La mesa coja

Silvia ™
Español en ruta
Published in
2 min readApr 6, 2024

Reto 1: Una madre y un libro.

Mujer con libro de Pablo Picasso

Se podría decir que no había pegado ojo en todas las horas en las que el Sol sí lo hizo. Su teta seguía fuera siendo succionada por unos pequeños labios que parecían tener siempre hambre. Y las ojeras hasta el suelo no hacían sino dar lástima de aquella mujer con el gesto desencajado, como si todo lo que ella un día fue la hubiera abandonado en la más absoluta de las miserias.

Había desarrollado una nueva capacidad con la maternidad, entre otras, ahora era capaz de hacer cosas utilizando solo una mano ya que con la otra sostenía casi siempre el cuerpo rollizo de su bebé.

De esta habilidosa manera untaba la tostada del desayuno aquella mañana, aunque la mesa de la cocina cojeaba y aquello no ayudaba en absoluto. Eso y el brazo juguetón de su hija intentando agarrar todo lo que veía de reojo sobre la mesa mientras mamaba, hacían que todo objeto sobre ella cobrara vida y se paseara danzando de forma errante frente a las dos.

Todos menos aquel libro. Firme, impasible, como si aquel movimiento nervioso no fuera con él en absoluto.
Aquel libro le recordaba todas las cosas que había dejado de hacer desde que aquella criatura salió de su vientre. Dormir más de 4 horas seguidas, comer sin interrupciones, darse una ducha tranquila, leer...

LEER... Aunque tuviera algún pequeño tiempo libre, no podía permitirse el lujo de hacerlo, ya que en la lista de prioridades aquello de leer siempre quedaba relegado a los últimos puestos. Y aunque ese placer que antaño disfrutaba consiguiera llegar al puesto número uno de aquella interminable lista, sus ojos estaban siempre demasiado cansados para terminar siquiera un párrafo entero.

Un ruido sordo le hizo despertar de aquella reflexión; un juguete de su hija se había ido deslizando hasta precipitarse al vacío. Alargando su cansado brazo, cogió aquel libro con su única mano libre. Lo acarició, hojeó sus páginas y lo olió con los ojos cerrados. Después, con suma delicadeza, como si lo estuviera ejecutando y pidiendole perdón a la vez, bajó el libro hacia el suelo hasta dejarlo atrapado bajo la pata de la mesa.

Y mientras lo miraba y comprobaba que el sumiso libro cumplía la función a la que había sido relegado, besó lentamente a su hija en la cabeza con todo el amor que podía caber en sus labios.

--

--

Silvia ™
Español en ruta

A veces viajo al mundo de las letras, donde bailo con ellas, y es ahí cuando aprovecho la aventura de escribir... ✍️✨