¿Los pulpos tienen alma?

Mermermer
Español en ruta
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3 min readJun 6, 2024

Reto 3: Un pulpo, un edificio y la luna llena

Foto de stock de imágenes de Microsoft

El verdadero problema de toda esta historia fue la incultura. Si, amigos, no saber leer bien, te puede llevar a consecuencias desastrosas, si no a la muerte misma.

Intentaré explicar la situación que llevó a Ermi, el cangrejo ermitaño, a cometer el peor error de su vida.

Ermi quiso reformar su casa, que era una concha, pero como el no era ducho en estas lides, véase, tirar paredes (de conchas), ampliar habitaciones, etc. decidió contratar a un experto en construcciones.

Buscó en las páginas amarillas, pues bien es sabido que el boca a boca funciona mejor, pero no encontró quien le hablara de un buen contratista, ya que era un cangrejo solitario y no tenía muchos amigos. No había practicado mucho la lectura en su vida, de modo que leía por encima y más que nada veía los dibujitos. Leyó: “Pulpito Manquito, construcciones y reparaciones” Le pareció muy inspirador la historia de un pulpo manco que llegara a tener su propia empresa de construcción, aunque ¿por qué no?, ya que un pulpo con 7 tentáculos podía hacer lo mismo casi que uno con 8. Le cayó bien y se dirigió a la dirección que indicaba el anuncio. Fue con entusiasmo pensando en hacerse una super casa. Un buen psicólogo diría que, para suplir la soledad, pero que sabré yo de psicología. La dirección que rezaba en el anuncio le llevo a un edificio en construcción. O eso parecía, aunque en realidad solo le estaban instalando el ascensor, pero es que montan unas que parece una demolición.

La mala suerte fue, que una pila de tablones tapaba el rótulo de “pulpito manquito” y otro negocio se anunciaba en la parte de la entrada que no estaba tapada. “Púlpito maldito, secta satánica”.

Y como nuestro amigo leía, así como por encima y encima no le hables de tildes, que eso no sabe ni lo que son… pues lio al canto.

Y allá que fue y allá que encontró a dos pulpos vestidos de negro, con pelos punkis y muy maquillados. El destino de nuevo le jugó una mala pasada, pues si no hubiesen sido pulpos le habría extrañado. Lo que si le extraño era que todos los integrantes tuviesen todas sus extremidades, pero que sabia él de extremidades de pulpos, al fin y el cabo era un cangrejo.

Les expuso el problema y ellos resolvieron solucionarlo por una suma de dinero (un poco alta la verdad), firmaron un contrato y le citaron la próxima noche de luna llena.

Y en eso se mostro muy confiado y donde debería haber visto las señales, no vio nada llevado en volandas por su ilusión.

la noche de luna señalada quedaron para dibujar un pentagrama en el fondo del mar y degollar un pez gallo. Cumplida la parte estética, quedaba la parte de delincuentes de pacotilla; secuestraron a un cangrejo ermitaño con una concha mas grande, lo expulsaron de su casa bajo amenaza de muerte y lo dejaron tirado en una cuneta, en pelotas.

Cuando Ermi recibió su casa nueva firmó una entrega y fue cuando descubrió el membrete de la empresa.

Entonces por primera vez, leyó… y comprendió… ¡¡¡y además había vendido su alma al diablo!!!

Salió de allí por patas y al bajar la escalera descubrió una pequeña puerta con un logotipo de un pulpo con 7 patas. Mierda, este debe ser el constructor, pensó, pero ya es tarde, debo ir corriendo a rescatar al pobre al que le han quitado la casa. Y es que Ermi era un buen tipo.

Lo rescato finalmente de la cuneta, al borde de la congelación y lo metió con él en la casa. Estaban apretaditos, pero se hicieron amigos y vivieron mucho tiempo juntos.

Una noche ambos en el porche de la concha, su amigo le preguntó a Ermi. ¿Oye y que pasó con lo de tu alma? ¿No te da miedo?

A lo que Ermi contestó: Para nada, les he vendido humo, los cangrejos no tenemos alma. Tal vez los pulpos sí. ¿Quién sabe?

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