Aventurero

Lazarito
Español en ruta
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3 min readJun 7, 2024

Reto 3: Un edificio, un pulpo y una luna llena.

Photo by Kaya Patel on Unsplash

¿Qué tendrán en común un viejo templo católico y un mercado?… Esto solo lo llegó a comprender un viejo e ingenuo pulpo camuflado en la oquedad de un arrecife. Estaba solo, viendo como, desde fuera del agua, le llegaba la figura del disco claro de una luna llena. Y tanta inspiración sintió, que le vino a la mente, que aquélla portentosa luna, no debería ser observada por él solo.
Acomodado en su nicho se dio en pensar que formar una familia sería su siguiente proyecto y tenía que ser pronto pues el tiempo de las aventuras submarinas ya se había alargado más de la cuenta. Y los demás congéneres le hacían ver que el tiempo se le estaba yendo, y que ya era menester hacerse de su pulpo hembra; que para ser menos larga la expresión diremos, que él tenía que buscarse una pulpa. El subsiguiente paso sería en conjunto con su pulpa, hacerse de un pulpito . Y así, aquél viejo, un tanto ingenuo y romántico pulpo, dio por hecho que ese sería su proyecto de vida, de el resto que le quedaba.
El viejo edificio religioso que se menciona al comienzo, ya estaba en desuso. Era un templo de gruesas paredes que habían dejado de usar por haberse quedado pequeño porque, milagrosamente, ¡los fieles habían aumentado! Así que, de algún lugar, o de algunos poderosos bolsillos, salieron los medios financieros y un nuevo edificio apareció, el cual ya no tenía aquellas gruesas paredes de adobe y piedras del ahora encogido y viejo templo; donde había toda una parafernalia de relieves y figuras hechas finamente con muchos kilos de yeso, adornando columnas y capiteles y los dinteles de puertas, ventanas y ventanucos. Y donde más se podía ver la maestría de aquellos viejos artesanos y constructores, era en el diseño exquisito del púlpito; finamente adornado con yeso, que en forma de enredaderas, profusas de pétalos cuidadosamente acomodados en sépalos dorados, rodeaban su contorno.
Y ahora, el mercado…
El mercado era toda una fiesta de colores y olores. Era un antiguo galerón dividido en múltiples locales donde las frutas y muchos otros productos del campo eran acomodados de forma tan artística , que con solo ver aquello, te comprometía a llevar lo que no andabas buscando. Y ahí las naranjas eran las reinas.
Eran famosas por su tamaño y su dulce jugo. Y tanta fama cogieron que en todos lados se comentaba sobre ellas.
Fue así que nuestro pulpo, que aunque no deslumbraba por su inteligencia, de sordo no tenía nada. Y captó en el aire, o más bien en el agua, el rumor que se propagaba sobre las ya famosas naranjas y… ¡su pulpa!
Ya tenía una idea muy clara en donde encontrar a su…¡media naranja! y luego solo tendría que llegar al viejo templo católico y pelearse con denuedo contra una obstinada tilde para tener consigo a…¡su pulpito! Y, colorín colorado?..

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