER, de Erich Fromm:

“Sin embargo, los grandes Maestros de la Vida han considerado la alternativa entre tener y ser como el punto más importante de sus respectivos sistemas. Buda enseña que para alcanzar la etapa más elevada del desarrollo humano, no debemos anhelar posesiones. Jesucristo enseña: “Porque cualquiera que quisiera salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará. Porque ¿qué aprovecha al hombre, si se granjeara todo el mundo, y se pierda él a sí mismo, o corra peligro de sí?” (San Lucas 9:24–25). El Maestro Eckhart enseñó que no tener nada y permanecer abierto y “vacío”, no permitir al ego ser un estorbo en nuestro camino, es la condición para lograr salud y fuerza espiritual. Marx enseñó que el lujo es un defecto, tanto como la pobreza, y que nuestra meta debe consistir en ser mucho, y no en tener mucho. (Me refiero aquí al verdadero Marx, al humanista radical, y no a la falsificación vulgar que presenta el comunismo soviético)”

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