serenidad prohibida

Dani
Escucho, respiro y escribo
6 min readJan 17, 2017

Esta no era la entrada que tenía prevista para hoy, pero como al disco duro de mi ordenador le ha dado por tomarse vacaciones y no estará disponible en unos días (espero que solo sean unos días), ahí va esta serenidad prohibida.

La obra de hoy tiene todos los elementos como para poder hacer una novela con ella. Un niño cantor convertido en compositor, la capilla más conocida del mundo, una obra para cantar dos veces al año, una partitura prohibida, un niño prodigio mundialmente famoso y una serenidad que penetra en todo tu ser desde el primer momento de su escucha. Miserere, de Gregorio Allegri, una obra que dura entre 12 y 14 minutos, según las versiones. ¡Vamos allá!

Sketch de la Sixtina

Nos situamos un momento. El Salmo 51, el conocido como Miserere, es un texto supuestamente escrito por David en el que, tras reconocer el pecado por haberse liado con una señora que estaba casada. Para más inri, la tal Betsabé, que así se llamaba la señora en cuestión, era la esposa de un fiel amigo de David, llamado Urías. El caso es que el rey David, ni corto, ni perezoso, decide deshacerse de su colega y lo manda a la guerra donde, como suele pasar en las guerras, muere. En fin, que después de disfrutarla con Betsabé, le entra un cargo de conciencia de espanto y pide perdón a su Dios con el famoso Miserere mei, Deus (Ten piedad de mí, ¡oh Señor!). La verdad es que desconozco si le perdonó o se sintió perdonado, pero el caso es que Urías siguió muerto, seguramente en un polvoriento páramo de Oriente Medio. Con Betsabé tampoco he podido saber qué ocurrió. Es lo que ocurre con la historia en general, que al final suele quedarse en un relato de la vida de reyes, generales y algún hecho aislado que realiza la gente del Pueblo, normalmente contra un rey o un general.

Pues bien, como con muchos otros textos religiosos, más si estos formaban parte de la liturgia de la Iglesia, como es el caso (este salmo pertenece a Laudes), era normal musicalizarlos, para acompañar, precisamente con música, la ceremonia religiosa. Y es lo que ocurría con el mencionado salmo. A partir de aquí, Miserere, a secas.

David 1501–1504. Michelangelo Buonarroti

Y nos trasladamos al Vaticano, a finales del primer tercio del siglo XVII, donde un tal Gregorio Allegri, formaba parte del Coro Papal, llamado posteriormente Coro de la Capilla Sixtina, por cierto, el coro en activo más antiguo del mundo. El señor Allegri había sido niño cantor en diferentes iglesias de Roma y recorrió parte de Italia cantando durante muchos años, hasta que el 6 de diciembre de 1629 ingresó en el coro particular del Papa. Es decir, con 47 años del ala. Para que luego nadie venga diciendo que según a qué edades ya no se pueden empezar a hacer cosas nuevas. Y en estas estamos, cuando, en 1638 compone la obra que le reportaría fama para la eternidad. El . Una obra que no ha dejado de interpretarse en la susodicha capilla desde entonces, únicamente en dos ocasiones anuales, en los maitines del miércoles y viernes de Semana Santa.

La obra está compuesta para dos coros, uno de cinco voces y el otro de cuatro, que se sitúan enfrentados entre sí, clara influencia de dos compositores anteriores, Palestrina, de la escuela romana y Gabrieli, de la escuela veneciana. Posteriormente el más maravilloso compositor de todos los tiempos, Johann Sebastian Bach, utilizó esta composición de dos coros en la Pasión según San Mateo, BWV 244. La cuestión es que uno de los dos coros canta la melodía original y el otro, a su vez, una versión más elaborada. Es una obra que transmite una serenidad apabullante y que en épocas pretéritas se interpretaba a la luz de trece velas, representando a Jesús y los doce apóstoles, que se iban apagando una a una, conforme transcurría la música, hasta la oscuridad total. Imaginaros, en aquella época, cuya única luz provenía de las velas, qué efecto tan impresionante podía suponer esta escenificación. La Iglesia en esto de escenificar ha sido siempre muy buena. Y de ello se dio cuenta el Papa Urbano VIII, que decidió prohibir su transcripción y ejecución fuera del Vaticano, bajo pena de excomunión. Y punto pelota. Os dejo con un vídeo que no es del Vaticano, ni la versión larga. Se trata de una versión de la que luego hablaré, quizás la más conocida, interpretada, en esta ocasión, por los King’s College Choir, de Cambridge, con una edición extraordinaria en cuanto a luz, escenificación y, desde luego, interpretación.

