CUANDO TENER UN BUEN SUEÑO ES SOLO UN SUEÑO

Lazarito
Español en ruta
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4 min readJul 14, 2024

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Reto 5: Insomnio

Foto tomada de Google

La mitad de nuestras vidas se nos va durmiendo, pero tenemos que restarle las horas de vigilia y las horas de insomnio.

Fue en otros tiempos, cuando se vivía según el ritmo de la naturaleza, que se dormía la noche completa.
Creo que el insomnio es un problema que solo lo llegan a padecer los adultos. Digo esto porque, cuando yo era un niño y luego adolescente, no recuerdo haberme ido a la cama alguna vez a dormir la noche y que no lo haya logrado.
En mi niñez y adolescencia, estuve alternando entre vivir en el campo y en la ciudad y en ambos ambientes dormía de los más despreocupado. Es mas, a esa edad yo no concebía que hubieran personas que no durmieran durante la noche. Tan natural era para mi ver como la noche detenía toda actividad diurna, que una vez que yo estaba hospitalizado a la edad de ocho años, me desperté sin percatarme si era de día o de noche y como vi por ahí a las enfermeras y a los médicos, le pedí a una de ellas que me diera un vaso de la leche con cocoa que tanto me gustaba. Y la enfermera riéndose de mi ocurrencia me dijo: “ ¡Cálmate niño, eso se da en el desayuno; ahora es la una de la mañana!” Y puedo asegurar que ese día, o más bien esa noche, descubría que hay personas que no duermen durante la noche.
Digo que el insomnio es un problema de adultos, porque mientras vivíamos en el viejo barrio El Coyolar de León, Nicaragua, mi madre rentaba un pequeño apartamento que habían anexado a una vieja casa de ladrillos y techo de tejas.
Era un caserón que tenía una gran sala donde hacían fiestas muy a menudo. Y mi madre tuvo que mudarse de apartamento por este motivo, pues no le era posible conciliar el sueño. Pero mis hermanos y yo cuando nos tumbábamos a dormir, no había ruido que nos despertara. No entendía la decisión de mi madre de cambiar de casa por que la música le molestaba. A mi el pesar que me daba era dejar de comer los nancites, nísperos y mamoncillos que amanecían dispersos en el gran solar de aquella casa.
Me gustaban más las noches del campo que no siempre están libres de ruido. Pero éstos, eran de aquellos que por milenios se habían dado y a los que el oído humano se había adaptado de tal forma, que el inconsciente percibía aquellos sonidos como productos de la noche. Y si era de noche, pues se debía estar tumbado y durmiendo.
El canto de la lechuza, del pocoyo, el pleito de gatos, el ladrido de un perro y el croar de cientos de ranas de todo tipo, un verdadero concierto de berridos, chillidos y hasta el sonido del sapo cuarezmero, que asemejaba al sonido de los tamboriles; capaz de escucharse a un kilómetro de distancia. Sin olvidar tampoco que los grillos sempiternos estaban también ahí y que según, mi muy católica abuela, evitaban con sus chirridos ,que en las noches se escucharan los lamentos de las almas de los difuntos pagando sus pecados en El Purgatorio.Todo eso le decía a uno… ¡Es de noche, duerme tranquilo!
Pero estas tranquilas noche eran perturbadas solo de vez en cuando. Cuando el zorro o las zarigüeyas atacaban a las gallinas , dándose un escándalo tal, que todos en la casa , como movidos por resortes, dejábamos las camas y armados con machetes y piedras, e iluminándonos con focos, seguíamos a los perros que ya iban tras el ladrón. Pero ni estos raros episodios nocturnos nos hacía sentir desvelados, porque la noche era tan larga, que nos podíamos dar el lujo de perder una o dos horas de sueño.
Me hice adulto de repente, cuando el gobierno decidió que estaba en edad y capacidad para pasar a ser un conscripto. Y ahí supe que yo también pasaba a ser uno de los que, como otros tantos en todo el mundo y en diferentes actividades, están sometidos a largas horas de vigilia. Ya no respetaba la negrura de la noche. Estaba ahí sumido en ese inmenso manto negro, tratando de escuchar, porque, para ver algo ahí, no estaba capacitada mi vista.
Y llegaron también las noches de insomnio, que no es lo mismo que noches de vigilia. En la vigilia haces un esfuerzo enorme por no dormirte. Pero durante la noche de insomnio, quieres dormir pero el sueño no llega a tiempo.
Queriendo alargar las horas del día, echamos mano de toda suerte de luminarias, robándole a la noche muchas horas vitales. Y terminamos pagando un precio muy caro por lo que se suele llamar la vida moderna.

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