Reflexiones de una tarde de domingo
La naturalidad de lo bien dispuesto
Para apuntalar un edificio hace falta más madera que para sostenerlo. La construcción se revela como una acción inteligente, como una meditación sobre el proceso corto y sin embargo perenne de construir algo. Construir es darle al proyecto la mejor -y a veces hasta la más inexplicable- lectura de sí mismo.
Una obra debe contener un pensamiento. Debe ofrecerlo…Luis Martínez Santa-María
Sorprende encontrarse de tanto en tanto con algo bien hecho. Y bien hecho significa también bien pensado, pero sobre todo bien construido, con la naturalidad del que inventa un agujero para dejar pasar un árbol. Porque es al final la aparente naturalidad de las placas en los frentes de los forjados, de los ladrillos que a sardinel nos indican un dintel, de los huecos con sus vierteaguas, o de las acometidas que quedan en sombra tras los salientes, lo que supone un verdadero esfuerzo de pensamiento.
La aparente naturalidad de romper un chaflán en retranqueos, o de duplicar el perfil en las esquinas, es justamente lo menos natural, y por eso es lo que al final se convierte en algo tan fascinante.
Todo eso que solo a unos pocos les preocupa, que tan inocente parece pero tantas cosas dice.
Las sombras que explican
En la escultura, las cuerdas, las cinchas de los caballos, las de las cuádrigas, las que unen las carrozas a sus tiros (como las del carro de la diosa Cibeles a sus leones en Madrid) son invisibles. El escultor sabe que es necesario renunciar a representarlas porque su invisibilidad es mucho más exacta. Igualmente en el arte de la arquitectura es necesario ir aprendiendo cuales son las condiciones bajo las que ciertas presencias tienen que llegar a desaparecer para hacerse más creíbles
Luis Martínez Santa-María
El otro día llegué a la conclusión de que las sombras explican; de que hacen visibles esas presencias invisibles, y nos ayudan a comprender cómo están construidas las cosas. Incluso las piezas de un muro, sobre sus juntas, arrojan sombras en determinadas ocasiones, y hacen que los paramentos cambien durante el día, que se hagan profundos o planos, lisos o rugosos.