Pero seguimos con la historia. Sabemos que la obra fue prohibida, tal y como he comentado, no dejando salir la partitura del propio Vaticano y excomulgando a quien osase interpretarla fuera de allí. Pero en esto, también, hay quienes tienen ventaja sobre el resto de los mortales y el rey Leopold I de Austria, solicitó y obtuvo una copia que guardó en la Biblioteca Imperial de Viena. El caso es que se lió una gorda, ya que, cuando la mandó ejecutar en su capilla particular pensaba que había sido engañado. El Papa despidió a su maestro de capilla y este se tuvo que trasladar hasta la capital austríaca para explicar al idiota de Leopold que no había ningún error, que la partitura estaba perfectamente bien. ¿Qué es lo que ocurrió? Pues que partes del Miserere no estaban transcritas a la partitura, si no que pasaban de generación en generación pasados de intérprete a intérprete directamente. Esto se hacía bastante en aquella época y suponía salvaguardar la propia obra.

Y llegamos a la Semana Santa de 1769, al oficio de la madrugada del miércoles de aquel año. Y no encontramos a un padre con su hijo entre los asistentes a la misa papal. Leopold y Wolfgang, los Mozart, padre e hijo, no pierden atención de lo que allí ocurre. Y claro, el niño en cuestión, como era un prodigio, ni corto ni perezoso, memorizó la obra en su cabecita austriaca y al llegar a sus aposentos transcribió los más de doce minutos de música polifónica a la partitura. Como para quedarse ojiplático, ¿no? Para colmo el pequeño compositor volvió el viernes para asegurarse que lo que había transcrito estaba todo en orden. ¿Y qué pasó con la prohibición papal que se había saltado a la torera? Pues es lo que tiene ser un genio. Resulta que al Papa de turno, Clemente XIV, le pareció tan estupendo que un adolescente copiara de memoria el famoso Miserere, que lo llamó a Roma de nuevo, le concedió audiencia y le otorgó la Orden de la Espuela de Oro. Los Mozart siguieron su camino y su viaje por Europa y en Londres se cruzaron con el historiador Charles Burney, a quien dieron una copia de la obra para que la publicara. Y así se dio por finalizado el misterio y secretismo en torno a la obra.

Versiones grabadas hay un buen puñado, aunque solo unas cuantas merecen la pena. Yo me quedo con una, sin duda. La grabada por The Tallis Scholars en 1980, una versión extraordinaria, de las de antología, por mucho que digan algunos que entre los intérpretes hay mujeres (algo inexistente en la época en que se compuso). Esta formación grabó otra extraordinaria versión, quizás más fría, con motivo del 400 aniversario de la muerte de otro compositor, Palestrina, en la Basílica de Santa María Maggiore, en Roma. Disfrutad del vídeo.

Del resto de opciones os recomiendo la del propio Coro de la Capilla Sixtina, con su versión original, con diferencias importantes en cuanto a la versión a la que estamos acostumbrados. La de Voces8, exquisita, aunque quizás algo rápida, la de The Sixteen, impresionante. Aparte tenemos la de A Sei Voci, de las más lentas, pero igualmente deliciosa, con unos ornamentos diferentes. Finalmente tenemos todas las versiones de los coros ingleses, muy aficionados a esta obra.

Aquí tenéis la lista de Spotify, en la que falta, incomprensiblemente, ya que no se haya en el catálogo de este servicio, la versión de The Tallis Scholars. Espero que la disfrutéis.

Originally published at http://ixiltasuna.com on January 17, 2017.

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