Responsabilidad

Angel Medinilla
Errando Ando
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3 min readSep 27, 2018
“Patron” Hillbilly Ranch, Boston, Massachusetts, 1972 © Henry Horenstein

“ Me han roto el corazón”, me decía el otro día un amigo en Barcelona, sendas cervezas frente a nosotros. Uno de esos ratos bonitos, bellos, de amistad compartida en tugurios, de rudos gestos y tiernas almas, caras de “a lo hecho, pecho”, ojos melancólicos, vidriosos, soñando atardeceres y abrazos que ya no serán.

“Chaval, el corazón te lo rompes tú”, le dije entre dos sorbos. Lo pilló de inmediato, no hizo falta explicar nada más. Mirada cómplice, leve asentimiento, y a seguir con lo nuestro.

No todo el mundo lo acepta. La narrativa de “me han hecho daño”, “me han roto el corazón” nos libra de toda responsabilidad — el malo fue el otro — pero también nos despoja de un gran poder (como diría el Tío Ben). Es el poder de decidir, de aprender y de cambiar. Cuando es el otro el culpable, nada puedo hacer, fue su decisión, tuve mala suerte, se aprovecharon de mi…

Pero si fui yo el que deposité la confianza en quien no debía, el que no supo ver los signos, el que no comunicó sus necesidades, el que se precipitó en sus afectos, el que adoleció templanza, al que le faltó el valor de parar a tiempo, el que no supo frenar sus pasiones… Todo eso son cosas que puedo aprender de mi y mejorar en mis próximas relaciones. Lo que es más importante: en el proceso de mejorarme, afecto a los que me rodean, les influencio. Al final, solo hay una cosa que realmente podemos cambiar y es a nosotros mismos.

“Todo el mundo quiere cambiar el mundo, pero nadie quiere cambiarse a si mismo.”

Leon Tolstoy

Fred Kofman habla de Responsabilidad Incondicional : si me elimino de la explicación del fenómeno, me elimino de la posible solución del mismo. Stephen Covey hablaba del hábito de la proactividad, definida como darse cuenta de que, más allá de la circunstancias o la influencia externa, la situación en la que me hallo hoy depende sobre todo de las decisiones que he venido tomando en el pasado y que, por tanto, dónde acabe en el futuro dependerá sobre todo de las decisiones que tome de hoy en adelante — soy el capitán de mi destino, llevo las riendas de mi vida.

Abrir el camino de la responsabilidad personal descubre otros trabajos interesantes. Por ejemplo, cuando uno se ofende por las palabras de otro o se escandaliza de su conducta, aprender a pensar en qué parte de mi es la que se ve perturbada: centrarse en qué dice esta reacción de mí, y no alimentar un circunloquio sobre lo que el otro hace mal. Esto es fácil de decir, muy difícil de hacer, pero aun más poderoso a la hora de transformarse uno mismo y progresar.

Meditar sobre nuestras acciones, construir hábitos positivos, desarrollar narrativas responsables y constructivas, aprender de nuestros errores… Son las herramientas con las que forjar nuestra experiencia vital. Al final, las palabras que nos decimos son las más poderosas, por eso quiero cerrar esta reflexión con un consejo: analiza tus narrativas victimistas, y siempre que te sorprendas en una, procura reformularla de tal manera que seas tú quien tiene la capacidad de cambiar el resultado la próxima vez.

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Angel Medinilla
Errando Ando

Founder & Head Consultant at Improvement 21. Agile trainer and consultant. Author, 'Agile Management' and 'Agile Kaizen'. Public speaker.